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La corrupción de los partidos… es la corrupción del capitalismo

Asistimos estos días a otro caso de corrupción, y al circo de los medios que nos dan todo tipo de detalles, tarde y mal.  El “tufo” viene de la mano del ex ministro de Transportes y actual diputado socialista José Luis Ábalos y el caso “Koldo”, con la compra de mascarillas realizadas en pandemia. ¡Mascarillas de oro y grupos empresariales que lo mismo venden armas que mascarillas! El dinero, más de 2 millones de euros, acabó en Brasil.

Este nuevo caso de corrupción, salta poco después de lo recién acontecido con Alberto Garzón, ex coordinador de Izquierda Unida y ex ministro de Consumo en el “gobierno de progreso”, que tras haber pasado casi toda su vida política denunciando las puertas giratorias de los políticos, ha querido entrar en una por la puerta grande.

Ábalos, de momento, no va a dimitir; dice ser inocente, pero aunque esto fuese así, es el responsable político de haber nombrado y dado responsabilidades -sin controlarlos realmente- a personas corruptas. También hay que añadir que no dimite porque perdería su condición de aforado, pues la Constitución española les otorga inmunidad.

Este y otros casos, son ya demasiados, dejan ver que hay un problema de fondo, que no es otro que un sistema -el capitalista- que es corrupto y corrompe, que todo lo vende y todo lo compra, incluso a las personas para beneficio de unos pocos.

Sin embargo, el movimiento obrero hace mucho que dio con la forma de controlar estos temas y lo puso en práctica en el considerado primer estado obrero, la Comuna de París, en 1871, dónde sus representantes eran responsables y revocables en todo momento. Lo mismo se decretó para todo funcionario de las distintas Administraciones y cargos públicos, que debían ser desempeñados con salarios normales de obreros.

Hay diferencia con lo establecido en la Constitución española, ¿no es cierto?