Pedro Sánchez comenzó su investidura el martes 2 de febrero. Como todos sabemos en estos momentos su pacto con Ciudadanos no ha sido suficiente para lograr los 176 escaños requeridos para ser investido presidente de gobierno. Si todo marcha como hasta ahora, seguramente estamos en víspera de nuevas elecciones en junio. Las porras para los pactos no se han hecho esperar. Muchos piensan que la gran burguesía – los 35 del Ibex – presiona para que la abstención de Mariano Rajoy haga factible el gobierno de Pedro Sánchez, pues su pacto no deja dudas sobre la política a llevar a cabo contra los trabajadores. Los socialistas, digan lo que digan, han hecho un pacto que deja a los trabajadores como estaban con la reforma laboral de ZP y Rajoy, vigente en lo fundamental: cambian un contrato de nombre para abaratar el despido improcedente a 12, 16 y 20 días. Porque a la patronal lo que le interesa es poder despedir barato, gratis y cuando quieran. Por ello las causas económicas, tecnológicas u organizativas se mantienen. En los convenios más de lo mismo.
Ahora el “socialista” Sánchez quiere jugar a la izquierda queriendo pactar con Podemos, sabiendo que no podrá hacerlo pues sería un suicidio hacerlo para Pablo Iglesias con el pacto con Ciudadanos. Sin embargo a los socialistas, ¿les interesa aparecer como que no quieren hacer un pacto con Podemos e IU, sabiendo que el PNV les apoya, con la posible abstención de ERC y CiU? Todo indica que juegan a ser el “centro” progresista sin Rajoy. El tiempo dirá.
Las apuestas están abiertas. Las posibilidades son cada vez mayores para unas nuevas elecciones, sin descartar otras salidas, pero claramente se va viendo el juego politiquero de los que aparentan negociar y esconden la piedra. Porque el problema vendrá con los nuevos recortes previstos, las pensiones etc. La precariedad – 9 de 10 contratos-, los bajos salarios, los despidos y EREs, el desempleo, no son más que lacras de una sociedad capitalista enferma que vive para mantener y especular con los beneficios producidos por los trabajadores y a costa de su situación, cada vez más precaria.
Los trabajadores solo podemos hacer, como los “metreros” de Barcelona, luchar para cambiar nuestra situación. Necesitamos aumentar nuestra conciencia de clase, organizarnos, movilizarnos para crear una alternativa obrera del mundo del trabajo que sea una posición diferente, propia e independiente a la burguesía.