Saltar al contenido

La intervención de los compañeros de Voz Obrera en el congreso

Salud compañeros, os transmito el saludo solidario de nuestros compañeros en Sevilla.

La situación laboral en España continúa siendo de un desempleo preocupante unida a una precariedad laboral cada vez mayor; como consecuencia tenemos un empobrecimiento general de las clases populares. Como sabréis, el pretendido milagro de la recuperación española está vacío, es humo y sobre todo es extremadamente precario.

La muerte de una anciana en Reus a causa de un incendio porque se alumbraba con velas debido a que la compañía Gas Natural le había cortado el suministro indignó a todo el país y puso en evidencia la tan cacareada salida de la crisis de Rajoy. Más de 5 millones de españoles sufren lo que se ha dado en llamar «pobreza energética». El 35% de los asalariados tiene un sueldo igual o inferior a 655,40 euros, el salario mínimo y el 22% gana menos del 60% del salario medio. 54.300 hogares tienen todos sus miembros parados, 218.000 jóvenes han tenido que emigrar desde 2009.

Estos datos escalofriantes, fácilmente comprobables, muestran las consecuencias de la crisis capitalista que ha engordado los beneficios de las grandes empresas a costa de la explotación de la clase trabajadora, la pobreza y la miseria de los más débiles.

A todo esto, se le suma el miedo a los despidos, que ya es tan extendido que ni los delegados sindicales –que se supone están protegidos por la ley– se libran. Más de 500 despidos individuales diarios de media, más los colectivos han hecho que la clase trabajadora pague la crisis del capital aumentando la tasa de explotación y de ganancia de los capitalistas. Desde el año 2011 hasta el segundo semestre del 2016 fueron resueltas vía judicial 1.958,883 sentencias, solo en la primera mitad del 2016 fueron 197,637.

Las movilizaciones han disminuido a niveles de antes del 15M y la crisis. En parte ha sido provocado por el electoralismo de Podemos. La mayoría de activistas que actuaban en el movimiento de los indignados, de las mareas y de las marchas de la dignidad entraron en tromba en Podemos, que hizo creer en una salida electoral a la crisis del capital. Los sectores populares y de la clase trabajadora que estaban movilizados cambiaron su presencia y lucha en las calles por la ilusión de las elecciones. Estas ilusiones fueron alimentadas por los líderes mediáticos de Podemos que en su euforia pretendieron que para cambiar las cosas había que votar. Ahora después del periodo de votaciones la desilusión ha vuelto a muchos, pues no ha cambiado nada, tres años perdidos para que al final las componendas y maniobras de los politiqueros de turno, hayan dado otra vez el gobierno a Mariano Rajoy.

Con el nuevo gobierno de la derecha se esperan nuevos ataques a la clase trabajadora, en especial a las pensiones y nuevos recortes sociales. La subida de miseria de 55 euros del salario mínimo, uno de los más bajos de la UE (655,40 euros), ha servido para que los socialistas alardeen de «oposición» de izquierda. Lo que no dicen estos politiqueros que todavía se llaman socialistas es que ha sido a cambio de pactar unos presupuestos generales restrictivos que van a golpear aún más a las clases trabajadoras y populares.

Otra de las consecuencias ligada a este largo periodo electoral, todavía en el seno de la izquierda, ha sido la crisis del Partido Socialista. Las últimas elecciones generales y después las elecciones autonómicas de Galicia y País Vasco confirmaron la caída electoral del PS. Esto abrió la lucha dentro del partido para echar a Pedro Sánchez, el secretario general y candidato a presidente en las elecciones. El grupo de los llamados barones socialistas, con el histórico Felipe González a la cabeza, aprovechó la debacle electoral para imponer una gestora que pactara con Rajoy el gobierno de derecha, los presupuestos, y todo ello a cambio de la abstención.

Estas peleas casi públicas que han tenido los dirigentes del Partido socialista han decepcionado a muchos militantes de base y parte del electorado. Se ha visto claramente como los dirigentes socialistas tradicionales no han querido pactar con la izquierda para desbancar a Rajoy y la derecha. Al contrario, lo han apuntalado para mantener la futura alternancia y tratar de ganar tiempo para recuperar a su electorado que se ha ido a Podemos, convertido en su enemigo.

El papel de los socialistas ha quedado desacreditado con la eliminación de Pedro Sánchez, que se oponía a mantener el gobierno de Rajoy. Éste, que sigue manteniendo un núcleo relativamente importante dentro del partido, se postula para el futuro congreso como secretario general, creándose un ala izquierda dentro del partido. Sus declaraciones en un conocido programa de TV, denunciando las maniobras de los grandes capitalistas contra su postura de no votar a la derecha, causaron un impacto visible en los sectores populares de izquierda. Pedro Sánchez sólo expresó algo que es habitual en las democracias capitalistas, que son los burgueses los que ponen y quitan, los que dictan la política a sus políticos, sean socialistas o del PP. Son los grandes capitalistas los que habían apostado por un gobierno de Rajoy con apoyo más o menos directo de los socialistas.

Tras dos elecciones generales sin que dieran un gobierno de mayoría absoluta, ni los pactos para tenerla, la situación se ha traducido por el mantenimiento de la derecha –del Partido Popular– en el poder. Con el apoyo directo de Ciudadanos, partido surgido hace unos años de centro-derecha como marca blanca del PP; e indirecto de los socialistas a través de la abstención.

En este largo periodo electoral, y la aparición de Podemos, los equilibrios políticos tradicionales se han modificado; los resultados de las distintas elecciones municipales, autonómicas y finalmente las generales han venido a confirmar que han desaparecido los apoyos mayoritarios polarizados a los dos grandes partidos, Partido Popular por la derecha, y Partido Socialista Obrero Español, por la izquierda. El PP perdió su mayoría absoluta. Pero en realidad quien verdaderamente ha perdido los apoyos han sido los socialistas que han perdido 6 millones de votos de 11 que tenían con Zapatero, el último presidente socialista. Estos apoyos han ido a parar en buena parte a Podemos. Sin embargo, el PP ha mantenido 8 millones de votos, perdiendo sólo 3, de los 11 que tuvo en su última mayoría absoluta con Rajoy. En este caso un porcentaje ha ido a parar a Ciudadanos.

El acontecimiento electoral de Podemos, con 5 millones de votos, traduce un deseo de cambio en las clases populares. Sin embargo, ha decepcionado a muchos y sin duda desmoralizado a otros; Podemos no ha logrado los objetivos que se fijaban sus dirigentes, no ha logrado sobrepasar al Partido Socialista y convertirse así en segunda fuerza política, en la oposición. Pero sí ha conseguido perturbar ampliamente el panorama político tradicional y situarse en relativamente poco tiempo en la tercera fuerza política del país…

4 de diciembre de 2016


El 46° congreso de “Lutte Ouvrière”, febrero de 2017

Etiquetas: