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Grecia: ataque contra las pensiones y respuesta obrera

El debate sobre la reforma de la seguridad social, especialmente sobre las pensiones, empezó en el parlamento griego el martes 26 de enero. Es uno de los aspectos del tercer memorándum que aceptó el gobierno de Tsipras en el mes de agosto pasado, bajo la presión de los acreedores, a cambio de un préstamo de 86.000 millones de euros que se pagará por partes. Cada parte está supedita a la aplicación de nuevas medidas de austeridad.

El gobierno griego ya aceptó la supresión de aquí al 2019 de un subsidio de solidaridad, que hasta ahora se sumaba a aproximadamente un tercio de las pensiones, las más bajas; igualmente aprobó subir la edad de jubilación hasta los 62 años con 40 años cotizados y hasta los 67 años con 15 años cotizados. Pero los acreedores exigen más: una reforma total del sistema.

El último proyecto prevé esencialmente una pensión mínima nacional de 384 euros, con criterios en cuanto a edad y años cotizados, a la cual se añadiría la pensión principal calculada en base a todos los años cotizados y no a los cincos últimos años, y en base al 60% del sueldo en lugar del 70%, sin que pueda superar cierto techo. Esa reforma llevaría a una bajada de un 15% de la pensión media, actualmente unos 750 euros bruto, y hasta un 30% para les pensiones superiores a 2.000 euros, lo que concierne a cerca de 50.000 jubilados de los 2 millones y medio que son. Pero los acreedores se niegan todavía a pagar una nueva parte del préstamo y siguen su prueba de fuerza con Tsipras.

Sin embargo, tal cual, la reforma del gobierno es ya un ataque inaceptable contra los trabajadores. Se suma a los de los gobiernos anteriores que, desde el 2010, han recortado las pensiones entre un 30% y un 50%, por ejemplo con la supresión de dos meses de bonus. Recientemente, las cotizaciones de los jubilados a la Seguridad Social aumentaron entre un 4% y un 6%. Vivir con 700 euros, dado los precios en Grecia, es muy difícil. Aun así muchos jubilados no cobran ni eso y cerca de la mitad viven por debajo del umbral de la pobreza.

El gobierno se defiende afirmando que intenta proteger a los más humildes. Pero no convence.

Las dos organizaciones sindicales de los sectores públicos y privados convocaron una huelga general para el jueves 4 de febrero, ya que era evidente que atacar a las pensiones significa atacar a toda la población y hundirla un poco más en la miseria. En Grecia, por el paro que concierne a uno de cada cuatro trabajadores y a uno de cada dos jóvenes, la mitad de las familias viven, o sobreviven, únicamente con la pensión de un miembro de la familia.

La huelga fue un éxito, paralizando el país con una participación casi total en el sector privado. Hasta los pequeños comercios cerraron masivamente. La manifestación en Atenas sumó a decenas de miles de participantes. Como siempre, a la hora de defenderse, los trabajadores no pueden confiar sino en su propia lucha y movilización.