La gigante del mueble, Ikea, ha anunciado que despedirá a 7.500 trabajadores en todo el mundo. Ikea tiene negocios en 30 países y cuenta con una plantilla de unos 160 mil empleados. Facturó hasta agosto de 2018 unos 38,8 millones de euros y aumenta cada año un 4,5%.
La empresa indica que el impacto de estos despidos no afectará a todos los países por igual. Apunta que en el caso de España, en la que tiene 18 tiendas, se estima que este sea mínimo.
En febrero de 2017, una decena de trabajadores de una subcontrata denunció a esta empresa por despidos improcedentes y por la cesión ilegal de trabajadores. Ikea siempre ha apostado por mantener unas condiciones laborales díscolas, dice ofrecer máxima flexibilidad laboral y buen ambiente de trabajo a la par que somete a la plantilla a todo tipo de prácticas antiobreras.
Con estas cifras de negocio que maneja no creemos que el dinero sea un problema para invertir en tiendas, en centros logísticos o en tecnología. Como siempre, a estos patronos cualquier excusa les vale para justificar despidos. Ikea dice que va a comenzar un proceso de adaptación y modernización, pero en palabras llanas lo que anuncia son despidos.
Unos despidos que debido a las reformas laborales les están saliendo prácticamente gratis a la mayoría de las empresas. La parte de los beneficios que esos mismos trabajadores han producido para la empresa, se ha logrado con el producto de su trabajo en condiciones de explotación,
Existe una pugna por el control de las ventas online entre los gigantes del comercio electrónico. Amazon lidera la venta online y su creciente predominio hace que el resto de empresas se ponga en guardia.
Estas guerras comerciales, llevadas a cabo por la mayoría de grandes las empresas, por controlar la mayor parte de la cuota de mercado, sacrifican los puestos de trabajo, que para el empresario y con las actuales leyes laborales son fácilmente prescindibles.
La filosofía de venta en las empresas, que quieren servir los pedidos con rapidez para sacar el máximo e productos a la venta. La tecnología ha hecho posible que se tramiten millones de pedidos en un día. Al mismo tiempo esperan que los trabajadores de los centros logísticos sirvan el mayor número de ellos. Sin pérdida de tiempo. Así, aseguran, la satisfacción del cliente aumenta, esa fidelidad asegura que el próximo pedido no lo hará a la competencia.
Los grandes perjudicados son los trabajadores, que son utilizados, explotados al límite, como parte de la maquinaria de venta. Para funcionar al ritmo que les impone el empresario, se inensifican las jornadas, los turnos, el ritmo de trabajo.
Lo único que no aumenta de forma proporcional son los sueldos, o los descansos, o la conciliación familiar. Pero también, lo único que hará posible acabar con esta situación de esclavitud es la unión de todos los trabajadores, poner bajo su supervisión y control los medios de producción tras expropiarlo a los capitalistas.