El próximo domingo tendremos elecciones en Andalucía. Las encuestas hablan de que volveremos a tener al PSOE de Susana Díaz gobernando, al PP con un gran descalabro pues sus votos se están yendo a Ciudadanos, -los cuales por cierto están dándose dentelladas para arañar los máximos votos posibles- y mejores resultados para Adelante Andalucía, la coalición de Podemos e IU. Únicamente la incertidumbre será si Vox, –la extrema derecha- que tantos titulares está acaparando, logrará algún escaño en Andalucía.
Durante toda la campaña, aunque nadie se moja, el tema de los pactos está muy presente. Ciudadanos -que ha apoyado al gobierno socialista durante tres años-, recientemente les retiró su apoyo, al olor del viento que ahora parece soplar en su dirección.
Por su parte Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, aunque dice a boca llena que “ni muerta” gobernaría con Susana Díaz, juega a la ambigüedad declarando al mismo tiempo que el programa de ambas formaciones tiene muchas similitudes formales, pero que con los socialistas hay un problema de credibilidad. Pero el problema del PSOE no es sólo un problema de credibilidad.
Estas elecciones autonómicas serán las primeras de un año electoral completo, pues se prevé en breve que las elecciones generales serán adelantadas, dada la imposibilidad de Pedro Sánchez de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, celebrándose también elecciones municipales.
Nada pueden esperar las clases populares y los trabajadores de las elecciones, -y más en la crisis capitalista actual- salvo recoger algunas migajas que quieran dispensarles el partido que gobierne. Ello dependerá de la fuerza de las protestas, más que de los parlamentos. Por eso, se vote a la coalición que se vote, no hay que olvidar la fuerza colectiva de los que hacen funcionar la sociedad: las clases trabajadoras.
El problema real es que no dicen la verdad: estamos en una sociedad en crisis provocada por la banca y las grandes empresas, que ganan dinero a espuertas a costa del trabajo de todos.
Precisamente los trabajadores y la población en general debemos recuperar el partido obrero con un programa y unas ideas de clase, que nos defiendan abiertamente.
Una campaña electoral es una ocasión preciosa para defender las ideas del mundo del trabajo, para confrontar ideas y contribuir a recuperar la conciencia de clase.
Una campaña electoral sería el momento propicio para exigir que se abran y se investiguen públicamente la contabilidad de las grandes empresas y bancos, que sus cuentas reales sean controladas y supervisadas por los propios trabajadores. Para instar a que se reparta el trabajo entre todos sin bajar los salarios, porque dinero hay ¡y mucho! en la sociedad capitalista.
Para difundir la idea de la expropiación sin indemnización de la banca bajo control de los trabajadores, para prohibir los despidos… en definitiva, para llevar a cabo una verdadera concienciación de clase y como consecuencia, la creación y desarrollo de un partido que verdaderamente represente los intereses del mundo del trabajo y denuncie sin paños calientes que, para transformar la sociedad, los trabajadores deben tomar el poder.