Por los medios supimos del “caso Koldo”, el exasesor del exministro de Fomento, José Luis Ábalos, investigado por presunta “organización criminal”, creada para lucrarse con 9 contratos públicos de compra de mascarillas, valorados en unos 54 millones de euros. De resultas lo cual el ministro socialista ha sido “invitado” a dejar su acta de diputado socialista, cosa que no ha hecho, pues de hacerlo perdería la inmunidad que el cargo le otorga.
Poco después, las mentiras de Ayuso sobre la casa donde vive y el fraude fiscal de su pareja, que hemos conocido casi al mismo tiempo que las conclusiones sobre la “comisión de la verdad”, formada por sanitarios, familiares de los fallecidos y juristas, sobre la muerte de ancianos en las residencias en Madrid durante la pandemia; estos han concluido que se podrían haber evitado miles de muertes si se hubiesen derivado los ancianos a hospitales y medicalizado los centros de mayores. Ayuso, sin duda, es responsable de estas muertes.
Mucha gente está desmoralizada con tanta corrupción a derecha e izquierda en los partidos tradicionales. Sin embargo, estos casos son “normales” y previsibles pues vivimos bajo un sistema, el capitalista, que todo lo pudre. Para que haya corruptos tiene que haber quien corrompa, eso está claro. Los sobornos y corruptelas son parte integrante del capitalismo. Al igual que hay partidas en las grandes empresas para pagar las multas por leyes que incumplirán, hay sobornos para comprar favores y trapicheos a todos los niveles. No puede haber una economía de mercado sin corrupción, al igual que no podría existir el capitalismo sin la explotación del trabajador para ganar dinero.
¡Hay que saberlo, tomar nota y actuar en consecuencia! Esta consecuencia no puede ser otra que empezar a crear una verdadera organización de los trabajadores que tumbe el sistema capitalista e imponga otro que verdaderamente esté al servicio de las necesidades de la población en su conjunto y no del beneficio.