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Ante las próximas elecciones: El voto a la izquierda no será suficiente para frenar los ataques de las derechas. La alternativa para los trabajadores es la lucha y la movilización obrera.

A pocos días ya de las elecciones generales tanto Sánchez como Feijóo se afanan en una campaña para atraer el máximo número de votantes posible. El PSOE intenta recuperarse de la pérdida de votos tras las autonómicas y municipales, azuzando el temor real a que gobierne la derecha con Vox. Por su parte el PP no ha variado su discurso derechista, utilizando la mentira como en el asunto de Bildu y sus referencias a ETA, o con la subida de las pensiones. En sus planteamientos no tienen cabida los más desfavorecidos, justificando las desigualdades sociales y planteando el déficit público, la deuda pública, para justificar de nuevo los recortes. Visto lo que nos deparan estos representantes de la burguesía en el poder, la cuestión es: ¿Qué podemos esperar de estas elecciones y de cara al futuro las clases trabajadoras ausentes del discurso político?¿Qué objetivos buscan el PSOE y el PP en estas nuevas elecciones?

El PSOE y …

El PSOE busca recuperarse del batacazo tras la pérdida de votos pasada. Una pérdida que no debería tomarle por sorpresa. Su política y la de sus aliados en el gobierno “de progreso” durante los años que llevan gobernando se ha basado en cumplir poco o casi nada lo prometido, en mantener los recortes, así como el deterioro y las privatizaciones de los servicios públicos.

La reforma laboral, con los despidos, la ley mordaza o endurecer las condiciones de jubilación siguen presentes. Mientras tanto, las grandes empresas han elevado los precios y el aumento del IPC sigue castigando a los hogares más vulnerables, muchos con salarios de miseria. No se han atrevido a recortar más las pensiones – han mantenido los recortes de Zapatero-, pero a cambio han subido el IPC a las pensiones, sin embargo el importe de las pensiones más bajas siguen sin subirse al salario mínimo como pedía el movimiento de pensionistas, con lo cual no se puede hablar de revalorización plena de las pensiones. De momento han mantenido los años de cotización y con el último acuerdo con los sindicatos han dejado abierta la puerta a los planes privados de pensiones.

En materia de vivienda el PSOE da una de cal y otra de arena. Es cierto que ha lanzado una Ley de vivienda, pero esta está lejos de ver la luz. El problema es que mientras se utiliza el suelo público para especular, se quiere usar el suelo privado que está en manos de empresas y bancos para crear viviendas públicas. Esta situación ha llevado a que no se tengan viviendas sociales disponibles hasta el 2025.

Ha prorrogado el decreto anticrisis que garantiza que no se expulsará de su vivienda a familias vulnerables en caso de impago de alquiler o hipoteca, pero ha eliminado la medida que ponía tope del 2% al alquiler de vivienda para familias vulnerables. Y lo peor es que los desahucios siguen produciéndose porque se sigue defendiendo la propiedad privada con fines especulativos.

De cara al capital, a las grandes empresas, la cosa ha sido distinta. Por ejemplo, las ayudas al PERTE Aeronáutico, lo que ha permitido que empresas del sector aeroespacial reciban dinero público, como Airbus. Aún más, en pandemia se utilizaron los ERTEs, que pagaron los propios trabajadores de sus cotizaciones, algo que podía haber sido sufragado por los beneficios empresariales y de la banca, porque además ha sido en pandemia cuando estos beneficios han subido como la espuma, sobre todo en empresas tecnológicas.

La subida del IPC, con claro efecto sobre los productos básicos y la energía que consumen los hogares es otra muestra más de que a la burguesía no le basta con pagar bajos salarios para aumentar sus beneficios, la subida de precios va directamente a sus bolsillos.

En el último año casi la mitad de los productos de la cesta ha crecido más de un 7%, siendo los alimentos los peor parados con un incremento de media del 15%. Estas subidas no solo son causadas por el incremento de precios internacionales, sino también por la subida de precios interna provocada por unos beneficios empresariales disparados. Como dato, decir que los beneficios de las empresas crecieron un 52% en los tres primeros trimestres de 2022, casi 21.000 millones más que en 2019, dejando claro que el fuerte incremento en los beneficios y los márgenes sobre las ventas lo están disfrutando a costa del bolsillo de la población.

El gobierno de “progreso” ante esta situación, se ha limitado a bajar algunos impuestos, como el IVA o a lanzar ayudas puntuales para determinados hogares vulnerables, algo que por supuesto las grandes empresas aplauden; porque rebajar el IVA como ha hecho el PSOE, solo ha servido para que empresarios como Juan Roig, de Mercadona, se froten las manos.

Estos días busca el apoyo de los pensionistas, a los que el ejecutivo lleva años sin equiparar las pensiones mínimas al SMI, 1080 €, y además teniendo en cuenta que para alcanzar la jubilación hay que trabajar cada vez más años, 27, – medida impuesta por Zapatero-.

Y también busca el apoyo de las mujeres, reivindicando una ley para la representación paritaria en los órganos de decisión políticos y económicos. Se olvida de las condiciones laborales de la mujer trabajadora, que sigue cobrando salarios más bajos en todas partes y con condiciones laborales precarias. Porque en H&M o en Zara, o en la dependencia, las empleadas del hogar, las “kellys”, en el Telemarketing…, son en su mayoría mujeres y eso no evita que el empresario les pague salarios de miseria y las explote a diario.

Y este guion es más o menos el que la pseudo izquierda reformista va a seguir aplicando, consistente en leves medidas para contentar según el momento a sectores concretos de la población, pero sin un alcance general. El problema es que por una parte son medidas como decimos de corto alcance. Por ejemplo antes que exigir a los empresarios cumplir los convenios, los horarios y salarios, beneficiando a los trabajadores y a las trabajadoras por igual, se saca de la manga una Ley de paridad que nada tiene que ver con la mejora de las condiciones laborales.

El resto de medidas, que incluyen partidas presupuestarias para llevarlas a cabo, muchas están subordinadas a la propiedad privada y a la banca para su puesta en marcha y funcionamiento. Por ejemplo, las Becas para un millón de estudiantes, que no resuelve el problema real de falta de acceso gratuito a la formación, y así seguimos… las 50.000 viviendas de la Sareb, financiar 45.000 nuevas plazas de FP, ayudas a las hipotecas…, eso sí, si no se le ha olvidado, prometió que los mayores podrán ir al cine por 2 euros.

En lugar de coger los beneficios empresariales para invertir en educación, en vivienda, etc… se sigue parcheando para favorecer los intereses de la burguesía y grandes empresas, para que estas puedan mantener sus beneficios a costa de la población trabajadora.

… y el PP la misma m… es

El PP por su parte está utilizando su ya conocido discurso, vuelve a explotar su mantra de la propiedad privada y el dinero, habla claramente que aplicará más recortes y privatizará aún más los servicios públicos. Ha presentado un programa ininteligible en el que mezcla todo sin referirse a nada en concreto.

Mientras no ha propuesto subida al SMI, ha quedado claro que para su revisión incluirá a unos “expertos”, además de los sindicatos y de la CEOE. Nada sobre la reforma laboral, ni por supuesto de la Ley Mordaza que seguirá empleando la violencia contra los trabajadores que reclamen mejoras laborales o protesten ante los ataques de la patronal.

La patronal con la CEOE en cabeza, que está tras él, esperan que se puedan materializar nuevas medidas de impulso económico, traducidas en ayudas y subvenciones. No en vano Feijóo se ha opuesto a los impuestos temporales a los beneficios extraordinarios a la banca y las empresas energéticas que ha aprobado el Congreso por la amplia mayoría que sostiene al Gobierno. Y eso que el sector bancario ha hecho público los beneficios ganados en 2022: más de 20.800 millones. Feijóo ha basado su campaña sobre todo en atraer a inversores y empresas, visitando fórums, ferias o congresos profesionales. La patronal está con él.

Igual de ambigua presenta su política de inmigración, que basará en el “mérito” valorando determinadas capacidades del inmigrante para decidir si puede quedarse y regulando la salida del país “a través de acuerdos mejorados con los países de origen…”. Esta ambigüedad es en realidad una declaración de intenciones que busca alinearse aún más con las políticas derechistas, que la UE propone, en materia de control de fronteras y de regulación de la inmigración y que buscan favorecer a los empresarios con los acuerdos de contratación en origen, por ejemplo.

Por su parte VOX está aprovechando todo el terreno que la derecha del PP le está cediendo. El ejemplo es esta clara propuesta en avanzar más en leyes contra la inmigración, le da a VOX un altavoz para que llene ese vacío. Este ha estado apoyando su discurso electoral en la idea de que, si se echan a los inmigrantes, vendrá la recuperación económica, tras la que se esconde a su vez, la propaganda para atraer el voto de la clase trabajadora.

En el programa de VOX no solo están ausentes medidas a favor de los inmigrantes, también el rechazo a las actuales políticas de apoyo a la mujer, llegando a negar la violencia de género. Su política se basa en lanzar continuas propuestas con el objetivo de atraerse a sectores de las clases populares y trabajadoras, que son quienes lo están pasando mal. Y lo hace mintiendo respecto a las causas de la crisis.

Así echa mano de continuas referencias de que se pueden conseguir mejores condiciones laborales, salarios o más servicios servicios públicos si no se gasta dinero en sostener a los inmigrantes, a los parados, a los más desfavorecidos, y se eliminan gastos supérfluos según ellos, como los destinados a fomentar la igualdad de la mujer y su emancipación. La ultraderecha de VOX lanza la fórmula que restando de la ecuación los problemas que ha creado el capitalismo, dejando de lado la inversión en políticas sociales, todo irá a mejor. Sus apariciones son exhibiciones de ignorancia, donde tras el negacionismo climático, el machismo, la xenofobia y la defensa de la propiedad privada, se esconden verdaderos intereses de clase capitalista a favor de los que más tienen.

Con la derecha y la extrema derecha nada cambiará, y la situación social y económica se agravará para la clase trabajadora, como ya pudimos ver durante el tiempo que gobernó Aznar y luego Rajoy, pues todas estas medidas y leyes lesivas para la población trabajadora en general, nos dicen que son necesarias, pero ocultan el hecho de que favorecen a las grandes empresas y a la banca. Es decir, a la burguesía y sus negocios.

Sea cual sea el resultado de las elecciones, los recortes a las clases populares y trabajadoras continuarán, porque detrás de estos partidos está la burguesía que busca perpetuar sus intereses.

Durante las crisis los capitalistas ven amenazados constantemente sus beneficios y negocios. Esto hace que tomen medidas para estabilizar la situación. Y en el capitalismo solo se sale de la crisis aumentando los beneficios empresariales, destruyendo mercancías y medios de producción y explotando más aún si cabe la fuerza de trabajo y bajando los salarios. Es esto lo que lo hace posible, a costa del desempleo y la precarización laboral. También los recortes públicos, o las subidas de precios son utilizados como vía para aumentar los ingresos de la burguesía a costa de un menor nivel de vida de la población.

Los recortes y las crisis de la burguesía las ha dirigido hacia la clase trabajadora, que ha soportado sobre ella las condiciones laborales precarias, los despidos, los bajos salarios, los palos de la policía y la indefensión de las leyes. Y para encauzar estas medidas y hacer que la clase trabajadora genere beneficios para sus bolsillos la burguesía dispone del Estado, con sus instituciones, sus políticos, su policía y las leyes.

Es el robo social del trabajo la constante en todas las políticas de los sucesivos gobiernos. Es el sistema capitalista el que hace que para mantener los beneficios de unos pocos, la mayoría trabajadora tenga que ver reducidos sus salarios, trabajar más horas, alargar la edad de jubilación, sufrir recortes en los servicios públicos y terminar recibiendo pensiones de miseria.

Ambos, Sánchez y Feijóo expresaron claramente en el pasado debate que no tienen nada que ofrecer a las clases populares y trabajadoras. Ese espectáculo propio de Teatro de Guiñol nos mostró a un Sánchez y a un Feijóo títeres de quienes ostentan el verdadero poder, expresando un vacío de ideas y de contenido, aportando solo mentiras y medias verdades. Ni una palabra de los problemas de la población y de cómo afrontarlos. Dicho de otra forma: la burguesía no tiene nada que ofrecer a las clases populares y trabajadoras, salvo más sufrimiento y penalidades.

Por último, la izquierda piensa que su pérdida de votos ha sido por la falta de unión de la izquierda y para contrarrestarlo aparece SUMAR de la mano de Yolanda Díaz. Con su ayuda el PSOE busca aglutinar a un electorado más progresista, sobre todo a los indecisos, evitar la abstención, llama a la juventud y sobre todo llama al voto femenino.

Su programa también está repleto de promesas, destinadas a “combatir las desigualdades”. Muchas de estas medidas carecen de concreción, como la de “herencia universal”, destinar 20.000 euros del dinero de las grandes fortunas para ayudar a los jóvenes que cumplan 23 años a estudiar y independizarse. Pero incluso sin concreción para llevar a la práctica, esa medida demuestra que el problema es precisamente el robo social del trabajo, que es en definitiva de donde sale la riqueza en forma de beneficios empresariales.

Demuestra que lejos de combatir a la burguesía, quiere convencer a la población de que se pueden hacer tratos con ella. Porque falta un programa serio que contenga como prioridad controlar las cuentas y ver a donde va realmente el dinero que los empresarios se quedan de los salarios. Y solo así se puede avanzar en “combatir las desigualdades”, porque estas no aparecen porque sí, algo que parece que quiere hacernos ver la presidenta de SUMAR.

Por tanto, basar su política en más reformas no la diferencia, ni la distancia del PSOE. Dice que va a mejorar las condiciones laborales y esto, sin hablar de derogar la reforma laboral, es seguir mintiendo a la clase trabajadora. Yolanda Díaz habla mucho del papel de la mujer, de su importancia, pero su discurso, tan adulador, la delata.

Sumar es el producto del plan de caza de votos de la izquierda, dos mejor que uno, a través del uso de la propaganda más a la izquierda del PSOE, para atraerse a un tipo de electorado concreto que no votó a este, pero que en definitiva su arsenal de promesas son parecidos, si no iguales.

La clase trabajadora debe prepararse y luchar contra los recortes y ataques que vendrán

Faltan pocos días para unas elecciones en las que, independientemente del partido o partidos que gobiernen ya se intuye que el continuismo y las reformas continuarán. Porque en general el programa que se imponga a través de estos políticos estará basado en las exigencias del capital, las grandes empresas, los bancos. Naturalmente con la derecha y extrema derecha será más duro, pero con estas izquierdas reformistas y los socialistas en particular, el cambio real para los trabajadores tampoco existe con el agravante de sembrar la decepción porque no se cambia casi nada.

Que haya más o menos partidos, cuando todos se integran en las instituciones burguesas y siguen su dictado, no importa, es más de lo mismo, aunque con matices. Lo que sí que es necesario es un partido que represente los intereses de la clase obrera y populares.

Para cambiar esto, el voto a opciones de izquierda como SUMAR, en principio, puede frenar la llegada de la extrema derecha al gobierno, pero ante la crisis económica que se agrava, no será suficiente para impedir todos los ataques que los capitalistas preparan, es preciso que la clase trabajadora reúna sus fuerzas, no para ofrecerse otra vez a la burguesía que solo la necesita para explotarla, sino contra ella y sus intereses. La clase trabajadora debe conquistar sus derechos y reivindicaciones por el único medio que ha sido eficaz en la historia del movimiento obrero: la movilización y la lucha obrera.