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Teletrabajo, nueva herramienta para la explotación obrera

La pandemia ha desencadenado en multitud de sectores el teletrabajo. Si hace 10 años el 4% de la población trabajadora estaba en esta modalidad ahora, con el confinamiento, lo hace el 16,4% según el informe (Gráfica 1) de Randstad, una ETT y consultora de recursos humanos. Según estos datos, y tomando las precauciones viniendo de esa fuente, hay más de 3 millones de trabajadores teletrabajando siendo el número de 950 mil los que lo hicieron en 2019. Lo que es evidente es que sectores como la banca o grandes empresas como Movistar van a ahorrar costes de capital fijo y destruirán empleo con condiciones dignas. Lo harán vía prejubilaciones o “bajas incentivadas”, voluntarias. Para otras empresas como las del sector de Telemarketing que se sirven del trabajo precario, va a suponer un redoble de la explotación. En definitiva, tanto en un caso como en otros el futuro será la precariedad laboral que solo la lucha obrera podrá frenar.

 

LOS PRIMEROS PASOS DEL TELETRABAJO EN ESPAÑA

El Acuerdo Marco Europeo sobre este asunto lo describe como un tipo de prestación, que utiliza las tecnologías de la información y la comunicación on line con el empleador y/o el cliente, y se realiza desde lugares remotos o alejados de la empresa u organización, con la que se tiene vínculos contractuales.
En 2012, el proyecto Teledislab de la Fundación ONCE y la Fundación Universia, que buscaba fomentar la integración laboral de personas con discapacidad a través de las tecnologías de la información y la comunicación, elaboró un Libro Blanco del Teletrabajo que apuntaba cuál es el marco legal en España para ejercerlo (Real Decreto Ley 3/2012, que modifica el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores) y qué se entendía por teletrabajo.
A partir de sus primeros pasos en los años 70, el teletrabajo se hallaba limitado a unas pocas actividades liberales, gerencia, periodismo… Ha sido a partir del boom de las comunicaciones, cada vez más rápidas junto con el desarrollo de Internet que ha facilitado el despegue de esta modalidad de trabajo.
Gráfica 1

Fuente: Randstad e INE

Ya no solo son los sectores tradicionales, hoy día infinidad de tareas pueden llevarse a cabo desde fuera del lugar de trabajo. Como es lógico no todos los trabajos se pueden hacer a distancia, si bien los continuos avances técnicos permiten automatizar muchas tareas y casos como el de la medicina o la cirugía tele asistida son hoy una realidad.

 

 

EVOLUCIÓN DEL TELETRABAJO

Gráfica 2

Se puede ver dos fases expansivas o de aumento del teletrabajo. Una despega justo un año después de la crisis 2008 y puede responder a la necesidad del ahorro de costes en las empresas. Mediante el teletrabajo las empresas no necesitan invertir en locales u oficinas, es más pueden o bien venderlos o cancelar los alquileres con el fin de recuperar efectivo.
El descenso entre los ocupados que teletrabajan de forma ocasional hasta 2010 puede deberse a la pérdida de estos puestos de trabajo debido al cese de empresas más pequeñas.
En 2008 y hasta 2009 la cifra de ocupados en teletrabajo era de algo más de 638.000 y su número aumentó hasta el 2012, llegando a 786.000 ocupados en teletrabajo. En esa fecha se agravó la crisis económica y el Gobierno de Rajoy tramitó el saneamiento de la banca y las ayudas a la UE.
La segunda subida se produce en 2016, a partir de 643.000 ocupados, en ascenso hasta 2019 que alcanza a 950.000 ocupados teletrabajando más de la mitad de los días que trabajó.

 

 

 

¿VIENE A QUEDARSE EL TELETRABAJO MASIVAMENTE ENTRE SECTORES DE TRABAJADORES?

Todo indica que es tendencia en sectores como la banca y las telecomunicaciones. Los trabajadores del sector de las comunicaciones están en ello. Para la gran mayoría de estas empresas la digitalización va a suponer un ahorro de costes. El cierre de oficinas bancarias que estamos viendo actualmente va a suponer un ahorro en edificios y gastos corrientes, abaratará costes y supondrán ahorros y beneficios de capital. La banca ha aprovechado la pandemia para cerrar multitud de oficinas y poner a teletrabajar a más del 50% de la plantilla y con cifras que llegan al 70% en algunos bancos. “Va a haber un cambio estructural en nuestra forma de organizarnos, de comercializar productos y de trabajar” lo explicaba Ana Botín, en plena pandemia el año pasado. Y da a entender que en la banca de servicios se va a imponer la reducción de efectivos, el teletrabajo y la realización de los trámites por internet. Ana Botín declaraba el 20 de abril en sus encuentros virtuales con la plantilla del Banco de Santander que “va a haber un cambio estructural en nuestra forma de organizarnos, de comercializar productos y de trabajar”(Cinco Días, 27/abril, 2020). Más recientemente el periódico «El Economista» titulaba: “La banca española prepara un modelo híbrido de teletrabajo a partir de septiembre con turnos y distancia”. La banca ha aprovechado la pandemia para probar un nuevo modo de trabajo. Sabadell planea turnos de una semana de trabajo presencial, y dos, en remoto. Santander apuesta por el modelo con más peso de lo presencial” (28/junio/2020).
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Hay multitud de casos en que las empresas no han querido mandar a casa a parte de sus empleados pudiendo hacerlo. Y son las empresas que viven de la sobreexplotación de la clase trabajadora imponiendo contratos precarios.

 

¿POR QUÉ UNAS EMPRESAS INTRODUCEN EL TELETRABAJO Y OTRAS NO?

Para trabajadores y empresas, el teletrabajo supone una ventaja. En Movistar, antigua Telefónica, el teletrabajo se ha llevado a cabo de forma completa y voluntaria para todos los trabajadores. A excepción de trabajadores de calle.
En una situación como la actual, con alto riesgo de contagios por la Covid, resulta evidente que el teletrabajo es una opción muy positiva. Contar con medidas de teletrabajo y flexibilidad dada la situación que estamos viviendo supondrá mejoras, tanto para el trabajador como para la empresa.
Para éstas su punto de partida determina la ventaja competitiva y diferencial para hacerle frente. Aquellas empresas que ya lo tuvieran implantado o hayan reaccionado a tiempo notarán menos su impacto económico.
En el otro extremo tenemos a las empresas que viven de los contratos precarios. En estas empresas es común la alta temporalidad y existe una elevada rotación de trabajadores. La empresa ve un ahorro de capital oponerse al desembolso de equipos y/o compartir gastos con los trabajadores.
Tenemos el sector del telemarketing, por ejemplo. La empresa Konecta cuenta en España con algo más de 16.000 trabajadores. Mantuvo el trabajo presencial, en plena pandemia y continuó su actividad con salas llenas de trabajadores. Éstos trabajaron atendiendo llamadas sin la mínima protección y sin distancia de seguridad.
Se trata de una empresa líder en el sector del telemarketing (Gráficas 3 y 4), con unas ventas durante el año 2019 de 313.204.000 euros. Su posición dentro del sector de las telecomunicaciones le permite implantar con facilidad los medios productivos necesarios en cualquier parte. Ello quiere decir que puede trasladar, como hizo durante la pandemia, sedes de un lugar a otro de la geografía sin apenas esfuerzos.
Gráfica 3                                                                                                                    Gráfica 4

Si no ha hecho lo mismo para facilitar el teletrabajo a su plantilla de trabajadores, las causas hay que buscarlas en esos factores de alta temporalidad y rotación del empleo. Tan solo en el año 2019 mantenía el sector de forma eventual a un 61,95% de los trabajadores y fundamentalmente tendrían que costear ciertos servicios a los trabajadores como la conexión a Internet de banda ancha, ordenadores, teléfonos móviles, etc. con el consiguiente gasto.

 

 

DESIGUALDADES DE GÉNERO Y TELETRABAJO

El periódico el País ha publicado un reciente artículo titulado “Los hombres en el despacho y las mujeres en la mesa del salón: cómo el teletrabajo ha evidenciado la desigualdad”.
Se trata de un estudio llevado a cabo por Aliya Hamid Rao, socióloga de la London School of Economics, en el que pone de relevancia como el juego de roles de género sigue dotando de privilegios al hombre frente a la mujer, en el entorno del teletrabajo.
Por ejemplo, durante la pandemia se ha puesto en evidencia que el trabajo del hombre sigue siendo al que se otorga mayor prioridad. Una realidad que puede explicar la tendencia a dividir los espacios de la casa, cuando los dos miembros de la pareja teletrabajan, del siguiente modo: los lugares silenciosos, como despachos o habitaciones independientes, se reservan para los hombres y las zonas comunes como la cocina, el comedor o el salón para las mujeres.
Las madres de menores que teletrabajan: las que más estrés sufren. Estas continuas interrupciones, la carga mental, la multitarea constante hacen que sean las madres las que hayan sufrido mayores niveles de estrés durante la pandemia. Así se recoge, por ejemplo, en una investigación llevada a cabo desde la Universidad de Valencia que ha permitido entrevistar telefónicamente a distintos perfiles de mujeres trabajadoras con hijos a su cargo. “Algunas sienten que están todo el día trabajando”, explican los responsables del estudio. “A menudo, tener flexibilidad de horarios se convierte en una demostración continua y un ejercicio de responsabilidad para con sus superiores. Muchas de ellas están trabajando a la vez que están cuidando, y eso es durante todo el día”. (https://smoda.elpais.com/)
Konecta, Sitel, Transcom, son algunos de estos grupos que implantan grandes centros de gestión de llamadas en las ciudades en las que opera, para ello se han apoyado en la contratación de gran número de trabajadores, sobre todo jóvenes y mayoritariamente mujeres.
Un retrato fiel de cualquiera de estas empresas podría ser el siguiente: ofrecen puestos de trabajo precarios, con bajos salarios, turnos y jornadas laborales irregulares, alta disponibilidad, rotación y temporalidad. Añadamos también que el despido de un trabajador/a le sale gratis a la patronal. Todos estos inconvenientes los promocionan estas empresas en una conocida frase que publicita en las ofertas de trabajo: “gana dinero fácil y rápido en una profesión con futuro”.
Los contact center, comúnmente conocidos como “call center”, no han parado de crecer en los últimos tiempos a costa de configurarse como el sector con más denuncias registradas a Inspección de Trabajo, aunque muchas no prosperen por la cantidad de contratos temporales y por obra y servicio. El servicio de los grandes bancos, energéticas, telefónicas y aseguradoras —también cada vez más en la Administración pública— se externaliza a empresas como Konecta, Atento, Qualytel, Transcom y Unisono. En 2014, la patronal del sector, Asociación de Contact Center (ACE) facturó 1.730 millones de euros, lejos de los 65 millones de 1992. Solo Konecta cerró el 2018 con una facturación récord de 831 millones de euros.
La división sexual en el trabajo ha provocado a lo largo de la historia una diferenciación en las tareas a realizar por hombres y mujeres que tiene como resultado una serie de desigualdades en el mundo laboral, tanto de salario como de ocupación de espacios. Según los datos del Observatorio de las ocupaciones de 2018 publicado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE, 2018) el sector de contact centers ocupa a casi 100.000 trabajadores en España, de los cuales prácticamente el 73% son mujeres.
Tomando datos del Observatorio de las Ocupaciones de 2018, publicado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE, 2018) en el resumen anual 2017 de referentes de información del mercado de trabajo se firmaron en España 116.134 contratos de teleoperadores con una variación anual del 17,15% lo que nos indica que de momento es un empleo que todavía está en auge. Hay que tener en cuenta que aproximadamente el 73% de los teleoperadores son mujeres, según los datos de la propia Asociación de Contact Center española (ACE) y también se da el caso de que un tercio de dichos trabajadores tienen estudios universitarios, por lo que nos encontramos que además de la feminización de este trabajo encontramos también una especial sobrecualificación. (Dialnet-Genero Y Trabajo En Los Contact Centers)
El sector de telemarketing, uno de los que más ofertas publicita en portales de búsqueda de empleo, reúne a más de 100.000 trabajadores cada año. Según cifras del SEPE, en 2015 se firmaron en el sector más de 92.000 contratos, de los cuales 9 de cada 10 eran temporales. Del total de nuevos contratos, el 71% eran mujeres. La mitad había acabado los estudios obligatorios, el 17% la enseñanza primaria y uno de cada tres eran universitarios.Aunque progresivamente se hayan ido sumando hombres a estas empresas, el perfil predominante continúa siendo el de mujeres de mediana edad, cuya conciliación se vuelve imposible con jornadas partidas. Según CC OO y UGT, el 70% de los contratos en el sector son a jornada parcial con un salario neto alrededor de los 600 euros. Esto implica que muchas de las trabajadoras busquen en otros empleos un plus para llegar a fin de mes, lo que a veces resulta imposible, ya que las empresas incentivan la parcialidad de la jornada. (elsaltodiario/laboral)
Es en el sector terciario, el de servicios y concretamente en las empresas de telemarketing, donde se está produciendo un empeoramiento de las condiciones de trabajo y donde el avance de la tecnología no va ligada a una mejora sino a una intensificación de la rutina de trabajo. La patronal del telemarketing establece las pautas para explotar a los trabajadores de este sector, a convertirles en una clase «servil» y proletaria o incluso esclavista, por el retroceso experimentado en sus condiciones de trabajo y la polarización del empleo.

 

CONDICIONES LABORALES Y SALUD LABORAL

Se puede establecer una relación directa entre la frustración y los riesgos laborales, puesto que el trabajo de teleoperadora es uno de los trabajos que justamente exige más sobreesfuerzo mental y tiene más riesgos de tipo psicosocial. Es un trabajo que a primera vista y desde el desconocimiento pudiera parecer cómodo y sin riesgos pero que provoca un gran estrés laboral, donde se ejerce la violencia verbal por parte de clientes y superiores jerárquicos y donde el burnout o síndrome de estar quemado es cada vez más frecuente.
La violencia verbal de la que hablamos también es un tema importante que puede provocar una sobrecarga emocional y que tiene que ver con las relaciones interpersonales. La relación con los propios compañeros de trabajo puede verse también afectada por las relaciones con los superiores y sobre todo en relación con clientes y usuarios.En el puesto de teleoperador o teleoperadora no existe prácticamente ninguna autonomía en el trabajo, muy poca identificación de la tarea y poco sentimiento de pertenencia a una profesión valorada o con reconocimiento social.
Al objetivo de alcanzar un mínimo de ventas y el despido de compañeros como forma de presión sobre quienes permanecen en la empresa, hay que sumarle la de las escuchas aleatorias de llamadas por parte de superiores para “evaluar la calidad” de su plantilla, generalmente un par de veces a la semana. Si una sale mal cuando el trabajador está empezando, puede ser motivo suficiente para su despido.
Según un informe de CC OO realizado por el Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud (ISTAS), las secuelas en la salud entre trabajadores de este sector se deben al “estrés por la presión de tiempos y acumulación de exigencias emocionales y cognitivas” al “interactuar de forma simultánea con el cliente, el ordenador y el sistema telefónico”. El estrés acumulado puede causar el síndrome de burnout, que provoca “alteraciones cognitivas, emocionales, conductuales y digestivas” junto a problemas físicos frecuentes en cuello, hombros, espalda, vista y oído. Las plantillas se vacían por depresión y ansiedad, comenta Yolanda Herrero, delegada sindical de CGT en Atento. “Los partes son de enfermedad común, pero cada uno sabe lo que sucede a su compañero de trabajo, que está en casa a base de pastillas”. (elsaltodiario/laboral)

 

LA LEY DEL TELETRABAJO BENEFICIA A LAS EMPRESAS

El pasado 13 de octubre entró en vigor el Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre sobre trabajo a distancia. Queda por ver cómo va a desarrollarse en el ámbito empresarial y al calor de las reformas laborales aún en vigor. Ante la evidente necesidad de llevar a cabo esta forma de trabajo, motivada por la pandemia y para garantizar la prevención sanitaria, gobierno, CEOE y sindicatos se pusieron de acuerdo para diseñar unas normas con las que regular tanto la forma de aplicar el teletrabajo en las empresas, así como su funcionamiento.
Una de las máximas en las que todos coincidíamos en esta época convulsa de normas laborales era que el teletrabajo había venido para quedarse como una alternativa que podría ofrecer flexibilidad para las empresas y un elemento más de conciliación laboral para las personas trabajadoras: pues este convencimiento se ha diluido como un azucarillo en un café caliente tras la aprobación del Real Decreto por más que su exposición de motivos quiera convencernos de lo contrario.
La ministra de trabajo Yolanda Díaz, ya había dicho que prohibiría los despidos, y no lo hizo. Que derogaría la reforma laboral, y no lo hizo tampoco. Ahora, con ocasión del estreno de esta nueva Ley del trabajo a distancia, ha expresado que es un paso más en la modernización de la legislación laboral y una palanca para aumentar la productividad de la economía. “Esta norma nos coloca a la vanguardia de las legislaciones europeas”, aseguró.
Pero, en primer lugar, esa ley del teletrabajo no cambia un ápice las leyes laborales ni la lucha de clases. Nuestra legislación laboral está elaborada en torno a las distintas reformas laborales llevadas a cabo. Son reformas que benefician sobre todo a las grandes empresas, que pueden despedir prácticamente sin coste. Mientras fomentan los despidos, con lo que el paro aumenta, ofreciendo como única salida los empleos precarios y los bajos salarios, la subcontratación y la temporalidad y de nuevo, la vuelta al paro. Son la suma de estos ataques a la población trabajadora la que verdaderamente está sirviendo a las empresas de palanca para aumentar la productividad a través de la explotación laboral.
En segundo lugar, esta ley del teletrabajo, que elogian por igual tanto los sindicatos como la patronal CEOE está vacía de contenido real. Y es que todo lo relativo a las condiciones laborales, la jornada, los horarios, junto a la compensación de los gastos por parte de la empresa, todo ello se llevará a cabo en el marco de la negociación colectiva.
Serán los convenios, los acuerdos entre empresa y sindicato, los que determinen el alcance estas condiciones laborales y el de las compensaciones a los trabajadores. Esto significa que en las grandes empresas como Telefónica pueda pactarse condiciones más o menos dignas. Dependería de la correlación de fuerzas. Pero en las empresas con trabajo precario o más pequeña la patronal tendrá la sartén por el mango.
Por un lado, la regulación de la ley se llevará a cabo a través de los convenios, por otro en las empresas donde no exista una representación sindical, está claro que es la voluntad de la empresa la que prevalecerá. La ministra de trabajo ha preferido dar vía libre a los empresarios, como viene siendo habitual en ella. Ha conseguido sacar adelante una ley del teletrabajo hecha a la medida de la patronal y con el beneplácito de los sindicatos. En el ámbito del teletrabajo, las empresas inician su andadura con ventaja para de esta forma moldear a su antojo las condiciones laborales.
Un ejemplo, tomando la norma citada en su artículo 5 que dicta “el trabajo a distancia será voluntario para la persona trabajadora y para la empresa”, en realidad nos dice que la decisión de ambas partes será voluntaria, sin embargo, ¿qué voluntariedad puede tener la persona que necesita el trabajo para vivir y tiene el despido como arma de la empresa si no acepta las condiciones de la patronal? De esta forma el acuerdo que empresa y trabajador deben firmar no será libre, sino el que se adecue a la relación de fuerzas entre la clase trabajadora y la patronal. Por tanto, la normativa del trabajo a distancia viene prediseñada para seguir ofreciendo a las empresas el máximo control de las condiciones laborales. Su regulación está en sintonía con los objetivos de la CEOE. Y tal como lo reflejan las reformas laborales, el terreno de la negociación está prácticamente determinado por los intereses de la patronal. Estos intereses están subordinados a mantener y aumentar el nivel de beneficios gracias a explotar cada vez más la fuerza de trabajo.

 

ANTE EL TELETRABAJO, ¿QUÉ SALIDA PARA LA CLASE TRABAJADORA?

Es evidente que el teletrabajo bajo los intereses de los trabajadores y de la sociedad podría ser un avance. Organizar tu propio tiempo de trabajo, la conciliación familiar etc., puedes ser elementos positivos en muchos casos para los y las trabajadoras. Pero en las condiciones actuales de la sociedad capitalista va a ser un arma para aumentar la explotación, reducir costes y destruir empleo fijo.
Si embargo hay muchas empresas que ni siquiera durante la pandemia, han impuesto el teletrabajo. Y la razón estriba en que estas empresas no han querido poner a disposición de los trabajadores los medios necesarios para teletrabajar. En sectores como el telemarketing, las empresas están de nuevo imponiendo la vuelta al trabajo presencial, argumentando que con ello recuperaran las indices de productividad perdidos, algo que es totalmente falso si tenemos en cuenta lo anterior. Se ha puesto de manifiesto la arbitrariedad en las jornadas y horarios impuesta por las empresas. Éstas se han aprovechado y explotado laboralmente con la excusa de la total disponibilidad on line de los empleados.
La mayor parte del teletrabajo que las empresas han puesto en marcha viene lastrada, al igual que el trabajo presencial, por las continuas reformas laborales y se ha aprovechado la propia condición obrera que obliga a todo trabajador a buscar un sustento. De manera que no han dudado en imponer a las plantillas condiciones de trabajo precarias siempre que han podido. Mientras que la recién aprobada Ley del trabajo a distancia parecía que iba a poner orden en medio de tanto caos, el resultado ha sido que gobierno y sindicatos han puesto ese caos en manos de los empresarios. Ni el trabajo presencial, ni el trabajo a distancia… ninguna forma de trabajo estará a salvo de la rapiña del capital mientras los trabajadores no se le opongan con uñas y dientes con la firme convicción de derribarlo.
La única salida para la clase trabajadora es la lucha colectiva y organizada. Impedir los despidos y ERE sería una barrera que nos permitiría tener en cierta medida las espaldas cubierta para negociar con la patronal. Pero esto no serviría de nada si la clase trabajadora no generaliza las luchas para obligar a la patronal a negociar condiciones que controlen la producción y las empresas investigando la contabilidad y creando puestos de trabajo dignos. Y para eso tendría que dotarse de un programa de reivindicaciones y de luchas para toda la clase trabajadora.

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