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Unidas Podemos: El oportunismo en el gobierno

El gobierno de izquierda entre PSOE y Unidas Podemos nació después de que el PSOE en minoría fuera a unas segundas elecciones tras ser incapaces de llegar a un acuerdo. Sánchez tenía un grupo parlamentario lejos de la mayoría absoluta y después de echar a Rajoy y al PP del gobierno en 2018, tras la moción de censura, se convocaron elecciones generales en abril de 2019. A partir de aquí las negociaciones, los tiras y aflojas, incluso las puñaladas traperas, que no faltaron entre los socialistas y Unidas Podemos, terminaron sin acuerdo. Iglesias quería ministerios y la vicepresidencia del Ejecutivo, porque era la manera de “garantizar” el famoso “escudo social”. Tanto unos como otros se culpaban de no transigir.

Sánchez había declarado en un principio que “no podría dormir” con un gobierno con Podemos. Iglesias con tal de tener ministros había renunciado a participar en él, si fuera el obstáculo para el pacto. Al final, socialistas y podemistas, no llegaron a ningún acuerdo y sin la mayoría necesaria y una vez que los presupuestos fueron rechazados, Sánchez tuvo que convocar nuevas elecciones para el 10 de noviembre, que significó la subida electoral de Vox con 52 diputados -28 más- y la pérdida de escaños y votos de PSOE y UP que esta vez sí, firmaron un pacto en 48 horas y Unidas Podemos obtuvo 4 ministerios de los 22 y una vicepresidencia. Estaba claro que sus electorados habían castigado las maniobras, pues en verdad la pelea era por las poltronas ministeriales. La extrema derecha salió reforzada y las ilusiones de millones de personas que lucharon a partir de la crisis de 2008 en desilusión rampante. Ni siquiera el miedo a la subida de Vox logró aumentar los votos.

El PSOE no ha querido nunca en la historia política actual compartir el gobierno con un partido a su izquierda, ellos han llevado siempre la estrategia de concentrar todos los votos populares. Y como partido abiertamente pro capitalista han preferido siempre pactos con Ciudadanos y nacionalistas. Es ahora, cuando Vox se ha convertido en la tercera fuerza nacional y Ciudadanos ha dejado de ser un partido determinante en el hemiciclo, que los socialistas asumieron que no le quedaba otra salida si querían la presidencia del gobierno. Con ello han conseguido implicar a las organizaciones a su “izquierda” en una política burguesa, con ribetes sociales, que llaman “política de progreso”. De esta forma ha comprometido a los sectores que representan el voto de los trabajadores en una política de salvataje del sistema económico capitalista sin oposición parlamentaria de izquierdas. En la transición el PCE llevó la estrategia de “moderarse” más aún que el PSOE de Felipe González. Éste llevaba incluso la propuesta de nacionalizar la banca. Esta estrategia fue nefasta para el PCE porque ante la copia, el electorado prefirió el original y en 1982 las elecciones catapultaron a Felipe González al gobierno con mayoría absoluta. Son momentos distintos pero el fondo es el mismo: Sánchez puede recuperar el electorado del PSOE con la ayuda de Podemos.

Es el oportunismo político de Unidas Podemos, que por ahora permite integrar las ilusiones del electorado de izquierdas en el gobierno. Este oportunismo sacrifica por reivindicaciones concretas e insuficientes, la crítica política y económica a la sociedad. Pero también crean ilusiones en el parlamentarismo y en las posibilidades de cambio a través del electoralismo. Lenin explicaba que “…oportunismo significa sacrificar los intereses permanentes y esenciales del partido en aras de sus intereses momentáneos, transitorios y secundarios.” (¡El radical ruso reflexiona con retardo!, 1906) Unidas Podemos y sus líderes ya ni siquiera hablan de cambiar la sociedad, ni qué tipo de sociedad quieren. Es el oportunismo sin careta: solo quieren mejorar los desaguisados de la crisis y obtener buenas poltronas parlamentarias y ministeriales.
Las continuas alusiones a la “Constitución” para realizar una política más social no hacen más que incidir en el engaño. La causa de la miseria social y económica de la clase trabajadora, los despidos, el paro y la precariedad laboral no son relaciones jurídicas. Puedes tener escrito el derecho al trabajo en leyes con letras de oro que será imposible realizarlo si no se abole la propiedad privada del capital. Rosa Luxemburgo refuta con palabras de hace un siglo el reformismo actual de Unidas Podemos: “Ninguna ley obliga al proletariado a someterse al yugo del capitalismo. La pobreza, la carencia de medios de producción, obligan al proletariado a someterse al yugo del capitalismo. Y no hay ley en el mundo que le otorgue al proletariado los medios de producción mientras permanezca en el marco de la sociedad burguesa, puesto que no son las leyes sino el proceso económico los que han arrancado los medios de producción de manos de los productores.”

Es una ilusión “blindar los derechos de la gente” desde el gobierno y creando como dice una responsable de Unidas Podemos, Noelia Vera, la creación de empleo a través de una “economía verde” y a través de dinero público pues tiene el límite de los beneficios del capital. “Tiene que ver – explica- con, cómo hacemos esa recuperación del dinero público para invertir de forma diferente, tiene que ver con una reforma fiscal y tiene que ver con que paguen más los que más tienen”. Piensan que la recesión económica no supondría una vuelta a los recortes sociales tal y como sucedió en la crisis gestionada por el PSOE y el PP, sino que se abordaría con recortes que afectarán a los de arriba, a los que más tienen, y no a los de abajo. Sin embargo, todas las medidas no inciden sobre los beneficios del capital, ni inciden sobre la propiedad de los grandes grupos empresariales. Todas las medidas del gobierno de “progreso” no hacen más que salvar momentáneamente la situación a través de la concertación social. La patronal y el capital, lo repetimos, no pagan nada.

La participación de Podemos e IU – Unidas Podemos- en el gobierno, tiene que ser rentabilizada y tiene que mostrar a su electorado que ha merecido la pena entrar en el gobierno. Su discurso es mostrar que si ellos no hubieran estado en el gobierno la cosa estaría peor, y con su presencia han obligado al PSOE a hacer concesiones sociales. Ello explica las exageraciones cuando presentó Pablo Iglesias el IMV de 462 € como una medida “histórica” o Yolanda Díaz cuando dice la falsedad de que han prohibido el despido, con los ERTE. Sin embargo, los despidos que empiezan en el sector del automóvil y se extenderán en la industria ya avisan que no sirven los paños calientes.

El “olvido” de la crítica al sistema bancario del 15M, de “los banqueros a prisión” o de “la cueva de Alí Babá”, se ha pasado a callar y proporcionar liquidez y buenos negocios a los banqueros y grandes bancos en un espiral de deuda pública al alza. Pablo Iglesias personifica este cinismo del oportunismo cuando expresa que “Hay quien plantea que gestionar una crisis desde el Gobierno desgasta mucho y que menudo lío. Mejor que se dediquen a otra cosa. Cuando vienen mal dadas es cuando más hay que dar la cara, cuando más hay que trabajar para proteger a la gente y cuando más sentido cobra la política, porque son los momentos en los que toca defender lo más importante», decía Pablo Iglesias en el último consejo ciudadano atacando a los Anticapitalistas. Pero hasta ahora lo único que han hecho es pagarles los salarios a los empresarios y prestarles dinero a bajo interés a los bancos para que ellos presten con beneficios.
Los ministros de Unidas Podemos no pueden decir toda la verdad a la gente; porque sería decirles que la participación en el gobierno sirve poco y son cómplices en la ola de despidos, del paro y la miseria creciente y de lo que es peor, de los beneficios especulativos que, tanto en la bolsa como en los sectores de producción sanitaria, ahora se desarrollan. Ellos sirven a la burguesía porque no denuncian al sistema capitalista y la explotación obrera, mantienen la ilusión de que “los de abajo” “no pagan la crisis” como en 2008. Así creen que obtienen el apoyo al gobierno de coalición de los sectores de la población que sufren más la crisis. Pero de esta manera contribuyen a sostener el colapso, la anarquía del mercado económico, creando vanas ilusiones en una serie de medidas que son a lo sumo políticas de caridad pública que no atacan las causas de la pobreza y la precariedad, esto es, el paro y los bajos salarios. Lo peor es que no preparan el futuro, los ataques que prepara la burguesía para sostener su orden social y la crisis que se nos viene.

Sus medidas, los ERTE, el paro temporal, vendidos cómo lo menos malo ante el despido, supone una pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora y es costeado con dinero público. En la otra orilla, la gran patronal, banqueros y burguesía no pagan nada o casi nada, ahorran salarios y cotizaciones. Su batalla está en sacar el máximo rendimiento a la crisis compitiendo por las máximas ganancias y ayudas públicas y al menor coste de sus bolsillos. Y si es necesario nacionalizar empresas en quiebra, incluso sectores enteros, para así garantizar los negocios de las empresas “rentables”, lo harán.