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Contra la privatización de la sanidad pública, ¡Madrid muestra el camino!

El pasado domingo Madrid se echó a la calle en protesta por el desmantelamiento de la sanidad pública que está realizando Ayuso. El detonante de la explosión popular han sido las protestas y huelgas del personal sanitario por las últimas barbaridades realizadas con las urgencias de los centros de salud en la atención primaria, cerradas en pandemia y ahora vueltas a abrir, pero sin personal. A esta situación, se le han añadido las declaraciones de la presidenta acusando a médicos y sanitarios de ser unos vagos e izquierdistas.

El Servicio Nacional de Salud –en adelante SNS- implantado en los años 80 significó una conquista pues universalizó la atención sanitaria a toda la población a través de los centros de salud en la atención primaria, los especialistas y los hospitales. Pero no debemos olvidar que la sanidad pública en España ha servido para cubrir el espacio vacío que el capital privado dejaba por su baja tasa de ganancias y la inversión costosa que supone la generalización del negocio de la sanidad. Tampoco debemos olvidar que el SNS ha sido la teta que ha alimentado seguros privados durante muchos años. Como ejemplo, está Muface, la mutualidad de funcionarios que el estado ha pagado religiosamente manteniendo así el negocio de los seguros privados sanitarios con dinero público y utilizándolos como “privilegio” de la “libertad” de elección.

De siempre la sanidad pública ha adolecido de lentitud en la atención primaria y en la derivación hacia los especialistas. Pero desde la crisis de 2008, con los recortes, la situación ha empeorado. La precariedad en la contratación del personal sanitario se ha convertido en ley y hoy podemos ver a enfermeros o enfermeras con contratos temporales y/o a media jornada teniendo que compatibilizarlos con trabajos en la sanidad privada. La falta de médicos y personal sanitario obedece a la precariedad en la contratación y los bajos salarios. El gasto sanitario público por habitante es de 1.521,86 € al año. Por delante, lo ocupa Andalucía con 1.459,43.

Esta situación de desmantelamiento de la sanidad pública y su privatización no viene de ahora. Es un proceso que empieza a desarrollarse en cuanto las inversiones públicas llegan al techo de gasto que los impuestos a los trabajadores permiten; por otra parte el capital privado necesita obtener nichos de negocios nuevos porque en otros sectores de la producción empiezan a disminuir. No podemos perder de vista que estamos inmersos en un sistema económico que necesita para sobrevivir nuevos espacios de rentabilidad y negocio. Es la esencia del proceso de acumulación capitalista.

Recordemos las privatizaciones de Endesa, o las empresas energéticas estatales durante el periodo de Felipe González. Se intensificaron durante el periodo de José María Aznar y se aceleraron con Rajoy. Ahora toca hacerlo con los servicios públicos de sanidad y educación. Sin embargo, todos los servicios públicos se podrían mantener, acrecentar y dignificar si la plusvalía extraída del mundo del trabajo fuera retornada a la población trabajadora. Solo entre enero y junio de 2022 las grandes empresas del Ibex 35 tuvieron unos beneficios totales de 31.310,5 millones de euros.

El año que viene, año de elecciones, la izquierda reformista en el gobierno, -incapaz de frenar esta privatización, que además propició el PSOE-, volverán a presentar la situación entre Ayuso y el o la representante de la izquierda. Y el problema va más allá de quién gobierna el régimen político. Desde éste, no hay posibilidades de recuperar los servicios públicos si no avanzamos en la expropiación sin indemnización de las grandes empresas y controladas por los trabajadores. Por ello será la lucha unificada de los trabajadores y trabajadoras la que podrá arrancar concesiones a la burguesía y la patronal. A la hora en que esto escribimos parece ser que la huelga de los médicos ha sido desconvocada porque Ayuso cede y va a abrir todas las urgencias extra hospitalarias, con todo su personal al completo, médico, celador, enfermero. Habrá que estar muy atentos para corroborar en qué consiste el acuerdo realmente. De momento, queda comprobado una vez más que nadie regala nada, y que las cosas hay que lucharlas. ¡Madrid ha demostrado el camino!