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Ampliación del canal de Panamá

El próximo 26 de junio se prevé la inauguración de la ampliación del canal de Panamá, un megaproyecto liderado por la firma española Sacyr y que ha alcanzado ya la cifra de 5.581 millones de euros, muy por encima de los 2.240 millones iniciales. Para ese día están citados el rey Felipe y Rajoy, además jefes de Estado de al menos 70 países, algunos de ellos, como el propio país anfitrión, son paraísos fiscales, y se unirán así junto a corruptos, corruptores, representantes del comercio mundial, dictadores de las políticas de miseria y explotación en todo el mundo.

No se ha oído para nada, por parte de ninguno, el reconocimiento a los miles de trabajadores que perdieron la vida en la primera construcción del canal. Este permitirá mejorar el paso de grandes buques para facilitar la industria y el comercio, hecho que beneficiará a un privilegiado grupo de países. Para nada servirá a los intereses de la mayoría, la clase trabajadora, que sí ha sido testigo de sufrimientos y muerte durante la construcción de este canal. Aún hoy sus dificultades y penurias van en aumento por la crisis económica profunda que emana de las formas del capital, el beneficio de esa élite, esas cuentas millonarias que albergan paraísos fiscales como Panamá, al servicio de los que poseen la riqueza del planeta en sus manos.

La creación del canal pasó por el sueño de Núñez de Balboa, por un primer intento de Carlos V de España hasta el fracaso de Francia con Ferdinand de Lesseps, autor del Canal de Suez en Egipto, pero esta tentativa causó la muerte a 20 mil trabajadores por las condiciones de trabajo y las enfermedades con un costo de 1.400 millones de francos. Hubo de ser EEUU en 1903 quien aportó los medios suficientes para llevar a cabo la ingente obra de ingeniería además de apoyar a Panamá en su deseo de independencia de Colombia, un deseo que anhelaba la burguesía panameña, que se vería recompensada rápidamente por el aumento del comercio.

EEUU, en virtud del tratado Hay-Buneau Varilla firmado con Panamá, tenía el control sobre la construcción, el uso y el control del canal. Se estableció en una franja del país y contrató a unos 83.000 trabajadores, provenientes de las islas caribeñas inglesas y francesas. Alrededor de 20.000 de ellos murieron por enfermedades y las duras condiciones de trabajo.

En 1905 se pensó en contratar obreros chinos, aunque sólo llegaron cuatro de los 5.000 que esperaban reclutar. Las causas fueron los suicidios masivos durante la construcción del ferrocarril y los bajos salarios. A uno y otro lado de las orillas, el terreno está sembrado de muertos, algunos pocos cementerios se distinguen en las poblaciones de Paraíso o Corozal, aunque en las amplias zonas a campo abierto yacen trabajadores panameños sin orden ni concierto.

En la obra llegaron a trabajar, un año antes de su conclusión, casi 57.000 trabajadores, entre ellos 30.000 antillanos, cerca de 9.000 españoles, así como italianos (1.941), colombianos (1.403), panameños, ticos, franceses y armenios, además de los estadounidenses.

En 1914 el canal se terminó y no fue sino hasta el 31 de diciembre de 1999 que en virtud del tratado Torrijos-Carter fue entregado definitivamente a Panamá.

Vemos el símil entre la construcción inicial y su posterior ampliación; entre la ayuda interesada de EEUU en 1903 para construir el canal en un paquete que incluía desde condiciones de explotación hasta golpes de Estado. Y en 2007 se repite la jugada, la ventaja de apoyarse en los poderes políticos para sacar adelante un proyecto multimillonario con Sacyr a la cabeza. Así Panamá exigió a Zapatero salir de la lista de paraísos fiscales si las constructoras españolas querían participar en el proyecto. Así Sacyr ha sorteado la crisis y también explotado a los trabajadores en la construcción del canal. En agosto de 2015 los trabajadores del canal iban a la huelga en exigencia de una subida salarial del 8%. Además de problemas financieros, retrasos por la calidad de los materiales y lo más importante, un aumento en sobrecostos que han saltado a los medios como posibles pérdidas al final de los trabajos. Con todo, Panamá advirtió que no pagaría más de los acordado en un principio, aunque actualmente se hará con el canal, mientras Sacyr espera aún saber cuánto va a cobrar por los trabajos. Ante las elecciones que vienen, Felipe, Juan Carlos, Rajoy, etc… no tienen el menor interés en mejorar las condiciones de la clase trabajadora y sí el de figurar como representantes del capitalismo más salvaje, cuyo resultado son ellos mismos ejemplo de corrupción galopante.

Hoy, con la revelación pública de las cuentas secretas que Panamá protege, se ha puesto al descubierto, una vez más, que existe un gran robo generalizado en todo lo que producimos, una explotación del trabajo que alcanza cotas que ahora vemos con más claridad. Un sistema capitalista que crea todo lo que existe a base de explotación laboral. Resulta impactante que aquellos miles de trabajadores que murieron realizando el canal lo hicieran en las condiciones más espantosas, enfermedades, insalubridad, agotamiento, accidentes… hoy el día a día de millones de trabajadores se ve condicionado a los salarios miseria, jornadas de más de 12 horas, el paro como meta y pocas garantías de jubilarse con una pensión mínima para vivir.

Aún eso, la fuerza es la de los trabajadores ya que son los que crean riqueza. No sólo el canal de Suez o el de Panamá fue posible por el trabajo colectivo de miles de trabajadores; todo lo que la sociedad necesita lo producen los trabajadores, la mayoría de la población; la minoría que constituyen capitalistas, financieros, políticos… se apropian de ello. Pero no hay nada que impida cambiar esto.

Debemos aprender del pasado, de la experiencia, preparar las luchas que harán libre a la clase trabajadora mundial, durante tanto tiempo explotada.