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Sumar, un proyecto reformista más. Lo necesario es sumar luchas obreras

Yolanda Díaz, al estilo de Podemos en su momento en Vista Alegre, ha presentado en el polideportivo madrileño de Margariños su plataforma Sumar, afirmando que quiere ser la próxima presidenta del gobierno en España y que concurrirá también a las municipales que se convocarán en mayo. Estuvo arropada por casi todas las formaciones a la izquierda del PSOE y ha sido muy comentada la ausencia de Podemos.

Habló Yolanda en términos tan generales, que por momentos recordaba –salvando las distancias- las buenas intenciones de los políticos ilustrados del siglo XVIII, reivindicando la buena política, la paz social, una nueva “carta de derechos” y un “contrato” democrático, económico y social para la próxima década en España, afirmando querer reducir las desigualdades.  Ha colocado la asistencia sanitaria primaria como uno de los ejes de su proyecto, se ha comprometido a “hacer un proyecto de país para cambiar la vida de nuestras gentes”, llegando a proclamar que hay que trabajar menos sin que ello suponga una merma de los salarios. Concreciones de cómo llevar esto a cabo, hubo pocas.

La que hoy es aun vicepresidenta del gobierno  se vanaglorió de lo que han hecho desde este, que entiende como “política con mayúsculas”: subir el salario mínimo un 47%, a 1080 euros, lo cual es cierto, aunque no menos cierto que el 90% de los trabajadores han visto caer su poder adquisitivo casi en 10 puntos; reconocer la prestación por desempleo a las trabajadores del hogar, proteger a los Riders con “una ley pionera en Europa”. Olvida la vicepresidenta algún detalle, como el hecho de que la ley para proteger a los Riders, es de tan escaso calado, que es continuamente señalada por los repartidores como papel mojado ante los abusos de las plataformas. Tampoco habló contra la subcontratación o las externalizaciones que siguen denunciando las Kellys o trabajadoras del SAD.  De lo que sí habló la vicepresidenta para echarse flores fue de la “regulación de los precios de los alquileres”  ¡como si la subida de los precios del alquiler en España no hubiesen aumentado en un 50% en los últimos 4 años!

Igualmente hizo hincapié en la necesidad de la lucha feminista; ha recordado a mariscadoras, abogadas, periodistas, peluqueras, empleadas del hogar… a muchas mujeres que a pesar de que trabajan no existen para las estadísticas. Yolanda Díaz tiene la capacidad de hablar de los problemas de la población como si ella no formase parte del gobierno, como si ella no fuese la Ministra de Trabajo que ha aprobado la última reforma laboral, de la que tanto se ufana, reforma que por cierto, tras 1 año de andadura, sigue sin resolver la precariedad en España  y que oculta  el pluriempleo creciente, aunque muy a las claras el INE indica que el número de pluriempleados no deja de aumentar; según “Público”, (21 agosto de 2022) el pluriempleo “vuelve a los niveles más altos de este siglo”. Ante los problemas de los trabajadores, como por ejemplo, los de la panificadora Butrón en Cádiz, que llevan más de 4 meses en huelga por estar en condiciones de semiesclavitud laboral, la respuesta de la vicepresidenta ha sido humo.

El acto de presentación de Sumar fue pura demagogia. Ya está bien de la política de la resignación, de la política del miedo a la derecha, de lo menos malo. Por supuesto es muy lícito y comprensible que parte de la población se ilusione con los buenos gestos y palabras de Yolanda Díaz, Podemos y similares; y a la hora de votar, aun como dicen otros con menos ilusiones, los voten con una pinza en la nariz. Así sea. Pero no hay que perder de vista que todas estas agrupaciones, plataformas y uniones, terminan siendo un fiasco para la población y los trabajadores pues su perspectiva y sus intereses son únicamente electoralistas, y resuelven poco para ellos. El proyecto político que representan son, efectivamente, reformistas. O dicho de otro modo: no cuestionan al sistema capitalista, sino que se centran en apuntalarlo, en que todo funcione y haya paz social, lo que solo sirve para los intereses de la burguesía, para que el engranaje de los beneficios siga funcionando, y de paso, desmotivan a la población.

Yolanda Díaz quiere mayores cotas de poder, ¿pero para qué? Se sabe que no dudará en volver a pactar con Pedro Sánchez, es decir, en pactar más recortes –como el actual con la reforma de las pensiones- y golpes a la clase trabajadora, haciéndose cómplice de nuevos recortes y privatizaciones. Su actitud es muy similar a la de muchos dirigentes históricos del PCE y de IU que apoyándose en la base obrera obtuvieron cargos institucionales para terminar migrando al PSOE.

El gobierno de Sánchez-Iglesias primero y Sánchez-Díaz después, no sólo no han mitigado sino ratificado 40 años de recortes comenzando con las reformas laborales del PSOE y PP, la subcontratación, la jubilación a los 67 años, o la privatización de muchos servicios públicos. Estos proyectos reformistas dicen pensar en la clase trabajadora, en la población más necesitada, pero luego hablan de diversidad  y escapan por la tangente del apartidismo; recuerdan sus procedencias obreras y se reivindican de las luchas de generaciones anteriores, pero buscan siempre apagar fuegos, pactar; hacen que la población en general y los trabajadores en particular estén aceptando no solo recortes y privatizaciones que están empobreciéndoles, sino políticas reaccionarias en cuestión de inmigración, abandono del pueblo saharaui, aceptación del aumento de gasto militar, la guerra…  que con otro gobierno –como en Francia- hubieran suscitado rechazo y movilizaciones en la calle.

Así pues, ¡cuidado con los falsos amigos! Quien propone una política silenciosa, sin ruidos, que no moleste demasiado al poder de la burguesía, que no saque los pies del plato, que no moleste demasiado a los grandes empresarios y a la gran banca porque si no vuelve la derecha, están negando que todo avance conseguido por los trabajadores ha sido fruto justo de todo lo contrario: del ruido, de la tensión, de la huelga y de las luchas. Así que ¡sumar sí, pero luchas, manifestaciones y huelgas en las calles!