Este pasado domingo cientos de miles de personas se han manifestado en todo el país, en las principales capitales de provincia convocados por PP, Vox y la extrema derecha fascista. Es la continuación de las concentraciones en las sedes del PSOE para torpedear los acuerdos de los socialistas con los políticos catalanes nacionalistas, los que al parecer, quieren “romper” España; sobre todo les molesta la amnistía que han pactado. El objetivo del PP y Vox es desgastar y presionar a Pedro Sánchez hasta que haya nuevas elecciones y así ganar el gobierno. Utilizan la estrategia que siguieron Trump y Bolsonaro cuando perdieron, cuando no reconocieron el resultado de las elecciones y promovieron toda clase de disturbios, como el asalto al Capitolio.
Sin embargo la derecha concede amnistías e indultos cuando le interesa. Ensalzaron la del 77, pues amnistiaron a todos los criminales franquistas. Han amnistiado fiscalmente a defraudadores como Juan Carlos I, Rodrigo Rato y otros. En España se han concedido 10.622 indultos desde 1996 hasta hoy, siendo Sánchez el presidente que menos ha indultado.
La gran afluencia muestra la movilización de la derecha a través del mensaje que ha calado en ciertos sectores: el anticatalanismo, la “unidad” de España, la “traición” y la “dictadura” de Sánchez y su gobierno “social-comunista”. Muchos de ellos creen de verdad que España se está “rompiendo” y que ellos la están “salvando”. Es el nacionalismo españolista contra el catalanista que busca enfrentar a los pueblos y que se utiliza para culpar a los “otros” de la degradación de la situación social y así ocultar la verdadera realidad: la explotación social del pueblo trabajador para beneficio de las grandes empresas y bancos.
Respetando el derecho a decidir sobre la independencia, creer que la independencia de Cataluña va a resolver los problemas acuciantes de la sociedad es un engaño. De la misma manera, creer que la amnistía y un referéndum van a “romper” España, otro.
El fondo real del problema es la situación de crisis económica y social que se oculta detrás de toda esta actuación política. ¿Qué diferencia hay entre la patronal catalana, andaluza o madrileña, francesa o alemana…? ¡Ninguna! Todas, con sus políticos al frente, buscan extraer la máxima plusvalía de la clase trabajadora y utilizar los Estados y las fronteras para sus intereses.
Y aunque puedan beneficiar a los socialistas los ataques a su sede porque agrupen tras sí el miedo a la extrema derecha, desvían la atención de los problemas reales de la vida. En esta situación la responsabilidad de los socialistas y su gobierno de “progreso” es mayúscula. La privatización de las empresas y servicios públicos, en especial la sanidad y las pensiones, el deterioro y precarización de la juventud trabajadora, los ataques a los salarios con la inflación, las reformas laborales que no reforman nada, la concertación social con la patronal y los sindicatos burocratizados etc., son causas del desencanto y desmoralización que lleva a la desmovilización social de la clase trabajadora.
Hay que recordar que fueron los socialistas, junto al PCE de la Transición los que mantuvieron a los herederos del franquismo en el poder a cambio de su legalización. Después los socialistas se encargaron de mantener el sistema capitalista atacando las condiciones de vida de los trabajadores con las reconversiones industriales, privatizaciones y atacando los salarios para mantener los beneficios de la burguesía.
No hay que dejarse confundir con tanto barullo ni con amnistías parciales que no van a afectar a todas y todos los trabajadores y activistas represaliados. Para salir de la división y enfrentamiento nacionalista solo queda un camino: luchar por un verdadero programa de lucha y cambio social para toda la clase trabajadora, y habrá que imponerlo: la indexación de los salarios al IPC, el reparto del trabajo sin bajar los salarios, prohibición de despidos y desahucios, amnistía para todos los represaliados de nuestra clase, defender las pensiones, sanidad, educación pública y expropiación del sistema financiero y las grandes empresas.