Decir la verdad es la virtud de los revolucionarios, aunque ahora no se perciba. En toda situación crítica donde la sociedad entra en crisis aparecen siempre dos disyuntivas sin solución de continuidad. Por una parte, está el mantenimiento de la vieja sociedad y por otra, la nueva que aparece. Crisis significa cambio, es el momento en el cual la situación social experimenta un retroceso o una evolución. Es el momento en el cual se puede emitir una explicación enjuiciando lo que ocurre. Revolución significa transformación de raíz de la sociedad. La extrema derecha atiza el viejo fantasma del comunismo. El mismo hecho que ataquen al gobierno de “comunista”, implica el miedo que la burguesía tiene a su verdadero significado.
Naturalmente no sabemos de qué manera aparecerá el momento álgido de la lucha de clases. Pero sí sabemos que vamos a vivir momentos duros para la clase trabajadora y no sólo en nuestro país. De hecho, son las maneras de encarar la actual situación y los programas y reivindicaciones de lucha, los que marcarán el camino y este camino, como el virus, será internacional.
En una situación histórica de crisis, la lucha de la clase trabajadora está orientada por las condiciones que marca el capitalismo y la política de aquellos que los representan sindicalmente y políticamente y los utilizan para salvar el sistema capitalista. Pero la situación social y económica es siempre más fuerte que esas direcciones burocráticas e integradas en el sistema. Es necesario levantar un programa político comunista que proteja a la clase trabajadora y plantee el derrocamiento de la sociedad capitalista hasta tomar el poder por los trabajadores; hay que hacerlo y organizarlo porque es la única posibilidad para poder cambiar la sociedad aprovechando el devenir histórico.
Rosa Luxemburgo refutaba así, al oportunismo y reformismo de la socialdemocracia en el primer cuarto del siglo XX: “No es cierto que el socialismo surgirá automáticamente de la lucha diaria de la clase obrera. El socialismo será consecuencia de (1) las crecientes contradicciones de la economía capitalista y (2) la comprensión por parte de la clase obrera de la inevitabilidad de la supresión de dichas contradicciones a través de la transformación social”. Estas palabras mantienen hoy toda su vigencia.
El problema actual es la necesidad de acrecentar la conciencia de clase de los trabajadores, porque “la clase obrera” necesita militantes que expliquen “la inevitabilidad de la supresión de dichas contradicciones a través de la transformación social”. Sin esta conciencia no podremos cambiar la sociedad y esta es nuestra responsabilidad.
Muchas veces la crítica hacia el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no son bien recibidas por aquellas personas que tienen ilusiones en este gobierno de izquierdas. La coalición gubernamental se percibe como un gobierno de la izquierda que hace lo posible por ayudar a los más débiles. Incluso son percibidas las críticas como la desunión cainita propia de la izquierda. Los furibundos ataques de la extrema derecha y de la derecha al gobierno ayudan a este razonamiento. El intento de criminalizar las manifestaciones del 8M muestran lo que es la derecha. Además, las continuas llamadas del gobierno a la “unidad” nacional, el “patriotismo”, la defensa de la bandera borbónica, encajan con la situación de ataques continuos de la derecha. Esto ayuda a tapar la realidad económica y social y la crítica al capitalismo. El miedo a la enfermedad, a la precariedad y el paro, propician el deseo mayoritario de unidad en la llamada “reconstrucción”. Pero sabemos que no es solución porque significa el mantenimiento de la explotación y el salvamento de un sistema obsoleto. La “unidad” con la burguesía tras la “reconstrucción” será la trampa que hará que la crisis la paguen de nuevo los trabajadores. Buscarán palabras de “consenso”, dejar atrás “diferencias” y “maximalismos”, volver a los “pactos de la Moncloa” etc., etc., etc. Sin embargo, el cierre de Nissan y los despidos previstos anuncia el futuro que nos espera en este sistema económico.
Además, el apoyo a la concertación social con los empresarios de CCOO y UGT, y de las ministras y ministros de Podemos va a facilitar a Pedro Sánchez la gestión de la crisis para mantener la economía capitalista y cierto apoyo popular mientras el colchón amortiguador de las ayudas públicas mantenga cierto alivio en las clases populares.
Pero como comunistas revolucionarios sabemos que el sistema capitalista está en un callejón sin salida. Recuperar las ganancias, aún con todas las ayudas públicas de los Estados, incluso nacionalizando sectores en pérdidas, para que no paguen los capitalistas, tiene poco recorrido, retrasará en todo caso una crisis inevitable.
Sostener con dinero público en el tiempo la crisis económica y social, e incluso a costa de un endeudamiento mancomunado de la UE, tipo bonos corona, traerá costes inmensos para la sociedad y la población. A los trabajadores les toca soportar toda la decadencia del capitalismo, han sacado la sociedad adelante en esta pandemia; pero tenemos que explicar hasta la extenuación que, si mantienen la sociedad, tienen que gestionarla también y organizarla para el bien común.
Es, precisamente ahora, que podemos explicar que no hay soluciones dentro del capitalismo, porque su dinámica nos lleva a una catástrofe social. Las reformas fiscales, el crédito, las rentas mínimas o básicas son soluciones sobre la esfera de la distribución y no de la producción del capitalismo. Al contrario de lo que dicen el gobierno de “progreso” acrecentará sus contradicciones y la crisis se hará mayor. Históricamente solo la guerra ha solucionado las grandes crisis del capitalismo.
Las únicas soluciones posibles vendrán de actuar sobre la esfera de la producción capitalista, expropiando las industrias esenciales, el sistema financiero y planificando la economía, dirigida y controlada por los que “saben” que son los que trabajan y por objetivos sociales y no la “rentabilidad” en bolsa y sus ganancias.
La crítica al reformismo y oportunismo de PSOE y Unidas Podemos está indisolublemente unida a la crítica del capitalismo. Así la lucha de la tendencia revolucionaria contra la reformista fue implacable en los años previos de las guerras mundiales. “En realidad, la gran rapidez y el carácter particularmente odioso del desarrollo del oportunismo no son garantía en absoluto de una victoria duradera: la rápida maduración de un grano de pus en un cuerpo sano sólo puede acelerar que el absceso reviente antes, librando así al organismo de él. Lo más peligroso a este respecto son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo es una frase vacía y engañosa si no va indisolublemente unida a la lucha contra el oportunismo.” (Lenin, “El Imperialismo fase superior…”)
Hay que ser conscientes y explicar una y otra vez que las contradicciones del sistema capitalista han llegado a sus límites y como Lenin criticar a su vez el oportunismo de Podemos y el gobierno. La producción y el crecimiento entran en contradicción con la capacidad del mercado solvente. El desarrollo de las fuerzas productivas, como la digitalización y robotización de los procesos productivos y de servicios chocan con las relaciones laborales aumentando el paro y la precariedad. La uberización, el teletrabajo, las empresas de Telemárketing, y telefonía muestran esta contradicción. Sólo hay una salida: que las clases trabajadoras tomen el poder y derroquen este sistema basado en la explotación.
Más pronto que tarde, la clase trabajadora tendrá que luchar por su supervivencia y tenemos que levantar un programa de lucha obrera basado en las necesidades reales de la sociedad, y no en los intereses del dinero. La única solución a la crisis del sistema es la expropiación de los capitalistas con el objetivo de los trabajadores al poder.
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