Los resultados de las elecciones catalanas han mostrado la opinión de más del 77% del electorado, prácticamente obligado a elegir entre las opciones por la independencia y las otras. La política del miedo de Rajoy contra la independencia de Cataluña y la apuesta de Mas y Junqueras por la independencia han formado el bocadillo que ha machacado a la opinión pública durante toda la campaña. Estas estrategias tanto de los nacionalistas de derecha del PP, como la de los catalanistas, han sido convergentes. Se han alimentado ocultando la realidad económica y social que sufren los trabajadores y los más pobres con el paro, los desahucios, la precariedad y la miseria.
En Cataluña como en el resto del Estado, la crisis capitalista ha golpeado a la clase trabajadora con despidos, precariedad, bajos salarios etc. La derecha nacionalista que representa los sectores de la burguesía catalana ha utilizado el nacionalismo catalán, la independencia como arma para explicar las consecuencias de la crisis, culpar al gobierno central y así desviar los problemas reales. El gobierno del PP le ha contestado con el reverso de la medalla; así los problemas reales de la población trabajadora han quedado en un muy segundo plano, aparcando los problemas obreros y de la población como el desempleo y los recortes.
Y sin embargo nadie se ha reclamado de la clase trabajadora exigiendo que la patronal y los capitalistas paguen su crisis. Denunciando al sistema capitalista y apelando a la movilización y lucha obrera de todo el Estado sin distinción de nacionalidad, de lengua o región. El espíritu de las marchas de la dignidad, por el Pan, el Trabajo y el Techo se ha olvidado. Todos hacen confiar en los parlamentos y las elecciones las decisiones que los trabajadores tienen que elegir en la movilización y en la lucha.
Sólo la CUP, desde su ruptura con el Estado y el independentismo, han mostrado una cara anticapitalista, pero también desde su catalanismo, han caído en la misma trampa nacionalista como si la independencia de Cataluña fuera paso obligado hacia el socialismo y debilitara el poder de la burguesía. Sin embargo, no llama a la movilización obrera y general en todo el Estado y sí a la desobediencia de las leyes españolas contra la población catalana.
Las consecuencias en número de votos han sido claras. Las opciones independentistas claras, “Junts pel sí” y la CUP, han obtenido casi el 48% de los votos. Las demás que proponían desde mantener la unidad constitucional, Ciudadanos y PP, como el derecho a decidir y el federalismo en sus distintas vertientes, como “Catalunya si que es pot”, o los socialistas, han obtenido más del 52% de los votos. En puridad si Mas quería unas elecciones plebiscitarias, en número de votos las ha perdido. Recordemos que un plebiscito es un referéndum en el cual se escoge dos opciones, sí o no, a la pregunta en cuestión.
En número de escaños los independentistas de Mas y Junqueras han obtenido 62, 12 menos que en la anterior elección. Ciudadanos sube a 25, 16 más, el PP pierde 9, se queda en 11, PSC 16, se mantiene, y la coalición de Podemos con ICV, la IU catalana se da el batacazo con 11, perdiendo respecto a las anteriores 2 diputados. Y finalmente la CUP, ha obtenido 10 diputados, 7 más, con la evidente subida de los sectores independentistas anticapitalistas.
Las elecciones catalanas han marcado el penúltimo escalón electoral antes de las elecciones generales de diciembre. Las elecciones autonómicas catalanas fueron convocadas por Artur Mas anticipadamente argumentando la necesidad de que el pueblo catalán pudiera expresarse respecto a la independencia que el gobierno de Rajoy impedía. Por ello plantearon estas elecciones como un plebiscito sobre la independencia o no de Cataluña. Curiosamente la derecha de Rajoy y de Ciudadanos, así como los socialistas, que habían criticado la postura de Mas y de sus aliados en “Junts pel sí”, de convertir en plebiscito estas elecciones, resaltan que la mayoría de los catalanes han votado contra la ruptura y Mas, Junqueras y demás representantes de la coalición independentista, destacan su victoria en escaños y minimizan su derrota en votos.
Finalmente el circo electoral muestra una vez más la necesidad de construir un partido obrero y revolucionario a través de una alternativa trabajadora y solidaria que unifique las luchas, en el marco del Estado e internacional y avance hacia el socialismo expropiando los medios de producción capitalistas, planificando la economía de acuerdo a las necesidades del pueblo trabajador y no de los beneficios empresariales y financieros.