Tras los malos resultados electorales de los laboristas el 1 de mayo y el entusiasmo provocado por el «éxito» de Reform UK, el primer ministro Keir Starmer prometió repensar» algunas de sus políticas contra la clase trabajadora. Especialmente desde que Nigel Farage, el multimillonario, renovó su imagen de «trabajador» y prometió restaurar el subsidio de invierno para combustible de los pensionistas y eliminar el tope de las prestaciones por dos hijos.
De hecho, el recorte del subsidio de invierno para combustible de Starmer dejó a 10,3 millones de pensionistas en peor situación, incluidos 2,5 millones que ya estaban por debajo del «nivel de vida mínimo» y luchaban por llegar a fin de mes. Haber anunciado esto como una de las primeras medidas de austeridad del Partido Laborista siempre iba a causar revuelo, pero Reeves y Starmer pensaron que podían salirse con la suya.
Sin embargo, ¡no esperaban que Farage sacara provecho de sus recortes! Ahora, incluso la líder conservadora Kemi Badenoch dice que «su partido» nunca habría tocado este subsidio. Pero Starmer no ha dado hasta ahora ninguna pista de los requisitos para acceder al subsidio, si es que finalmente da marcha atrás. Respecto a cuándo, es posible que no se anuncie hasta el próximo presupuesto de octubre, ¡demasiado tarde para este invierno!
Ahora también se nos dice que «está sobre la mesa» la supresión del límite máximo de dos hijos. Pero nadie en el Gabinete de Starmer parece saber en qué mesa. Y mientras tanto, Farage está haciendo todo lo posible para tratar de robar protagonismo a los laboristas (si es que queda algo de protagonismo obrero en el gabinete laborista), mientras que Starmer está haciendo una excelente imitación de Enoch Powell(1).
Está anunciando más medidas contra los inmigrantes, que impedirán que los trabajadores extranjeros obtengan visados para trabajar en la asistencia social, por ejemplo, ¡cuando no hay otra forma de cubrir estos puestos de trabajo! Y está promoviendo literalmente el ahogamiento de los solicitantes de asilo al no proporcionar rutas de entrada seguras, que es la única manera de «detener las pateras». Cabría preguntarse «¿quién necesita un Nigel?».
Mientras tanto, la crisis del coste de la vida sigue viva y coleando. El IPC de abril alcanzó el 4,5%, ¡el más alto en casi dos años! Pero a los profesores y médicos del NHS sólo se les ha ofrecido un 4% de aumento de sueldo, mientras que al resto del personal del NHS sólo se le ofrece un 3,6%. Cuando necesitarían un aumento salarial del 30%, ¡solo para compensar el recorte en el salario real desde 2015!
Hoy, los médicos están votando a favor de la huelga, y los maestros pronto les seguirán. La patronal y sus portavoces parlamentarios están utilizando todos los recursos posibles para presionar más a la clase trabajadora. Los trabajadores de todos los sectores, tanto públicos como privados, harían bien en prepararse para un «verano del descontento».
La única manera de acabar con estas guerras
Sin duda, ha sido imposible no darse cuenta -y estar totalmente sorprendido y disgustado- por la total contradicción entre la condena generalizada de los líderes occidentales a la guerra de Putin contra Ucrania, su armamento a Zelensky contra su ejército invasor, y su apoyo al ejército invasor de Netanyahu – a quien también ayudaron a armar – contra una población de Gaza débil y empobrecida. Es decir, hasta ahora… Porque hoy, cuando ya es demasiado tarde, cuando más de 61.700 civiles en su mayoría han muerto (incluidos bombardeados) y cuando miles de niños han sufrido la amputación de miembros debido a heridas que «les han cambiado la vida», y cuando la hambruna amenaza, sí, hoy, ¡de repente deciden que unas palabras de «cautela» hacia el Estado terrorista israelí son necesarias!
Así que escriben una carta. Amenazan con dejar de enviar armas. Ahora dicen que Netanyahu y su autoproclamado gabinete de guerra «fascista» han ido un poco demasiado lejos: están impidiendo que la ayuda humanitaria llegue a la población… Pero Netanyahu estaba preparado; primero alimentando a los hambrientos palestinos de Gaza y que, además, es culpa de estos políticos occidentales -no suya- que el pueblo judío sea ahora objetivo de asesinatos por venganza en nombre de una «Palestina libre». Su primer intento de suministrar «ayuda alimentaria» a Gaza, a través de una organización privada financiada por Estados Unidos, acabó en más terror para los palestinos: varios muertos a manos de soldados israelíes y muchos heridos, cuando una enorme masa de gente corrió desesperadamente a por una caja de comida.
Cabe preguntarse por qué las víctimas de esta invasión y de esta guerra sin cuartel no son las que reciben el apoyo de los gobiernos occidentales, como en el caso de Ucrania incluida «incluso» la autoridad de «Hamás» que dirige la Franja desde 2007 y que es, por tanto, un equivalente palestino de la administración ucraniana de Zelensky. E incluso, ¿por qué no, la amenaza de un despliegue de tropas sobre Gaza?
Por supuesto, no se trata sólo de una abyecta hipocresía. La verdadera guerra que se está llevando a cabo es la guerra de los ricos contra los pobres – la fuerza imperialista contra aquellos que deben ser mantenidos en su lugar para el mantenimiento del orden imperialista. Netanyahu y su gobierno, por muy asesinos y corruptos que sean, son agentes de este orden, al igual que Zelensky. No hay «moral» de por medio. Lo mejor que puede salir de esto para los trabajadores y los pobres de este mundo es la comprensión de que estas guerras sólo pueden terminar cuando se ponga fin al dominio de este sistema imperialista. Y que ellos son los únicos que pueden hacer que eso ocurra.
(1) Enoch Powell: político conservador conocido por su racismo.
Traducido de www.theworkersfight.org 28 de mayo de 2025