Hay que comprender la incertidumbre de muchos de los 1,5 millones de funcionarios que reciben asistencia sanitaria a través de Muface, pues de no prosperar las negociaciones con el gobierno para un nuevo convenio, deberán cambiar de médicos.
Muface es una caja especial de la Seguridad Social, organismo público, pero donde los funcionarios pueden optar por recibir asistencia médica pública o privada; el 76% de entre ellos escogen la privada. Muface se creó en junio de 1975 y aunque era una vía supuestamente para llegar a dónde la pública no llegaba, también fue una forma de “privilegiar” a los funcionarios y darle negocio a la sanidad privada. Hay que comprender también que esta vía molesta a los que defienden lo público pues no deja de ser un acceso a la sanidad privada, pero con dinero de todos. En la actualidad la desaparición de Muface, de producirse, supondría un verdadero problema pues 1,5 millones de usuarios pasarían a una sanidad pública ya de por sí saturada y bajo mínimos, dónde todo funciona mal y tarde, y en todas las comunidades autónomas, aún con sus diferencias.
El problema actual con Muface es un pulso que las compañías sanitarias privadas están echando al gobierno para conseguir mejor financiación. ¡No nos dejemos engañar ni dividir! El problema desaparecería paulatinamente con una caja única de la Seguridad Social, que se financie a través de los beneficios de las grandes empresas, pues dinero tienen ¡y mucho! Si el problema ha llegado tan lejos es porque ningún gobierno, de cualquier color político, ha tenido la valentía de apostar verdaderamente por lo público.
En esta sociedad capitalista en crisis, todo se convierte en un negocio, la salud, la educación, el servicio postal… Cuándo los beneficios no fluyen de un sector, se hinca el diente en otro y de esto son también responsables los sucesivos gobiernos, de uno y otro signo, que dicen ser gestores de lo público, pero que más bien parecen miembros del consejo de administración de las grandes empresas y bancos.