El capitalismo sigue deteriorando las condiciones de vida de la población trabajadora tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Por una parte está la gran patronal en su ofensiva contra el mundo del trabajo, único medio de vida de la población, a la que explota en todas partes para obtener plusvalía, atacando continuamente los salarios y condiciones laborales. Días atrás la multinacional Aernnova ha cerrado por sorpresa su planta en Sevilla dejando en la incertidumbre a cientos de trabajadores; se demuestra así, que en el capitalismo la patronal ejerce una dictadura sin freno. ¿Qué futuro nos depara el capitalismo cuando la riqueza producto del trabajo colectivo no va destinada a sostener la sociedad sino todo lo contrario?
En todas partes esa riqueza se la apropia la gran burguesía, que tiene el verdadero control político y económico y le sirve para sufragar sus intereses a nivel mundial, lo que incluye la rapiña de los recursos del planeta, por cuya causa la mitad del mismo está sumido en guerras o en conflictos armados. En Ucrania por los intereses por parte de Rusia, Europa y EE.UU. En los países del África por el control de las materias primas y recursos naturales. Miles de personas en una continua emigración mueren todos los días huyendo de la miseria y las guerras en el mar o son recluidos, expulsados, masacrados en las vallas como ocurrió en Melilla.
Estos días Israel vuelve a atacar a la población palestina. En multitud de países se han elevado voces en solidaridad con el pueblo palestino. Y en algunos se ha tratado incluso de silenciar estas protestas, tratando que seamos dóciles ante la barbarie que están llevando a cabo.
La guerra de clases contra los trabajadores es patente por todas partes. Por eso, no habrá paz hoy ni mañana, si los trabajadores y la población en general no se ponen mano a la obra y derrocan este sistema parasitario que es el capitalismo y que nos lleva a la barbarie.