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Cara a cara, Sánchez, Feijóo: teatro, puro teatro y del malo

El pasado lunes se realizó el debate entre Sánchez y Feijóo de cara a las elecciones generales. Fue una mala escenificación de dos políticas que nunca van a cuestionar la dominación de la gran patronal y de la burguesía, en definitiva, del sistema capitalista.

Como todos sabemos el sistema electoral beneficia a los grandes partidos. Es una democracia amputada. Los regímenes políticos tienden a organizar la gestión del Estado a través de dos grandes partidos, a derecha e izquierda del régimen del capital. Así cuando la crisis apremia y los periodos de movilización social arrecian, cuando el sistema puede entrar en crisis, las fuerzas de las clases dominantes liberan el malestar social a través de las elecciones y los representantes populares que se integran en los gobiernos.

Por ello ni el debate, ni unas elecciones van a solucionar los problemas reales de la clase trabajadora porque el poder económico y social de la burguesía no está en cuestión. Creer en la democracia capitalista, es caer en una trampa que permite integrar a la clase trabajadora en el Estado, encerrándola en una ratonera que soluciona poco o nada y permite que la desilusión y la desafección a la izquierda recomponga el régimen político a través de la alternancia entre sus dos grandes partidos.

El debate entre Sánchez y Feijóo ha escenificado la recomposición de este bipartidismo burgués en el cual la derecha del PP le lleva la delantera a los socialistas, según las encuestas. Así mientras el Partido Popular ha engullido a Ciudadanos, el hundimiento de Podemos le abre la puerta al PSOE como partido mayoritario a la izquierda.

En el debate Feijóo utilizó datos falsos o manipulados. Sánchez no tuvo la capacidad de responder de una manera clara y contundente. Al final fue un cara a cara embarrullado y sin claridad, interrupciones continuas sin propuestas a los problemas de la clases populares y trabajadoras.

La sombra de Vox y la extrema derecha aliada al PP y sus políticas contra la cultura, los derechos de las mujeres y de la clase trabajadora, ya claramente puestas en marcha tras las elecciones autonómicas y municipales, no es suficiente para frenar a la reacción, porque detrás de todo ello está una crisis económica y social de un sistema económico que a través de esta ola reaccionaria, busca la división y el enfrentamiento social entre iguales, para mantener la dominación de una burguesía que parasita el mundo del trabajo para mantener sus beneficios expresados en las grandes empresas del Ibex 35: más de 65.000 millones de euros en 2022, de los que casi nadie habla, fruto del trabajo no pagado de la clase trabajadora.

En realidad la ausencia de la clase trabajadora y sus problemas fue la conclusión más clara del debate.  El deterioro de la sanidad, la educación y los servicios públicos, su privatización más o menos encubierta, la precariedad laboral, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, los despidos, la pobreza de millones de trabajadores y trabajadoras, el acceso a la vivienda digna… fueron realmente convidados fantasmas sin soluciones o propuestas reales. Y esto es así porque inevitablemente la solución a estos problemas está fuera del propio sistema electoral de la democracia capitalista, enmarcado en puro teatro, y del malo.