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Las Marchas de la Dignidad 22-M 2014

La situación de crisis económica y social no dejaba de agravarse. Más de 6 millones de parados en una población activa de aproximadamente 22 millones de personas, decenas de miles de desahucios, recortes presupuestarios en los servicios públicos que supusieron la degradación de la sanidad y la educación. A la indignación por la corrupción política, y las políticas de Mariano Rajoy y su antecesor Zapatero, que había estallado en las plazas con el 15M, se le sumaron las luchas obreras del momento. Este clima social de rabia se tradujo en un escalón más en la movilización. Las Marchas de la Dignidad fueron eso: unir a las víctimas de la crisis en una movilización que resumiera sus reivindicaciones y de ahí su lema: “Pan, Trabajo y Techo para todos y todas”. Este lema resumía el sentir real de la población trabajadora humillada y engañada por los gobiernos, que no tenía otra salida que la lucha. Los trabajadores de Panrico y Cocacola habían sido ejemplos de esto. Pero otros miles lo habían sido por toda la geografía española. El resto de las reivindicaciones de las Marchas, como el no pago de la deuda, fuera los gobiernos de la Troika…, eran aportaciones del diagnóstico que hacían los activistas de los grupos que predominaban en el 15M y en las organizaciones de la extrema izquierda. En realidad el 22M de 2014 mostró la rabia de la clases trabajadoras independientemente del mayor o menor conocimiento de los manifiestos.

Durante 2012 y 2013 se habían dado las marchas de la minería, las jornaleras en Andalucía y los Campamentos de la Dignidad en Extremadura. Un ejemplo de esto, fue la acampada 15M del Cerro-Amate de Sevilla. En un panfleto de septiembre de 2012 se decía : “Están robando al pueblo trabajador, despidiendo a obreros, recortando la sanidad y la educación, subiendo los precios para beneficio de los bancos y de la gran patronal. Con los 100.000 millones de euros que le van a dar a los bancos se terminaría el desempleo si con ese dinero se crearan puestos de trabajo. Con los millones que se ha llevado Bankia no habría que recortar los presupuestos en Educación y Sanidad. Con las viviendas que tienen los bancos nadie tendría que estar en la calle. Porque la solución es fácil: Repartir el trabajo sin bajar los salarios. Prohibir los despidos y los ERE. Crear empleo público y una Renta Básica para vivir dignamente.”
Es entonces que comienzan a confluir desde distintas organizaciones tanto políticas, de grupos a la izquierda del PSOE como sindicales, coordinadoras de empresas en lucha, o simplemente agrupaciones de barrios del 15M o colectivos sociales diversos; comienzan a establecer reuniones para establecer puntos en común y movilizar a la población. Uno de los activistas presentes desde el principio de la constitución de las marchas nos cuenta que “El movimiento estatal de las Marchas de la Dignidad se fundó en una asamblea de movimientos sociales que tuvo lugar en la iglesia de San Carlos Borromeo, en Vallecas, el 18 de septiembre de 2013. En ella se acordó organizar una marcha a pie hasta Madrid, que saldría desde todos los rincones de la geografía española, formando seis columnas, que debían entrar por las seis carreteras radiales, simultáneamente, en la ciudad de Madrid, el 22 de marzo de 2014. (…) En Andalucía tiene lugar en los locales del SAT de la Avda. de Blas Infante el 19 de noviembre de 2013.”
Las “Marchas de la Dignidad” unificaron en un lema sencillo las aspiraciones del momento: “Pan, Trabajo y Techo”, más tarde se le añadiría igualdad. Era la unificación del movimiento social y obrero en la práctica. En concreto el 15M del distrito Cerro-Amate de Sevilla había agitado y difundido un manifiesto en 2012 y diversos panfletos que contenían la consigna Pan, Trabajo y Vivienda.
Esta movilización unitaria requería una organización descentralizada desde los territorios. Esa unidad se hace de forma que, habiendo acuerdos unitarios comunes, permitan en su ámbito de actuación establecer la especificidad del territorio y organización en la medida que se sientan representados y partícipes. Siempre desde el máximo respeto a las decisiones tomadas en asamblea, puesto que es la forma en la que se consolida la organización de la Marcha de la Dignidad y se fortalece la unidad. El primer manifiesto de las Marchas se aprueba en el ámbito estatal. En él explicaba que “En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos.
Millones de trabajadores y trabajadoras se encuentran sin empleo. Tener unas manos para trabajar; tener una carrera terminada; disponer de tu capacidad tanto manual como intelectual y no encontrar un trabajo digno es humillante. Se está desperdiciando el talento colectivo de una sociedad, hipotecando indefinidamente su futuro. Los trabajadores y trabajadoras no se merecen este atropello a nuestra dignidad colectiva.
…Trabajadores y trabajadoras que, ante la difícil situación, no pueden ni siquiera cuestionar su papel de meros explotados/as por el capital. El sistema intenta obligarnos a mostrar agradecimiento a los empresarios, convertidos por el sistema en benefactores de la sociedad. Es hora de repartir el trabajo y la riqueza, y que las personas trabajadoras puedan sentirse dueñas de su futuro. (…) Desde la MARCHA DE LA DIGNIDAD 22M, consideramos que es importante articular una movilización unitaria, masiva y contundente contra las políticas que atentan contra los derechos humanos y la justicia social.”
El éxito de esta primera marcha en Madrid impresionó a todo el país. Más de dos millones de personas se calcula que tomaron el centro de la ciudad. Unas 2000 personas habían recorrido a pie el trayecto desde sus territorios en 8 columnas que confluyeron en la capital. Por otra parte cientos de autobuses se habían alquilado para la manifestación desde todo el país y a esta marea humana se le añadió la movilización del pueblo de Madrid y la comunidad. Rafael Polo uno de los activistas organizadores nos cuenta que “la percepción que tuvieron los madrileños de nuestra llegada fue impresionante. De pronto vieron como miles de personas avanzaban, andando, por las autovías radiales que entraban en Madrid, derechos a la capital. Hablando con muchos de ellos me di cuenta de que algunos tenían una sensación casi de Cambio de Régimen. Los que estábamos en la organización de la Marcha supusimos inmediatamente que el Sistema tenía que estropear de alguna manera la jornada del 22M. No podían permitir que se produjera una acampada en Madrid, al estilo del 15M, o de que hubiera grupos que se quedaran durante los siguientes días. Los sucesos que tuvieron lugar durante la tarde de ese día en la Plaza de Colón eran la crónica de una reacción anunciada. Así consiguieron que los telediarios se centraran en los disturbios, en vez de hacerlo en la espectacular demostración de fuerza que habíamos hecho ese día.”
Para el éxito de las marchas a Madrid se organizan manifestaciones locales y acciones como las ocupaciones del INEM durante 2014, con bastante éxito en Andalucía. A estas marchas le sucedió otra el 21 de marzo de 2015 menos numerosa. Esta disminución se debió a que era año electoral, bajó la militancia y las actividad de las marchas, pues los militantes de los partidos de izquierda dedicaron su tiempo a las campañas. Además Podemos e IU desviaron hacia las elecciones la movilización.
Las elecciones municipales del 24 de mayo y generales el 20 de diciembre centraron toda la atención. Las generales de 2015 dieron el gobierno a Mariano Rajoy por mayoría simple; gracias a la abstención de la mayoría de los socialistas se tuvieron que repetir en junio de 2016. Esta situación provocó la división de las Marchas, pero se hicieron manifestaciones locales, por ejemplo la del 22 de octubre de 2015. El 28 de mayo volvieron las manifestaciones pero esta vez fueron locales. En 2016 la convocatoria fue en todo el país pero descentralizada. Ya en 2017 se volvió a concentrar en Madrid el 27 de Mayo pero con un descenso considerable respecto a 2014. En 2018 la Marchas participan en las manifestaciones de las Mareas de la sanidad, los pensionistas y las grandes manifestaciones feministas del 8 de marzo. Las grandes movilizaciones que sucedieron en estos años fueron sectoriales – las mareas, pensionistas, sanidad, feministas- pero el intento de unificación en un programa de lucha conjunto liderado por la clase obrera que hubiera podido establecerse con las Marchas no se consiguió. Ya las Marchas pierden fuelle y solo quedan núcleos.
Las Marchas logran la unidad en la movilización de miles de personas y prácticamente a toda la izquierda más allá del PSOE. Pudo ser la oportunidad de unir a la clase trabajadora entorno a un programa social y obrero que ya se expresaba en su lema. Es cuando las elecciones llaman a la puerta cuando el electoralismo vacía las movilizaciones o son utilizadas sectorialmente para rédito electoral. Las marchas fueron un punto álgido de movilización y lucha e inspiración de los sectores que habían y estaban sufriendo el rigor de la crisis y su injusticia. A estas movilizaciones era necesario dar una salida política a la situación. Política en el sentido de que la clase trabajadora tomara la dirección de las luchas con un programa obrero que se marcara como objetivos reivindicaciones transitorias hacia el socialismo. Era necesario que hubiera una expresión política de clase que representara la situación social y que reivindicara un programa de lucha para toda la clase trabajadora y las clases populares. Pero esa expresión en representación de los y las trabajadoras faltó y fueron las tendencias oportunistas del momento alrededor de Podemos las que tomaron la iniciativa. Entonces en 2014 y en las elecciones al parlamento europeo una tendencia reformista salida de sectores del 15M y agrupados en el manifiesto aprovechó la situación y nació Podemos que recondujo hacia el parlamentarismo las ilusiones y luchas de estos días hacia el electoralismo. Entonces vendieron la posibilidad de solucionar los problemas a través de las elecciones y pactos. El oportunismo de sus dirigentes y responsables cambiando su lugar en la lucha por puestos políticos hizo el resto. Al final llevaron a un callejón sin salida todas las movilizaciones y las aspiraciones honestas de los que participaron en el 15M, las Marchas y en general a la clase trabajadora.