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Francia: continuar la lucha, ¡en número y con determinación!

Al recurrir al 49,3 Macron ha dado un segundo aire a la movilización. Desde entonces, se han multiplicado las manifestaciones espontáneas, los mítines de apoyo a los huelguistas en las refinerías o en la industria de la limpieza, la distribución de octavillas y los paros en las empresas.

Las jornadas del jueves 23 y el martes 28 confirmaron esta renovada cólera. Tras más de dos meses de protestas y diez días de movilizaciones, los cortejos fueron masivos en todas partes y se vieron reforzados por la presencia de jóvenes, alcanzando en ocasiones un récord de participación. Todos los que se manifestaron estaban orgullosos de responder como es debido a Macron.

El regreso de los “black blocs” (Bloque Negro, grupos que acuden a las manifestaciones con pasamontañas y ropa negras) alimentó a las cadenas de televisión, ávidas de imágenes espectaculares. Para estos canales, la mayoría de los cuales pertenecen a la gran burguesía y sirven a sus intereses, era la oportunidad perfecta para denigrar la movilización, equiparar a los manifestantes a matones y, sobre todo, asustar a la gente. En otras palabras, para servirle la sopa a Macron.

Pero lo principal a recordar no son las papeleras ardiendo y los enfrentamientos con las fuerzas de represión al margen de las manifestaciones. Lo más importante es que el sentimiento de injusticia y de rabia crece en el mundo obrero. Es que cada vez más trabajadores se suman a la movilización y se oponen a las políticas ferozmente antiobreras del gobierno y las grandes empresas.

La huelga de los basureros es un símbolo de ello. Bajos salarios, falta de reconocimiento, malas condiciones de trabajo, escasas oportunidades de promoción… los basureros son una de las categorías de trabajadores más explotadas. Pues bien, ¡nos enseñan a levantar la cabeza! Nos recuerdan la fuerza de los trabajadores que hacen funcionar la sociedad. Una minoría rica puede sentarse en la cima y comprar casi todo lo que quiera con sus miles de millones, pero si no hay nadie que recoja su basura, su mundo puede convertirse rápidamente en un infierno.

La radicalidad no consiste en prender fuego a la basura, sino en no recogerla hasta que los trabajadores se salgan con la suya. Para hacerse respetar, tanto por Macron como por la gran patronal, nada más radical y eficaz que ir a la huelga, parar la máquina de beneficios de los capitalistas y ocupar los centros de trabajo.

El gobierno cuenta con la represión, las cargas con porras, la violencia policial y las multas a los huelguistas para acabar con este movimiento. Esto sería imposible con una huelga que se extendiera a todas las empresas. Ninguna empresa de CRS (antidisturbios) sería capaz de desalojar a los millones de huelguistas, y mucho menos de sustituirlos en sus puestos de trabajo.

Es la huelga la que puede darnos la fuerza para hacer que Macron se doblegue. Por el momento, se muestra inflexible. Sin embargo, ha tenido que renunciar a la pompa de Versalles y a la cena real prevista con Carlos III. Por lo demás, no se ha movido ni un ápice. Incluso se burló de los dirigentes sindicales al decir que estaba disponible para hablar de todo, ¡menos de su jubilación a los 64 años! Su actitud no sólo se explica por una megalomanía aguda.

Macron está en su papel. Gobierna para la burguesía, es decir, contra los trabajadores. Lo explicó en su entrevista en el telediario: “No hay 36 soluciones para equilibrar el sistema de pensiones”. Es cierto, hay dos: hacer pagar a la gran burguesía cuyas arcas rebosan o de las pensiones de los trabajadores.

Por tanto, el pulso está ahí y hay que llegar hasta el final. La lucha no es fácil porque la burguesía, aunque sea muy rica, está decidida a no ceder nada. A pesar de los beneficios y dividendos récord, siempre está en pie de guerra para agravar la explotación, bajar los salarios y aplastar los derechos de los trabajadores. Porque tiene que mantener su posición, y por lo tanto acumular más y más rápidamente que sus competidores, en una situación económica que se endurece con la crisis, las quiebras bancarias y la amenaza de guerra. La burguesía y Macron no quieren ceder. Pues bien, ¡nos toca a nosotros mostrar la misma determinación en la lucha!

Con esta protesta se ha abierto una brecha. Aprovechemos para reagruparnos y expresar nuestras reivindicaciones en todas las empresas. Discutamos y organicémonos en todas partes. Y sigamos reuniéndonos el mayor número posible en las calles. Lo que haga el gobierno, ¡lo pueden deshacer los trabajadores en huelga!

Traducción de Lutte Ouvrière n°2852/ 29 Marzo 2023

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