El consejo de ministros acaba de aprobar el tercer paquete de ayudas para los damnificados por la DANA en Valencia, destinado esta vez a quienes han perdido su medio de transporte, pues se han perdido 120.000 vehículos. El plan está dotado de 465 millones de euros para la renovación del parque automovilístico, con ayudas directas a fondo perdido de 10.000 euros. Los concesionarios de coches ya están frotándose las manos: desde su asociación patronal ya han indicado que acogen “con satisfacción” el anuncio del gobierno; la patronal ha ofrecido la colaboración activa de los concesionarios para que el plan sea “lo más eficaz y rápido posible”.
Con los dos paquetes de medidas previos ya aprobados, las ayudas se elevarán hasta los 16.600 millones de euros por parte del gobierno central. No obstante, los damnificados deben ser muy cautos habida cuenta de lo que vienen siendo las promesas del gobierno, el ritmo al que luego llegan tales ayudas para el ciudadano de a pie, y la cuantía final de la misma. Si llegan.
¿O recordamos la ayuda que ha supuesto el bono de alquiler joven para la vivienda?
Entre estas ayudas destaca la miseria de 5000 euros que ofrecen como ayuda al pequeño autónomo y las ayudas directas a empresas, del sector agrario, de la ganadería, caza y pesca, entre otros, para los cuales hay disponibles 135 millones de euros. Para el vecino que todo lo ha perdido, hasta la vivienda, unos 60.000 euros, que les da para comprarse, si acaso, una choza con vistas al lodo.
Por su parte el gobierno autonómico de Carlos Mazón ha adjudicado 75 millones de euros, muchos por vía de emergencia, ósea a dedo, para reparar daños en infraestructuras y, como no, algunas de las empresas adjudicatarias no son trigo limpio y aparecen vinculadas a tramas como la Gürtel o Taula. Este personaje, además, con una desfachatez total, ha aprovechado todo el revuelo de las ayudas y ha quitado el tope salarial para altos cargos de su gobierno camuflándolo en un decreto de ayudas de la DANA; una subida salarial encubierta, en definitiva.
Estas oportunidades de negocios tras las catástrofes, guerras, desastres naturales, etc., siempre se dan bajo el capitalismo. Es aquí donde se ve de forma nítida los lazos y relaciones de los políticos con la trama empresarial. Lo que es una catástrofe para la mayoría de la población afectada en Valencia y muchos de sus pueblos, son oportunidades de negocios para unos cuantos.
El dinero de la reconstrucción es dinero público y no debe servir para lucro de las empresas más grandes, y más vinculadas al lodo de la corrupción. Para que la reconstrucción fuese cierta y el dinero público no sea trasvasado al balance contable de las empresas, que harán lo mínimo, toda ella debería estar organizada, decidida y supervisada por los propios vecinos organizados en comisiones, porque nadie mejor que ellos saben qué necesitan, y como supervisarlo.