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Cádiz: lecciones de la clase obrera en lucha

La lucha por un convenio digno de los trabajadores del metal en Cádiz ha puesto de relieve el malestar, la indignación y el hartazgo de la población obrera por la degradación económica y social provocada por la crisis económica capitalista que la provincia lleva sufriendo desde hace decenas de años, pero que es la misma en todo el Estado.

Una vez salidos de los confinamientos y de las medidas más extremas del tiempo de pandemia ha salido a la luz un torrente de malestar que los trabajadores y trabajadoras del metal de Cádiz han expresado en la calle. Y seguro que no va a ser un hecho aislado. Cádiz es la zona cero de las luchas obreras en los meses posteriores. Los convenios que en cascada se van a negociar van a protagonizar las protestas obreras y este malestar se va a extender mediante huelgas, protestas, manifestaciones etc.

Los resultados de una huelga

La huelga del metal en Cádiz ha mostrado la capacidad de lucha de la clase obrera cuando se une por sus reivindicaciones. Ha despertado la solidaridad en todo el Estado. Las muestras de apoyo no pararon de llegar de muchas partes, de trabajadores de otras provincias españolas, desde la Cuenca Minera de Asturias, hasta trabajadores de Galicia, también desde Argentina. El apoyo ciudadano también ha sido masivo realizándose concentraciones de solidaridad en muchas ciudades del país.
Al final el acuerdo ha consistido fundamentalmente en subidas salariales anuales del 2% – la patronal ofrecía el 0,5% y el 1,5% los años siguientes-, con una vigencia de 3 años, además en 2024, los empresarios “se comprometen a revisar” la pérdida de poder adquisitivo producida por el Índice de los Precios al Consumo (IPC) y a reembolsar el 80% de esa diferencia. Ahora sabemos que el IPC en 2021 ha terminado con una subida del 6,7%.
El acuerdo no es una victoria completa porque no se ha conseguido subir el IPC, pero sí han conseguido que la patronal firme una subida por encima de lo que se ha negociado en los convenios actualmente. Pero lo fundamental es el camino a seguir que han mostrado: la lucha obrera y la solidaridad han conseguido subir los salarios más allá de lo que hasta ahora se había pactado.
En los nuevos convenios firmados en 2021 la subida salarial se estanca en el 1,5%, frente al 6,7% del IPC actual. Además, solo el 17%, menos de un millón de trabajadores, tienen cláusula de revisión salarial con lo cual para la mayoría de la clase trabajadora solo le queda un camino, luchar por empleos y salarios dignos.

La situación de la clase trabajadora

Es en la negociación colectiva donde se puede expresar actualmente la situación y lucha de la clase trabajadora. Así mientras los millones de beneficios empresariales van a los accionistas de las grandes empresas, incluso en pandemia, la clase trabajadora ha tenido que sufrir los despidos, EREs, ERTEs, el desempleo, la precarización laboral y ahora la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
Mientras que a la patronal se le ha pagado los salarios a través de los ERTE y subvenciones a mansalva, la clase obrera ha percibido el desempleo, pagado con dinero público, amasado con las cotizaciones de los trabajadores durante años. Por no decir los despidos individuales y colectivos que se extendieron durante los años de pandemia. 3,2 millones de personas, el 16,9% de los ocupados, pese a estar empleados, no llegan a fin de mes; el porcentaje de empleados temporales en España alcanzaba el 24,7 % a cierre de 2020. Según los datos del SEPE de mayo, la duración media de los 1.487.648 contratos que se firmaron en este periodo no llegó a los 53 días.
De ellos, uno de cada cuatro fue inferior a una semana. Los menores de 29 años firman uno de cada tres contratos temporales. A pesar de que la temporalidad se ceba con todos los grupos de edad, los menores de 29 años son los que más la sufren. De los casi cuatro millones de asalariados existentes en España en el primer trimestre del año 2021, según la EPA, más de un 30 % pertenecen a este grupo de edad.
Pero no es la temporalidad en sí misma lo que marca el empobrecimiento de la clase trabajadora, son los salarios que pagan. Porque es la patronal la que se beneficia de pagar menos salarios con los contratos por horas, por semanas o temporales. Por ejemplo, pagan menos salarios si se contrata a trabajadores por horas o por semanas porque la hora se paga igual que si se contratara de forma indefinida. Así contratan en condiciones flexibles, como y cuando quieran, pagando menos. Pueden contratar a varias personas durante una semana por horas por lo que les cuesta un trabajador fijo. En Amazon, Delivero, etc., es moneda común…

Los puntos negros: los acuerdos y la actuación del gobierno de “progreso”

Sin embargo, un punto negro del acuerdo de CCOO y UGT con la patronal ha sido la desconvocatoria de huelga de estos sindicatos sin contar con los trabajadores y sin realizar una asamblea de trabajadores general. Una vez más la burocracia sindical, las cúpulas de estos sindicatos han frenado e impedido la democracia obrera. Una vez más se constata la necesidad de que la combatividad que los trabajadores expresan se organice por medio de asambleas y en este caso del sector que agrupen a toda la clase trabajadora y decidan eligiendo comités de huelga revocables. Pero esto no ha sido posible en Cádiz.
Toda la energía de nueve días de huelga, el apoyo popular generalizado se pierde al estar dirigido fuera de la clase obrera por la burocracia sindical. Por ello es una lección que hay que aprender para el futuro de las luchas. Es necesario que haya militantes obreros que desarrollen un programa de lucha y asambleas.
El otro punto negro ha sido la actuación del autodenominado “gobierno de progreso”. Una vez más se ha constatado que el reformismo del PSOE y de Unidas Podemos es pernicioso para la clase obrera. Es más, han sido la herramienta más valiosa de la patronal al organizar la represión de la lucha. La imagen de una tanqueta arroyando una escuela pública y circulando por la barriada obrera de Río San Pedro es demostrativa de lo que es el gobierno que se dice de izquierdas.
Ni siquiera Yolanda Díaz ha tenido el valor de asistir a las manifestaciones en Cádiz y apoyar a los huelguistas. Además, ha permitido a la extrema derecha criticar al gobierno y darse el gusto de “apoyar” a los trabajadores de Cádiz. Es el problema de aquellos que apareciendo como izquierdistas no son más que oportunistas en busca de un sillón o poltrona política para después sembrar el desencanto en los trabajadores, abriéndole paso a la extrema derecha.
Ante esta situación en Cádiz se ha empezado, pero el malestar saldrá a borbotones porque la explotación no tiene solución en el capitalismo: Para mantener los beneficios y sobrevivir en época de crisis como la nuestra, la patronal tiene que atacar a los salarios y las condiciones de trabajo: trabajar más, en peores condiciones, con la introducción de las nuevas tecnologías, -teletrabajo, robotización…-, etc. ¡Es la lucha de clases y será inevitable: o ellos, la patronal o nosotros los trabajadores!

 

Un historial del luchas obreras

El movimiento obrero español tiene en Cádiz una tradición de lucha que se remonta al siglo XIX y las primeras luchas de los astilleros navales. Hay que tener en cuenta que las ideas revolucionarias del socialismo en estos años entran en España a través de Cádiz en el sur y Barcelona en el noreste. Son puertos de mar importantes con un tejido industrial, en el caso de Barcelona. Fermín Salvochea encarna estas ideas en Cádiz, fundador del periódico El Socialismo, introdujo las ideas del comunismo libertario. Estas tradiciones obreras se vuelven una y otra vez a expresar en las luchas que desde hace décadas ha llevado a cabo la clase trabajadora gaditana.
La indignación y la rebeldía obrera que ha mostrado la huelga del metal de noviembre del año pasado, sus acciones masivas y el apoyo popular en Cádiz no sale de la nada. Por una parte la Bahía lleva años sufriendo los ataques del gobierno y de la patronal por otra la precariedad y el paro llevan decenas de años cebándose con la población.
La historia de los astilleros de la Bahía de Cádiz va ligada a la lucha de sus trabajadores. La industria de la bahía se ha desarrollado entorno al sector naval. Posteriormente se sentó la industria aeronáutica con Airbus. Los astilleros han sido una industria antigua desde los tiempos de la colonización americana. La posición geográfica de la ciudad y el comercio americano lo propiciaban. En los años 70 del siglo XX se impulsó esta industria aprovechando el bloqueo del Canal de Suez y la necesidad de grandes petroleros.
Pero la llegada de la crisis económica de 1973 volvió a golpear a los trabajadores. El capital se recompuso invirtiendo en las regiones del mundo con mano de obra más barata, empujando a la progresiva descapitalización de la industria naval, a los despidos y amenazas de cierre de empresas. Las luchas del final del franquismo fueron una escuela de aprendizaje que impidieron el cierre total de la industria.

LOS MOROS BABUCHEROS (1893)

Ya hemos visitado el astilleros
Que hay en San Severiano,
Donde se ocupan muchos obreros.
Hablando con franqueza le digo a ustedes
Que no está nada bien lo que allí sucede.
Al jornalero que de peón cuando allí trabaja
Sólo dos pesetas dicen que le pagan.
Pero en cambio el que se cae y se parte un brazo,
Lo llevan a casa y a nadie hacen caso.
¿Cuándo llegará la hora
Que comprenda el propietario
Que vale tanto un obrero
Como cualquier millonario?
Para el pobre que trabajando
No come más que pan duro,
Del sudor que cae de su frente
Vale una gota cincuenta duros.

Copla de carnaval de 1893 de Antonio Rodríguez Martínez

 

Pero, con la llegada de los socialistas al gobierno en los 80 del pasado siglo, llegaron otra vez las amenazas de cierre con la reconversión industrial. La indignación popular estalló y las huelgas y manifestaciones se hicieron generales. Estas luchas son la escuela de las luchas de hoy. En Junio de 1983 la factoría gaditana permaneció varios días cerrada, el clima de crispación era enorme al no llegarse a un acuerdo para equiparar los salarios de las dos factorías vecinas (Cádiz y Puerto Real). Estas movilizaciones desembocaron en la ocupación, como medida de presión, del Palacio de la Diputación Provincial a manos de 800 trabajadores.
Meses más tarde, en Diciembre de 1984, fue convocada una huelga general en la ciudad de Cádiz por Comisiones Obreras, CNT y el comité de empresa de astilleros, contra los planes de reconversión del sector naval. Más adelante, en Julio de 1995 la División de Construcción Naval (DCN) preparaba un “plan estratégico de competitividad” que incluía el cierre de las factorías de Sevilla y Cádiz, además de dejar al 50% la factoría de Puerto Real. Esto provocó acciones por parte de los trabajadores de dichas factorías que se alargaron durante meses hasta llegar a convertir la Bahía en auténticas “ciudades de barricadas”. El día 14 de julio serían las seis o las siete de la tarde, decenas de trabajadores de Astilleros ocuparon la gaditana Plaza de San Antonio. La indignación era tal contra el gobierno de Felipe González que un grupo asaltó la sede provincial del PSOE. Finalmente, el acuerdo y la consiguiente victoria parcial de los trabajadores llegó en octubre. Los y las trabajadoras de astilleros siguen siendo todo un ejemplo de la clase obrera.
Hoy esta escuela de lucha se reproduce en la huelga del metal del año pasado. El desempleo y la precariedad son la problemática más grave de Cádiz, y la extensión de la subcontratación provoca que haya trabajadores de primera y de segunda. La desindustrialización de la Bahía con los cierres de factorías de Airbus y anteriormente de Tabacalera o Delphi y otras muchas empresas, no son más que la consecuencia de los procesos capitalistas. No busquemos en otra parte la causa del paro y la precariedad. Tanto en Cádiz como en todas partes de España y del mundo las causas son las mismas. Es un sistema económico en decadencia que busca mano de obra barata allí donde pueda para explotar a los trabajadores. Parar este proceso implica tomar conciencia de que las luchas tendrá que desarrollarse hacia la abolición del sistema que lo causa: el capitalismo.

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