Saltar al contenido

Recordando la Gran Recesión

En 2007 estalla la crisis de las hipotecas subprime o hipotecas basura. Estas hipotecas se habían dividido, mezclándose con hipotecas tradicionales para revenderse a los inversores. El Dow Jones cerró aquel 8 de agosto de 2007 con la mayor caída en cuatro años por el temor a la crisis hipotecaria, que terminó convirtiéndose en el peor monstruo imaginado. Desencadenada la caída por el desplome de la burbuja inmobiliaria en los EE. UU., provocó la recesión más profunda de la historia reciente y el derrumbe del sistema financiero. Los bancos cayeron en bancarrota, los mercados de valores se hundieron y los países tuvieron que recibir respaldo financiero. Todo el edificio financiero mundial se hunde en 2008 cuando quiebra el banco estadounidense Lehman Brothers. En España, con un mercado inmobiliario saturado, estalló la burbuja especulativa del “ladrillo”.

Una de las explicaciones más extendidas de la crisis que estalló en 2007 dice que se debió a la sobreespeculación en el mercado del crédito inmobiliario. No debemos olvidar que la crisis estuvo precedida por un boom hipotecario que colapsó y arrastró al resto de la economía a la recesión. En España fueron los años del “pelotazo” inmobiliario. Por esto, muchos sostienen que la crisis financiera mundial se debió a la codicia y estafa de los banqueros y a la falta de regulaciones estatales. Sin embargo no fue un problema moral. Naturalmente hubo estafas y especulación de todo tipo, pero lo que explica el derrumbe es de origen sistémico. El capitalismo es un modo de producción regido por la ganancia, por el afán de aumentar el capital invertido y no hay forma de evitar la sobreacumulación y la sobreproducción. Las finanzas se desarrollan dentro de esta lógica. El crédito, que es palanca de la acumulación del capital, potencia la sobreproducción y la especulación, agravando las contradicciones; pero no existen ganancias financieras si no provienen en última instancia de la producción y realización del valor y mucho menos plusvalía.
La burbuja inmobiliaria fue una de las manifestaciones de la crisis del capitalismo en el mundo entero. En nuestro país el resultado fue la explosión de la especulación: millones de viviendas sin vender, miles de hipotecados en los juzgados por desahucios, las empresas constructoras en quiebra y millones de trabajadores en paro. Durante aproximadamente 10 años, hasta 2008, el precio de las viviendas aumentó con subidas anuales de hasta un 17%. Según el Banco de España, en el periodo 1997-2006 el precio de la vivienda en España se había incrementado alrededor de un 150% en términos nominales, lo que corresponde con un 100% en términos reales . La única manera de mantener un negocio así de venta de viviendas es proporcionar hipotecas y créditos bancarios masivos. La especulación con el crédito y las hipotecas basura no fueron más que la forma irracional de ganar dinero a través de la producción de viviendas hasta que el mercado se saturó.
En España esto fue posible por los préstamos europeos a los bancos españoles, fundamentalmente de alemanes y franceses, 150.000 y 120.000 millones de euros respectivamente. Crearon dinero bancario, capital ficticio, en proporciones inimaginables y con un negocio especulativo de préstamos a constructoras e inmobiliarias que construían a futuro sin poseer dinero. Es más, entre 2006 y 2007 los bancos más poderosos vendieron sus inmobiliarias a los promotores más importantes del sector y les prestaron el dinero para que las compraran. Con la crisis, las inmobiliarias quebraron y devolvieron sus casas a los bancos por los créditos impagados. Los bancos españoles se convirtieron en los mayores propietarios de viviendas del país.
La explicación de las crisis tiene como punto de partida la contradicción entre la necesidad de invertir para ganar dinero, es decir el proceso de acumulación de capital, y expandir los beneficios a costa de extraer plusvalía del mundo del trabajo, por un lado; y la venta de esa masa creciente de mercancías para la obtención de rentabilidad por el otro. En definitiva, como analizó Carlos Marx en El Capital “la razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviesen más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad.”

LAS CONSECUENCIAS: LA BURGUESÍA Y SUS POLÍTICOS HACEN PAGAR LA CRISIS A LAS CLASES TRABAJADORAS Y POPULARES

En seguida los gobiernos mundiales aplicaron las mismas medidas para salir de la crisis capitalista: austeridad, es decir, recortes en los presupuestos públicos, leyes para facilitar los despidos, ayudas masivas a la banca y a las grandes empresas, congelación de salarios y precariedad laboral y disminución del empleo público. Esta política llevaba implícita el empeoramiento de las condiciones de vida de la población y el mantenimiento de los beneficios empresariales y financieros. Se rescataron las empresas y bancos en bancarrota con dinero público, a costa del empleo, de los salarios, y de los servicios públicos. La crisis capitalista la sufrimos la población trabajadora y la pagamos. Mientras tanto fueron los banqueros y grandes empresarios los que salieron a flote con beneficios millonarios.
En España, el salvamento del sistema financiero según el Banco de España ha costado 62.295 millones de euros de dinero público. El mismo banco explica que será irrecuperable en su inmensa mayoría. Solo se recuperará un 6%. Este coste ha permitido que los grandes bancos, el BBVA, Santander, La Caixa, absorbieran el resto de bancos y cajas de ahorro quebrados a precios de saldo y saneados. Lo cual ha servido para concentrar la mayoría del sistema financiero en esos tres grandes bancos. Además, la especulación con la deuda pública generada por el Estado para mantener los servicios públicos, el rescate de las empresas y bancos y el sostén de la actividad productiva gracias a las inversiones públicas, ha generado pingües beneficios a la banca. Sólo los bancos nacionales tienen aproximadamente el 30% de ella.
La clase trabajadora se empobreció a marchas forzadas y de hecho la crisis de Covid-19 no ha hecho más que agravarla. Las familias que tienen todos sus miembros en paro superaron los 1,8 millones y sólo el 67% de los desempleados cobraban el subsidio. “Durante la crisis, el numero de personas en riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) se incremento en 900.000, si bien desde el ano 2015 los datos mejoran, aunque todavía en el ano 2018 alcanza tasas del 26,1%”. El periódico “EL País” explicaba que “antes de la crisis de la covid-19, en España un 25,3% de la población (11,87 millones de personas) se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social. La tasa de 2019 es superior a la de 2008 (23,8%) y en términos absolutos representa un millón más”(14//10/2020). La mitad aproximadamente de los trabajadores estaban en paro y en precario. 10 años después la tasa ha empeorado.
La participación de los salarios en el PIB era menor que los beneficios empresariales en el primer trimestre de 2012. Los beneficios empresariales eran el 47,8% del PIB cuando los salarios superaban el 46%. Es decir, la minoría de capitalistas, se lleva la mitad de todo lo que se produce en el país, mientras que la inmensa mayoría, los asalariados, se reparten el resto. Son 535 consejeros de las 40 mayores empresas del país – Ibex 35 – los que dominan y controlan todos los resortes económicos y políticos. Esta situación social y económica no es, por consiguiente, ninguna fatalidad natural. Y para una comparación actual, en 2018 la participación de los salarios en el PIB se situaba en el 47,3% en el conjunto de España. Y la situación de desigualdad y explotación se ha acentuado con la pandemia.