En estos días estamos asistiendo en algunas de las principales capitales de provincia a concentraciones y manifestaciones de la extrema derecha de Vox, que junto al PP, quieren torpedear los acuerdos de los socialistas con los políticos catalanes nacionalistas, los que al parecer, quieren “romper” España; sobre todo les molesta, dicen, la amnistía que han pactado. Junto a ellos, miembros pertenecientes a organizaciones neonazis y fascistas que cantaban el “Cara al sol”, portaban banderas franquistas o hacían el saludo fascista. Unas 7000 personas, según la Delegación de gobierno en la última en Madrid; se vivieron momentos de tensión y cargas entre los antidisturbios y algunos manifestantes. En otras provincias también ha habido concentraciones pero mucho menores, como la de Sevilla que apenas contó con 200 manifestantes.
La derecha siempre ha creído que la calle y el aparato estatal son suyos, de forma monolítica y compacta. Pero la burguesía también tiene sensibilidades distintas. A algunos incluso les molesta la forma democrática, como se leía claramente en una de las pancartas: “la Constitución destruye la nación». Pero en realidad, la investidura de Sánchez y la amnistía son solo excusas para lanzar proclamas racistas, homófobas y militaristas, como lo demuestran sus consignas: «Illa, illa, illa, las lecheras a Melilla», «España cristiana y no musulmana», «Marlaska maricón», o «con los moros no tenéis cojones».
Muchos de ellos creen de verdad que España se está “rompiendo” y que ellos la están “salvando”, por ello hemos visto por las redes -no sin reírnos- el video de un joven que no entiende nada, que con voz emocionada declara atónito que la policía le ha arrojado gases lacrimógenos por “puto defender a España”. Elocuente también lo que no dice el video, pero se refleja: cómo la policía los ha tratado siempre con guante blanco y a su vez siempre los ha protegido. Por eso en los disturbios se oía “qué coño hacéis, ¡si somos nosotros!”. A pesar de los altercados, parece que sólo hay 6 detenidos. Ni que decir tiene que tanto Abascal como Feijoo han culpado al gobierno de lo ocurrido.
Pero no solo desde instancias políticas, sino también judiciales, se está atizando la agitación de la derecha; por ejemplo, en las últimas horas se supo de la acusación de terrorismo para Marta Rovira, o la aprobación “preventiva” por parte de los vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), nombrados por el PP, con su mandato caducado desde hace cinco años, de una declaración contra la ley de amnistía, que todavía no está ni registrada en el Congreso.
Es el momento de recordar que a la derecha la amnistía no la asusta para nada. Todo lo contrario: ensalzaron la del 77, pues indultaron a todos los criminales franquistas. En un solo día llegaron a indultar a 1443 personas; indultaron a la cúpula de los GAL, a 17 torturadores y a 227 corruptos; han amnistiado fiscalmente a defraudadores como Juan Carlos I, o a Rodrigo Rato y a otros muchos. En el 2014 dieron carpetazo a las investigaciones de la Audiencia Nacional por los crímenes de Pinochet…
En España se han concedido muchos indultos, concretamente, según “Onda Cero”, 10.622 desde 1996 hasta día de hoy, siendo Sánchez el presidente que menos ha indultado. Con Felipe González fueron 5.944 indultos; como el de Alfonso Armada, uno de los cabecillas del intento de Golpe de Estado del 23-F. José María Aznar llegó a conceder 5.948 indultos; uno de los más sonados fue el de 10 de los 12 condenados por el secuestro de Segundo Marey… Otros indultados: José Barrionuevo, Rafael Vera, los del caso Filesa, el juez Javier Gómez de Liaño… Zapatero concedió 3.381 indultos, entre ellos el de José Antonio de la Hoz Uranga, condenado a ocho años de prisión por colaborar con ETA en secuestros. El último expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llegó a indultar a 898 personajes, entre ellos a políticos catalanes. ¿Seguimos?
La derecha y extrema derecha actúa atacando al PSOE como si éste le hubiera arrebatado antidemocráticamente el gobierno. Es una expresión propia de la derechona española para la cual el Estado y su gobierno es patrimonio de ellos. Es el mismo guión que siguieron Trump y después Bolsonaro cuando perdieron, cuando no reconocieron el resultado de las elecciones y promovieron toda clase de disturbios, como el asalto al Capitolio. Por su parte, la ultraderecha va a tratar de ganar más protagonismo en la calle pues la confusión, sembrar el miedo y el desorden les va bien.
Esta situación donde las manifestaciones fascistas aparecen y las alientan es ya conocida. Las bandas fascistas y su violencia fueron utilizadas durante la Transición -recordemos los asesinatos de los abogados de Atocha- para atemorizar a la población. Esto hizo que el reformismo de la socialdemocracia felipista recogiera y agrupara a la mayoría de las clases trabajadoras en las elecciones.
Ahora esta violencia de la extrema derecha nos avisa de los ataques que podemos sufrir la clase trabajadora cuando en un futuro se pusiera en cuestión su régimen político y el capitalismo. Hoy es seguro que quien va a salir reforzado es Pedro Sánchez: agrupará tras él a la izquierda asustada tras ver la movilización de la extrema derecha.
Pero no, para la burguesía y la derechona el problema no es el indulto, ni la amnistía. El fondo real del problema es la situación de crisis económica y social que hay detrás de toda esta actuación política. Recordemos que esta amnistía parcial que se está pactando no incluye a los delitos de opinión y acciones acusadas por la ley Mordaza.
Queda por ver si el “gobierno de progreso” el cual no ha dudado en reprimir las protestas de los trabajadores en las calles -recordemos la tanqueta en Cádiz contra los trabajadores del metal o el trato otorgado a los activistas anti desahucios- , va a aplicar contra las derechas el mismo ímpetu y rigor, la misma ley Mordaza no derogada.
Pero lo más importante es que la clase trabajadora y la población en general, no se dejen confundir y aparten sus verdaderos problemas, que desde luego no consisten en amnistías parciales para los políticos de turno. Luchar por un verdadero programa de lucha y cambio social es urgente para toda la clase trabajadora y este programa hay que imponerlo: la indexación de los salarios al IPC, el reparto del trabajo sin bajar los salarios, prohibición de despidos y desahucios, amnistía para todos los represaliados de nuestra clase, defender las pensiones, la sanidad y la educación pública y la expropiación del sistema financiero y las grandes empresas.