Los trabajadores tenemos la fuerza para frenar los ataques de la patronal
La crisis que vivimos no es ninguna catástrofe natural, viene de la propia organización económica. Viene de la competencia por el beneficio, viene del desarrollo cancerígeno de las finanzas, viene de las leyes ciegas del mercado. Los trabajadores en las empresas estamos recibiendo continuamente ataques a nuestras condiciones de vida. Sea mediante los despidos, los EREs, los bajos salarios, adjuntar la productividad a los salarios y no al IPC, la reforma laboral, o la reforma de los convenios, los cierres de empresas, la subcontratación y división de las grandes empresas en otras para ganar dinero los grandes accionistas.
Estas medidas es parte de un plan perfectamente planificado desde la sombra por este estado mayor que son la gran patronal y los banqueros – CEOE- y el gobierno, para intentar mantener sus beneficios. Sin embargo, cuando hablan de aumentar los trabajadores en la Ford de Almusafes y se hacen fotos para salir en la prensa, no dicen los planes secretos que van preparando para ir poco a poco metiendo la idea de que es inevitable que la población trabajadora pague la crisis económica creada por la bancarrota del capitalismo. En Francia ha estallado un escándalo al revelarse que Citroën ha planificado cerrar dos empresas en ese país con 6.000 trabajadores en total y la factoría de Madrid, progresivamente hasta 2014. Al mismo tiempo, revelaron también el salario pagado al director mientras planificaba esta barbaridad, era de 9.000 euros AL DÍA. Sí, al día.
Pero lo que ellos temen es la fuerza del mundo del trabajo. Ellos saben que son una minoría – 1500 personas dominan y poseen casi la mitad de todo lo que se produce en el país-. Por todo ello la gran mayoría de la población trabajadora posee dos cualidades que nos permiten ser decisivos en contra de nuestros enemigos y nuestros falsos amigos: el número y la posición en la producción económica de la sociedad. Es decir, producimos colectivamente en las empresas y la clase trabajadora, los asalariados mantienen en funcionamiento la sociedad.
Pero hace falta una condición para ganar nuestra fuerza: tener la conciencia de que somos nosotros los que podemos cambiar las cosas y actuar.
Tenemos que participar en todas las acciones que se programen contra este estado de cosas.
Desde el 15 de Mayo hemos visto como miles de jóvenes y personas de todas las edades han mostrado su indignación ante la situación social y económica de nuestro país. A pesar de sus limitaciones, este movimiento ha mostrado la rabia de mucha gente ante un régimen político corrupto al servicio de los banqueros y de la gran patronal como el que tenemos. Los jóvenes denuncian esta situación y esta protesta fue un soplo de aire fresco que se puede convertir en un huracán si los trabajadores en las empresas empiezan la lucha, que limpie las injusticias que sufren millones de personas por la dominación de la clase capitalista sobre la economía. Fue un primer paso; después de las primeras acampadas han salido comisiones de barrios y asambleas populares que se han generalizado por toda España. Estas asambleas pueden ser el lugar donde los trabajadores, los parados, los estudiantes, etc., pueden expresar sus problemas reales. Todos sabemos por donde van los tiros: el paro con más de 5 millones de personas, la precariedad laboral, los despidos, son la base fundamental de las preocupaciones de todos.
Guerra al paro: impedir los despidos y repartir el trabajo entre todos
Debemos declarar la guerra a esta lacra social que es el paro. El futuro de nuestros hijos no es éste. Nosotros, tenemos la posibilidad de decir, ¡basta ya! De decir que hay que prohibir los despidos, hay que repartir el trabajo entre todos, sin bajar los salarios.
La gran patronal va a decir que esto no es posible. ¡Que abran sus cuentas y veremos que hay dinero para todos! Un solo ejemplo: la fortuna de los más ricos de España representa el 5% del PIB, unos 50.000 millones de euros; con solo parte de sus beneficios seria suficiente para eliminar el paro. También el pequeño empresario va a decir que es imposible; verificamos de donde vienen sus problemas y veremos que detrás están los bancos que les presionan hasta asfixiarlos.
Es imprescindible expropiar la banca
Ha salido en la prensa estos días la admisión a trámite por parte de la Audiencia Nacional del señor Botín, presidente del Banco de Santander, y su familia, por fraude fiscal. Como su nombre indica está robando a la población española, europea ya americana y está sacando un buen “botín” Por lo visto este señor, presunto ladrón, ha defraudado a Hacienda millones de euros a través de un banco de Suiza. Como dicen los jóvenes “indignados”: “tenemos la solución: los banqueros a prisión”.
Hay que entender que el dinero que hay en los bancos viene de nuestro trabajo y de nuestras economías. El dinero que hay en los bancos es de todo el pueblo, no de los banqueros y ellos lo utilizan para enriquecerse y ocultarlo en los paraísos fiscales. La única solución, además de la prisión para los más podridos, es la expropiación de la banca para que el dinero sirva para dar créditos baratos y crear empleo.
Lo llaman democracia y no lo es
Con la crisis de la economía capitalista, los políticos de todos los países de derecha y de izquierda sirven como lacayos a las grandes empresas. Estos charlatanes bien pagados que dirigen la vida política, tanto en España como fuera, ven los estragos de la crisis.
En sus reuniones internacionales hacen discursos, hablan de regulación, hacen promesas de reformas y planifican ataques contra nosotros. Una pequeña reforma necesita atacar un poco la búsqueda del beneficio, la competencia, la propiedad privada de las empresas y de los bancos, es decir, a la clase capitalista y eso no lo quieren. Los partidos mayoritarios, PSOE y PP, van de la mano con la gran patronal, no son mas que gestores y administradores de aquellos que tienen verdaderamente el poder: los banqueros y grandes empresarios.
Luego, cuando los políticos terminan sus carreras públicas se reciclan en los consejos de administración de las grandes empresas y bancos. Esto supone un buen regalo por los servicios prestados. Por ello, como se grita en las manifestaciones… ¡No nos representan!
Podemos transformar la sociedad
Pero el mundo del trabajo tiene fuerza, no solo para defenderse, sino para transformar toda la sociedad. El primer paso lo han dado los jóvenes con su indignación, que compartimos. Podemos seguir los otros pasos necesarios. Por ejemplo, hacer público todos los proyectos o cálculos sucios de especulación que hacen los dirigentes de las empresas. Se puede conocer perfectamente sus proveedores, sus clientes, los márgenes que imponen a unos y otros, incluso lo que “pasan” por debajo de la mesa. Debemos saber lo que se paga en salarios, en dividendos a los accionistas. Toda la sociedad tiene interés en controlar esto porque las grandes empresas no solo explotan a sus trabajadores sino que roban a los consumidores, a toda la población.
Algunas veces vemos pequeños campesinos asfixiados por los bajos precios que propone la gran distribución y llevan a cabo acciones para mostrar al público en general la diferencia entre lo que ellos cobran y el precio final que se paga por el producto. Estas iniciativas las podemos hacer nosotros también en las empresas; nosotros trabajadores, empleados de banca, autónomos, etc., tenemos mucho más posibilidades que los pequeños campesinos para proceder a este tipo de control. Podemos revelar todos los robos que se hacen y ver el robo a gran escala que caracteriza la actividad económica de los grandes grupos capitalistas.
Podemos preparar todo esto y ligarnos a los que hoy se mueven. Es necesario preparar juntos nuestro futuro en las empresas, en los barrios populares y preparar la respuesta a los ataques que van a venir.