Después de 3 días de intenso debate y en medio de protestas en las calles – a pesar de la ola de calor- duramente reprimidas, después de una huelga general en el país, la Cámara de Diputados de Argentina votó a favor del proyecto “motosierra” que quiere acabar con todo lo público, la ley ómnibus por la multitud de temas que abarca ; aun así el próximo martes se tienen que volver a debatir los puntos más polémicos de la ley y esta también debe pasar por el Senado, antes de ser aprobada. Aunque esto es un triunfo para el “loco” Milei, su victoria es agridulce pues ha debido retirar la mitad de los 664 artículos del proyecto original para obtener apoyos. Falta por saber si deberá ceder aún más.
De las 41 empresas que quería privatizar, se han quedado en 27, dejando fuera a algunas de las más conocidas, como la petrolera YPF. Otras compañías sólo podrán ser privatizadas de forma parcial. Igualmente, rebaja su pretensión de imponer mayores impuestos a los trabajadores con mayores sueldos, a modificar el sistema de pensiones de forma que suponía un nuevo recorte, a su deseo de obtener plenos poderes legislativos para todo su mandato, aunque se le podría otorgar “excepcionalmente” por un año, prorrogable a dos, que igualmente es una barbaridad y supondría un desastre para toda la población.
No nos engañemos, no son los parlamentarios quienes están frenando hoy a Milei, sino la fuerza y el empuje de los trabajadores en la calle, y el poder que estos podrían tener si deciden otra huelga general indefinida y que paralizase el país el tiempo que hiciese falta. Es en la correlación de fuerzas entre las clases trabajadoras y el parlamento donde reside la cuestión: retirar totalmente o no, la ley ómnibus.
La clase trabajadores en su conjunto es la que tiene la verdadera palabra porque si los trabajadores argentinos vuelven a las calles, se plantan, ¡lo paran todo!