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Reino Unido: «¡Nunca más» significa deshacerse, para siempre, del capitalismo y del estado-nación!

El 80 aniversario de la liberación de los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz coincidió con el día del retorno masivo de los refugiados palestinos de Gaza, desde la zona central supuestamente segura de su campo de concentración, de vuelta al norte devastado por las bombas.

Fue un contraste desgarrador. Ancianos supervivientes de los campos de concentración y líderes mundiales, encendiendo velas en Polonia, mientras la enorme y trágica masa serpenteante de palestinos avanzaba lentamente como un río interminable, por la carretera costera de Gaza a pie o en carros tirados por burros, con aspecto de pertenecer a otra época de la historia, y sin saber lo que les esperaba al final de su viaje.

Pero ninguno de los comentaristas oficiales se atrevió a establecer un vínculo, ni a señalar la terrible ironía de que los responsables de lo que también equivale a un holocausto perpetrado contra los hombres, mujeres y niños palestinos de Gaza durante los últimos 17 meses, son los descendientes de los supervivientes del Holocausto nazi. Sí, descendientes directos de quienes hoy dicen con una sola voz: «¡Nunca más!». Si hubo palabras de condena a la guerra del Estado sionista de Israel dirigido por Netanyahu contra Gaza, éstas no se emitieron.

Su hipocresía, ayer y hoy

Sin embargo, hubo algunos profesores eruditos que fueron entrevistados sobre el régimen nazi de la Segunda Guerra Mundial, que recordaron a todo el mundo que los Aliados sabían exactamente lo que estaba pasando en Alemania durante la marcha hacia el fascismo. Y cómo hicieron la vista gorda especialmente cuando se ejecutó y encarceló a las primeras víctimas de los fascistas: los socialistas, los comunistas, los sindicalistas…

De hecho, los capitalistas y los gobiernos aliados lo aprobaron abiertamente, aunque para ellos, a pesar de la depresión económica, no era necesaria una represión tan drástica de sus propias organizaciones obreras.

Por supuesto, a diferencia de los trabajadores de otros lugares, los socialistas y comunistas alemanes tenían sus propias milicias. Los comunistas habían fracasado en dos intentos de revolución. Esa fue una de las razones por las que los capitalistas alemanes convocaron a Hitler, eligiendo la solución radical del fascismo para contrarrestar la profunda crisis a la que se enfrentaban: primero, destruir cualquier amenaza de la clase obrera y, reduciendo a los trabajadores a cuasi-esclavos, aumentar los beneficios que podían sacarles. Y segundo, lanzar una nueva guerra, tras su fracaso en 1914-18, para ganar mercados extranjeros para la producción industrial alemana.

El hecho de que el fascismo de Hitler también viniera cargado de ideas racistas de paco-tilla, como la «pureza racial aria superior» y la erradicación de todos aquellos que no fueran juzgados suficientemente puros (judíos y gitanos, discapacitados físicos o mentales, sexualmente diversos…) no les molestaba. De hecho, esta discriminación a muerte estaba oficialmente avalada.

Los gobiernos británicos son culpables

Hoy en día, llamar a Gaza un enorme «campo de concentración» y comparar así de facto la política sionista con la de los nazis podría parecer una «comparación que ha ido de-masiado lejos». Pero no es posible ignorar la realidad que es Gaza, ni su historia. La cobertura de esta guerra, incluso en la pro-sionista BBC, ha expuesto el horror cometido por Israel.

Sin embargo, el apoyo de Starmer (y de Sunak antes que él) al Estado sionista y a su encarcelamiento de palestinos no debería sorprender. Tiene sus raíces en las históricas y brutales políticas coloniales británicas.

De hecho, no fueron los nazis quienes tuvieron la idea de meter a la gente en campos de concentración, sino los anteriores gobiernos británicos. En 1899-1902, durante la guerra de los bóers en Sudáfrica, y de nuevo en 1952-1960 en Kenia, durante la rebelión Mau-Mau, los británicos fueron los primeros en encarcelar a hombres, mujeres y niños en esas condiciones, matándolos de hambre y torturándolos para castigar a quienes se atrevían a rebelarse contra su gobierno. ¿Y qué eran los «H-Blocks» de Irlanda del Norte sino campos de concentración?

Hoy en día, el ascenso electoral de la extrema derecha, que incluye a los seguidores de Trump, si no al propio Trump, a Farage y Reform, a Alternativa para Alemania y al partido de Marine Le Pen en Francia, está teniendo el efecto de normalizar el racismo y los pre-juicios contra los inmigrantes. Se dice que la amenaza del fascismo se cierne de nuevo. Los supervivientes de Auschwitz afirman que el «nunca más» parece ahora una quimera. Entre los gobiernos de los países ricos hay un «nimbyismo»* patológico (la versión de Trump es la peor), que dice que hay que reforzar las fronteras nacionales y mantener fuera a los inmigrantes.

Sin embargo, el mundo de hoy no se parece en nada al de 1939. No es sólo que el capitalismo financiarizado de hoy en día esté llegando a límites surrealistas (¡con monedas «de mierda» en abundancia!), sino que hoy en día el propio planeta está en peligro. El futuro de la humanidad depende de una economía totalmente nueva, planificada a esca-la internacional, dirigida hacia las necesidades sociales, y en el fin, para siempre, del capitalismo, del Estado-nación y de la nacionalidad, lo que acabaría definitivamente con todas las formas de racismo. Es la única manera de garantizar verdaderamente el «Nunca más».

*NIMBY es un acrónimo inglés que significa «Not In My Back Yard» (no en mi patio trasero).

Traducido de workers-fight.org 29/01/2025

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