En octubre en tan solo quince días la industria tech destruyó 9.587 puestos de trabajo, según la consultora Challenger, Gray & Christmas. “Desde principios de año, más de 50.000 trabajadores de empresas tecnológicas han sido despedidos” citaba un artículo de “El País” el 13 de noviembre.
En la última década el sector bancario europeo ha recortado 112.201 puestos de trabajo vía prejubilaciones y despidos. En España la banca, se deshizo de unos 19.000 puestos de trabajo para recortar gastos en 2021. Pero curiosamente logró ese mismo año su mayor nivel de beneficios desde 2008. En concreto, las entidades bancarias que operan en nuestro país alcanzaron unas ganancias de casi 20.000 millones de euros.
El multimillonario Elon Musk, propietario de Twitter, llevó a cabo unos 3.700 despidos, casi la mitad de su plantilla en todo el mundo. En Meta (Facebook) echaron a unos 11.000 trabajadores, “Me equivoqué y asumo la responsabilidad por eso”, escribió Zuckerberg a sus empleados. La hipocresía de estos empresarios no tiene límites, su gusto por los beneficios tampoco.
Si durante la pandemia, bajo una mayor demanda, la feroz competencia entre estas empresas las llevó a ampliar sus plantillas, ahora dicen que la vuelta a la presencialidad no justifica pagar por estos trabajadores. La otra razón está en la caída de los ingresos; las empresas gastan menos dinero en anuncios digitales, que era una de las principales fuentes de ingresos para gran parte de estas empresas tecnológicas.
Y ya puestos ¿por qué no obligamos a estos empresarios a mantener los empleos con los beneficios ganados estos últimos años? A fin de cuentas, se trata de beneficios obtenidos de la explotación de esos mismos miles de trabajadores.
Mucho hablar de futuro y de avances, pero al final estos empresarios solo buscan enriquecerse a costa de los despidos y la explotación de la clase trabajadora.