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Contra la extrema derecha, el único camino es la lucha obrera

CONTRA LA EXTREMA DERECHA, EL ÚNICO CAMINO ES LA LUCHA OBRERA

La entrada de VOX en el parlamento andaluz ha despertado las conciencias de numerosos jóvenes, trabajadores y mujeres que, indignados, sienten como la aparición electoral de la extrema derecha es una amenaza a los derechos políticos y libertades, laborales y sociales, es decir una amenaza a toda la sociedad, y buscan la manera de combatirla. Por otra parte, ha sembrado de inquietud las filas de la izquierda parlamentaria. La preocupación se ha instalado en los sueños electoralistas de tener una mayoría de progreso con el pacto Sánchez-Iglesias.

Desde hace años la extrema derecha ha crecido con cierta fuerza en el mundo, atacando a trabajadores inmigrantes, defendiendo el chovinismo nacionalista, la xenofobia, el machismo, el integrismo religioso y atacando la libertad de conciencia. En Brasil, EEUU, años ya en Francia, o Italia, Alemania, Hungría… son una realidad.

España no es una excepción. Es una evidencia que esta situación se apoya en la decepción y desilusión provocada por     el fracaso de las políticas capitalistas que las fuerzas llamadas socialistas o de centro-derecha han implementado. Esto se ha expresado en la abstención de las clases trabajadoras en las elecciones andaluzas para con la izquierda.

¿Y Podemos e IU (Adelante Andalucía)? En estado de shock, han sido incapaces de valorar críticamente lo que ha ocurrido.   Es más, Teresa Rodríguez ha propuesto al PSOE un candidato alternativo independiente.  No se les ha ocurrido pensar que el abandono de las movilizaciones y la integración de todos sus cuadros en las instituciones capitalistas ha dejado un vacío en el medio social que les aupó en las elecciones. Sin contar las peleas

internas para obtener un puesto en las listas electorales. Como una socialdemocracia “progre” han hecho lo mismo que ella: una vez tras otra, vender ilusiones a través del parlamentarismo y las elecciones.

Las soluciones definitivas a la crisis son imposibles sin acabar con el capitalismo y las parciales solo han funcionado cuando se impone una correlación de fuerzas favorable a los trabajadores por la movilización. La aparición de la extrema derecha no es un fenómeno nuevo. Es la preparación del terreno para atacar a los trabajadores y mantener el orden social de la burguesía, ante la imposibilidad de resolver la crisis económica y social en la cual vivimos desde 2008, con los medios legales y políticos habituales, tal como habían hecho hasta ahora. La necesidad de un partido de la clase obrera, en este contexto, es urgente.

La crisis económica se hace crónica y la burguesía prepara sus planes

 

En efecto, la crisis económica y social en la cual estamos inmersos, aunque muchos se empeñen decir lo contrario, ha hecho crónica la sobreexplotación del mundo del trabajo y hundido en la pobreza y precariedad a sectores muy importantes de la sociedad española y europea. En el mundo, la situación es peor: continentes enteros como África o Latinoamérica sufren la crisis doblemente por ser explotados por las potencias imperialistas y sus burguesías.

¿Quién puede extrañarse de los movimientos migratorios, de los que la extrema derecha culpa del deterioro de la situación social?

El aviso de próximas crisis, publicadas por las propias instituciones de la burguesía, como el FMI, indican el miedo de las clases dominantes a un mayor empeoramiento de la situación social y económica que pueda convulsionar la estabilidad política necesaria para sus negocios. En muchos medios se habla ya de la “deceleración de la economía mundial” y del temor a una nueva

 

Gráfico 1

 

 

 

recesión. La deuda de los Estados es inmensa. En España es lo que se produce en un año, el PIB, es decir más de un billón de euros. Es como si todos nuestros ingresos estuvieran hipotecados. Y esta deuda está en manos de banqueros y especuladores financieros que prestan el dinero al Estado al interés del mercado y obtienen los euros del BCE a 0% de interés. ¿Y por qué han tenido que pedir los

 

 

Gráfico 2

 

 

 

sucesivos gobiernos del PP ese billón de euros? Porque necesitaba sufragar los costes de la crisis salvando a banqueros y capitalistas de la ruina y absorbiendo sus deudas, salvando de la quiebra sus bancos y manteniendo sus beneficios.

La propia crisis capitalista amenaza constantemente sus beneficios y negocios. Esto hace que tomen medidas para estabilizar la situación. Y en el capitalismo solo se sale de la crisis aumentando los beneficios empresariales, destruyendo mercancías y medios de producción y explotando más aún si cabe la fuerza de trabajo, bajando los salarios (ver gráfico 2).  Y esto lo han hecho posible en España con tasas de desempleo elevadas y la precarización del mercado laboral.

Vivimos el agotamiento de un sistema, el capitalismo. La subida de la extrema derecha, en España como en el mundo, no es más que una manifestación de esa agonía, que la burguesía financia y utiliza para mantener a raya a las clases populares, controlar el periodo de inestabilidad económica y social existente e imponer medidas contra las condiciones de vida de las clases trabajadoras, solo así mantendrán los beneficios del capital a flote.

La burguesía prepara sus políticos y organizaciones, Vox es una de ellas, para tiempos de crisis.  Es por ello que la clase trabajadora necesita un partido que organice un programa de lucha, que proteja a las clases populares de la explotación y de la crisis económica y que haga pagar a la burguesía los costes de ella.

 

 

Gráfico 3

La responsabilidad de las organizaciones obreras y de izquierda.

 

Tanto en nuestro país como en el resto del mundo las organizaciones mayoritarias del mundo del trabajo están burocratizadas e integradas en el Estado. Los sindicatos mayoritarios y los antiguos partidos obreros han perdido en buena parte la credibilidad de los trabajadores. Los trabajadores se encuentran en competencia consigo mismos para obtener o mantener su puesto de trabajo. Los puestos de trabajo son temporales y precarios. Se vive con el miedo al paro cuando no al despido, la espada de Damocles del día a día. Trabajar se convierte en un objetivo a conseguir, compitiendo con otros que están en las mismas condiciones. Este hecho hace que sea posible cierta aceptación, aún minoritaria, de consignas xenófobas, racistas y antiinmigración.

De todas formas, las organizaciones sindicales todavía son para muchos en la clase trabajadora, la única tabla de salvación, el último   recurso   en   casos   de   despido, cierres   de   empresas   o negociación   del   convenio.   Y   en   verdad, son   necesarias   e imprescindibles y por eso la necesidad de luchar y recuperar la conciencia y la honestidad.  Políticamente la socialdemocracia, el PSOE, ha sido “lo menos malo” para gobernar en el boletín de voto de los trabajadores. Esto duró hasta los momentos de la crisis del 2008.  IU mantenía una limitada fuerza a la izquierda en el parlamento que tuvo sus momentos de auge con Julio Anguita en los años 90 y que después fracasó. La socialdemocratización del PCE desde la transición provocó que el PSOE de Felipe González le ganara   electoralmente   y   se   llevara   su   electorado   en   los   80. Posteriormente, las luchas contra las medidas de los socialistas provocaron desilusiones de la etapa felipista y tras el referéndum de la OTAN el resurgir de las luchas trajo consigo Izquierda Unida como la cara “radical” de la socialdemocracia. El PCE sobrevivió dentro de   esta   coalición, sin   aparecer   públicamente   como   tal,   pero viviendo  sus  cuadros  de  las  elecciones  y  volviendo  a  posiciones estalinistas  para  salvar  la  cara  y  aparecer  “radical”.  No sacaron ninguna lección de ello.  El 15M y las movilizaciones a partir de 2011, les cogió fuera de órbita y han terminado dentro de las confluencias de Podemos. Sectores de IU y PCE han rechazado la entrada en Podemos por lo que significa de renuncia al comunismo y explica parte de la disminución de votos en las elecciones andaluzas.

Podemos   y   sus   confluencias   nacieron   después   de   las movilizaciones y luchas que desencadenó el estallido de la crisis, – el 15M, Marchas de la Dignidad etc.- y fue un referente esperanzador distinto de los socialistas para las clases populares. Su estrategia a partir de su entrada en el parlamento europeo ha sido construir una organización política para ganar las elecciones superando al PSOE -el sorpasso- y obligar al PSOE a pactar; después, visto lo visto, se ha quedado en un apoyo a Pedro Sánchez. En el día a día han hecho confiar a sus votantes en las instituciones burguesas.

Podemos nunca se posicionó en favor de la lucha de clases, el socialismo y el internacionalismo, menos aún como partido de la clase trabajadora. Hay tendencias, como los anticapitalistas que defienden el socialismo y a la clase trabajadora como motor del cambio y se proclaman anticapitalistas…  en sus revistas   y en los días de fiesta. Teresa Rodríguez y Kichi son sus caras públicas. Pero Podemos no es más que la cara “moderna” de la socialdemocracia y ellos mismos se reclaman de ella, como la “verdadera socialdemocracia”, frente al social liberalismo del PSOE. De hecho, Teresa Rodríguez explicaba que su programa electoral era muy parecido al del PSOE.

Frente a la lucha de clases y la clase trabajadora ellos teorizan la diversidad, las mareas y la transversalidad. Así la clase obrera, el proletariado, eran conceptos de otro siglo, ahora serían los movimientos transversales los sujetos del cambio. El parlamentarismo y electoralismo han sido el sueño con el que adormecían las ganas de cambio de las clases populares.

Para los revolucionarios el parlamentarismo y las elecciones se utilizan como herramienta para organizar a los trabajadores, de altavoz para denunciar el capitalismo y no como medio para obtener sillones y subvenciones. El electoralismo de estos partidos no son más que un engaño que trae desmoralización y decepciones en las clases populares.

El auge de la extrema derecha en el mundo. El caso del Rassemblement National (ex Frente Nacional) en Francia.

 

El fenómeno generalizado de la subida de la extrema derecha en el mundo es una manifestación más de la crisis económica. Las reacciones nacionalistas y proteccionistas en lo económico y social van unidas al auge de las ideas racistas y xenófobas. Es una defensa de los intereses de la patronal y de la burguesía, que promueven y financian estas ideas reaccionarias. Con ello dividen y acrecientan la competencia entre los trabajadores del mundo, donde una producción cada vez más internacionalizada y en manos de los grandes trust y multinacionales necesita de una explotación cada vez mayor para mantener sus beneficios. Además, con estas ideas reaccionarias, ayudan a ocultar la verdadera política de los grandes consorcios mundiales y de las empresas trasnacionales.

La extrema derecha viene a llenar el vacío político producido por la desmoralización y desilusión de la política de los gobiernos que defendían posiciones más o menos progresistas o abiertamente de izquierda. En nuestra historia reciente posterior a la II Guerra Mundial, cada vez que los partidos y organizaciones que se presentan como defensores del mundo del trabajo, desde la socialdemocracia, a los PC de origen estalinista, en todas sus variantes, han gobernado con las ilusiones de las masas populares y las han desmoralizado ha venido una reacción derechista con más o menos apoyo popular.
Para combatir estas posiciones de izquierda y la fuerza de la clase trabajadora que se manifestaba en las luchas y movilizaciones en la calle la burguesía ha utilizado partidos de extrema derecha. El abanico de opciones de la burguesía ha sido amplio desde gobiernos elegidos en las urnas con acciones autoritarias, hasta dictaduras infames y asesinas tipo Pinochet en Chile. El último recurso ha sido siempre el golpe de Estado y la destrucción física de la militancia obrera.

Es un hecho comprobado históricamente en nuestra sociedad capitalista que detrás de una crisis económica y social, con una subida de las movilizaciones populares, ha habido una reacción de la burguesía financiando posiciones de extrema derecha.  El Fascismo en los años 30, con sus características propias, fue el último recurso que escogió la burguesía para aplastar al proletariado revolucionario en el contexto de la crisis de 1929.

En Francia, la extrema derecha – que se llama hoy Reagrupamiento Nacional (Rassemblement National, ex Frente Nacional), alimenta su éxito, por ahora solo electoral, gracias a la política llevada a cabo por la izquierda que, como la derecha, no tiene otras propuestas que la gestión de la crisis al servicio de la burguesía.

En los últimos decenios el Frente Nacional de los Le Pen en Francia ha sido paradigmático. No es casualidad que Marine Le Pen felicitara especialmente a Santiago Abascal después de las elecciones andaluzas. En 1983 el Frente Nacional no pasaba del 3% de los votos en las elecciones municipales, exceptuando a Jean Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, que obtuvo el 11,26% en el distrito 20 de París. En 1985 obtenía el 11% en diversas elecciones.

En las presidenciales de 2002 Jean Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta por delante del socialista Lionel Jospin, frente al candidato de la derecha Jacques Chirac. Este resultado lo había provocado 5 años de gobierno socialista a cargo de Jospin, bajo la presidencia de Chirac, la llamada cohabitación. En estos 5 años las medidas antipopulares y contra los trabajadores fueron una constante, aceptando una cascada de despidos en las empresas. La izquierda, entonces, llamó a votar por Chirac, para “frenar al fascismo” y transforma la manifestación del 1º de Mayo en un Frente Republicano  donde  se  sustituye  la  bandera  roja  por  la  tricolor francesa y en la perspectiva de una nueva unión de la izquierda, se lanza la idea de un gobierno socialista que desembocará en la presidencia  de  Hollande  que  no  hará  otra  cosa  que  desarrollar medidas antiobreras y antipopulares, alimentando así de nuevo a la extrema derecha del Frente Nacional.

De ahí pasaron a las presidenciales últimas donde Marine Le Pen, hija de Jean Marie, pasó a la primera vuelta para medirse con Enmanuel Macrón el actual presidente de la República derechista, famoso por las medidas antiobreras de la reforma laboral y medidas antipopulares que han desencadenado las movilizaciones de los chalecos amarillos.

El Frente Nacional ha recogido todas las ideas reaccionarias nacionalistas, xenófobas y racistas para, en un contexto de crisis económica y social, elevarse a ser parte fundamental de la derecha francesa y representante de la gran burguesía. De esta manera, la política electoral francesa en los últimos años se ha convertido en una competición entre las derechas para al final, escogiendo “lo menos malo”, realizar la política que le interesa a la burguesía.

Y la responsabilidad del PSF y PCF en este tema ha sido decisiva, pues con sus políticas de colaboración e integración de clases han propiciado la desmoralización de sectores de las clases populares que, golpeados por la crisis, han nutrido de votos al Frente Nacional. Son estas políticas oportunistas de los socialistas y comunistas que desde el socialista François Miterrand y la Unión de la Izquierda en los años 80, y después los socialistas solos en el gobierno, han permitido la subida del Frente Nacional. Por una parte, han sido incapaces de resolver los problemas que sufren las clases trabajadoras y populares puesto que se negaron a combatir a fondo a la burguesía, al capitalismo y proteger a la clase trabajadora.

Por otra parte, el abandono del internacionalismo, la aceptación del nacionalismo francés, la introducción de la colaboración de clases en las empresas, la división entre trabajadores franceses e inmigrantes prepararon el terreno a la actual xenofobia y racismo dentro de sectores populares. Por ejemplo, el PCF propugnaba en su propaganda política “consumir francés”. Esta política ha permitido al Frente Nacional presentarse como defensor de los pobres “franceses”, de la República y “la Grandeur de la France”, introducir la demagogia racista y xenófoba contra los inmigrantes, tal y como está haciendo Vox y culpando a los políticos tanto de izquierda como de derecha de la situación social.

Un cóctel que no hace más que preparar el terreno político a la burguesía porque, aunque voten a Macrón ante Le Pen, el efecto será el mismo para las clases populares. Tanto la política del Partido Socialista como de los distintos frentes de izquierda alrededor del PCF o de Jean-Luc Melènchon utilizan el miedo a la derecha de Le Pen para recuperar los votos de la izquierda en las elecciones, pero sin tocar directamente los intereses de la burguesía.

La lucha obrera y las movilizaciones no pueden depender de esas ilusiones que han demostrado que, para sectores de las clases populares, gobiernen unos “la izquierda” o gobiernen los otros “la derecha” hacen lo mismo.

¿Por qué crece ahora electoralmente Vox?

 El éxito electoral de Vox en Andalucía ha sorprendido relativamente. Habría que preguntarse si realmente es un fenómeno electoral pasajero o no, y cuál es el peligro real para las clases populares.

Hasta ahora Vox no representa más que la posición política más reaccionaria de la derecha española, en el ámbito electoral, que ha nacido del PP tras su descomposición y que, no nos engañemos, era el ala franquista de ese partido. La corrupción de la derechona, su política y los enfrentamientos internos provocó la ruptura.

 

 

Gráfico 4

 

 

 

 

Sus dirigentes más conocidos han sido cuadros dirigentes del Partido Popular. Santiago Abascal fue un cachorro formado en sus juventudes y que no se le conoce otra profesión que vivir de la política, con un sueldo actual reconocido de 3.500 € mensuales. En la prensa se ha escrito que han sido financiados por sectores de la alta burguesía que lidera las grandes empresas del Ibex 35. Tiene cuadros que dirigen y organizan el partido y que cobran de él. El tema financiero les ha llevado a conflictos y expulsiones tormentosas como la del dirigente Juan Jara, acusado de corrupción. Sus dirigentes llevan apareciendo en los medios derechistas desde hace tiempo. Habitualmente salen a la luz pública apoyados por esos medios.

Pero sus intervenciones públicas, las ideas reaccionarias que defienden, son en su mayor parte el programa reivindicativo de los grupúsculos franquistas y fascistas. Inevitablemente Vox se asocia a la cara violenta de la extrema derecha en las intervenciones de las bandas fascistas en la Transición. Entonces era un momento álgido de luchas obreras y estudiantiles. En esos momentos esas bandas estaban organizadas tras las organizaciones franquistas como Fuerza Nueva – que llegó a tener un parlamentario por Madrid, Blas Piñar – o los Guerrilleros de Cristo Rey. Su función de rompehuelgas y ataques de manifestaciones, quema de librerías o asesinatos, tenían el objetivo de frenar las luchas y movilizaciones de la clase trabajadora y mantener el miedo en la sociedad en general a una dictadura. Era un aviso a la memoria colectiva de la represión franquista y la guerra civil. Tenían, además, el apoyo del aparato de Estado proveniente de la dictadura, al cual estaban ligados. Otras veces las fuerzas represivas organizaban a los activistas para realizar atentados.

La extrema derecha, en sus distintas facciones, era utilizada por los franquistas y la burguesía para presionar a PCE y PSOE y tener mayor fuerza en la negociación del pacto de la Transición. El objetivo era adecuar el régimen político, la dictadura franquista, a una monarquía parlamentaria que mantuviera el dominio de los capitalistas y lavaran el pasado criminal del Estado adecuándolo al parlamentarismo europeo. Así influían en el miedo de la opinión pública y facilitaban que UGT y CCOO, PSOE y PCE se integraran en el Estado capitalista y aceptaran el sistema económico y social.

Dentro de los medios activistas de extrema izquierda se tiende a equiparar con el fascismo a la extrema derecha. Y esto tiene el problema de no comprender las diferencias que marcan el grado de barbarie del fascismo. De esa manera generalizamos y llamamos fascismo a toda actuación de extrema derecha desvaloramos la brutalidad de éste. Aunque cumplen la función de atacar a las clases populares y en especial a las organizaciones de la clase obrera, el fascismo fue un movimiento de masas organizadas alrededor de la pequeña burguesía empobrecida que tuvo cierta base social en la clase obrera más atrasada, el lumpen y actuaban violentamente con milicias apoyadas por las fuerzas policiales. En Alemania e Italia, financiados por la gran burguesía, consiguieron destrozar y reprimir violentamente a las organizaciones de trabajadores. Imponen además un encuadramiento a toda la población bajo una dictadura feroz. El Estado controlaba la economía estatizando hasta ramas enteras de esta y la pone al servicio del gran capital financiero y monopolista. Finalmente utilizaban demagógicamente símbolos e ideas del movimiento obrero para reprimirlo mejor. El genocidio nazi, la guerra como arma de negocio capitalista, son recursos que utilizaron.

Ahora la extrema derecha de Vox actúa de otra manera. Por ahora no está organizando sus fuerzas de choque, pero podría hacerlo. Utiliza las redes sociales con expertos en ellas, en publicidad y diseño comercial, que realizan desde sus logotipos, hasta sus chistes más chovinistas, racistas y xenófobos. Esta difusión no se queda en las redes sociales y las nuevas tecnologías, que son un mero altavoz de sus ideas de extrema derecha, están intentado tener una base militante real en los movimientos y movilizaciones.

La derecha y la burguesía con el aparato de Estado les era suficiente para imponer sus medidas. Sin embargo, en condiciones de inestabilidad política y de crisis económica la extrema derecha y el fascismo intenta disputarle la calle a las organizaciones de los trabajadores. La estrategia general de atacar directamente las movilizaciones participando en ellas. Vox ha aparecido demagógicamente con un lenguaje ambivalente en ciertas movilizaciones.

Por ejemplo, en Sevilla participaron en una coordinadora contra los recortes en Sanidad -la Marea Blanca-, a través de dirigentes de ciertas asociaciones de vecinos. Su lema era contra la corrupción y el despilfarro en la sanidad andaluza, nótese su demagogia. La manifestación terminó con incidentes, -en su mayor parte propiciados por ellos y su actitud-, cuando los manifestantes se dieron cuenta que estaban en ella con sus pancartas y banderas de España a pesar que los organizadores previamente habían consensuado no acudir con los emblemas propios. Se les abucheó y afeó su actitud, sobre todo cuando Vox quiso situarse a la cabecera del acto final e incluso tomar la palabra, buscando su minuto de “gloria”. Pero el problema era que las fuerzas de izquierda, Podemos e IU, habían permitido que estuvieran en la coordinadora de la Marea Blanca, porque decían que había que unir y no restar. En la siguiente coordinadora el portavoz fue destituido mientras medios de derechas, como ABC, montaban el “escándalo” porque –decían- era un atentado a la “libertad de expresión”.

En Madrid aparecieron en la manifestación contra la manada con un cortejo contra el “feminismo radical” y la derogación de la Ley contra la Violencia de género. También aquí fueron increpados. Su dirigente, Rocío Monasterio, hija de un cubano al que Castro expropió la empresa familiar en 1971 y anticomunista confesa, se presenta como dirigente “feminista” de Vox en Madrid, en contra del “negocio feminista”.  Así utilizan el victimismo para darse a conocer, unir sus filas y atraer a simpatizantes.

Sus ideas utilizan los razonamientos falaces propios de la extrema derecha y del fascismo. Para ganarse sectores de la pequeña burguesía empobrecida por la crisis y sectores atrasados de la clase trabajadora y lumpen utilizan el problema social real, que dicen combatir, para dividir, enfrentar y encauzar a las clases populares – o por lo menos tener una base social-, y atacar a las organizaciones de la clase trabajadora. Salvan, de esta manera a la burguesía que nunca atacan. Utilizan el nacionalismo españolista, la xenofobia antimigrantes para “defender” a los pobres “españoles”. Así cambian la causa real de la explotación y robo de banqueros y capitalistas por el odio racista y xenófobo.

Su anticomunismo es feroz. Visualizan en Podemos el “comunismo chavista” para resaltar y reforzar la falsedad y la falacia de que Venezuela es comunista y asociarlo a la miseria y la dictadura. Por supuesto las leyes de la memoria histórica quieren abolirlas y no tienen pelos en la lengua para aparecer defendiendo el franquismo y sus “bondades”. En uno de sus chistes gráficos difundidos aparecen dos mujeres en una biblioteca y una le pregunta a otra, “dónde está el socialismo” y le responde, “en el estante de la ciencia ficción”.

A ello le unen una defensa de las tradiciones católicas conservadoras y esas ideas “tradicionales” dicen ser atacadas o deformadas por la izquierda. Tienen relación estrecha con dirigentes de la iglesia católica más reaccionaria. Hace poco monseñor Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, declaró que el feminismo radical está “amasado de supremacismo, resentimiento e ideología de género” y “tiene inequívocos orígenes marxistas”. Estas ideas reaccionarias se desarrollan en ciertos sectores conservadores, votantes del PP, pero no tienen peso social hasta el momento. En unos momentos en los que los privilegios de la Iglesia Católica española son contestados debido al escándalo de las inmatriculaciones o la defraudación de impuestos legal de años, la jerarquía católica agita las esencias del nacionalcatolicismo más franquista.

Su discurso habla de corrupción de los socialistas para no hablar del fondo: el rescate de la crisis financiera y los beneficios del capital. Hablan de discriminación de los pobres, españoles, sobre los inmigrantes para no hablar de la explotación obrera y de los recortes para beneficios de las empresas privadas, cuando faltan trabajadores para la recogida de la aceituna porque la pagan a 8,5€ la hora o menos y sin alojamiento, por lo cual la recogen los “sin papeles”. O critican el “feminismo radical”, o las “feminazis”, que reciben subvenciones para mantener el lobby feminista y LGTB, mientras la violencia de género contra los hombres se oculta. Es la corrupción de los políticos de “izquierda” con la que hay que acabar.

Finalmente, el independentismo catalán dirigido por la burguesía y los políticos catalanistas ante la crisis económica les ha dado la popularidad que les faltaba. Como sabemos Cataluña ha sido la zona más industrializada de España, junto con el País Vasco. La clase trabajadora catalana está compuesta por las sucesivas olas migratorias que de las regiones más pobres buscaron salir de la miseria. Para la población fuera de Cataluña esta ha sido una región rica con una burguesía que se ha beneficiado de la mano de obra barata proveniente de Andalucía, Castilla, etc.

En las capas populares que sufren la crisis ven la independencia como el recurso de los ricos para salvarse de la quema después de haberse enriquecido con los pobres y el resto de España. Bancos como La Caixa, es ejemplo de esta situación. Por ello la defensa de la unidad de España ha caído bien en general    a la población trabajadora española que no entiende que la independencia sea solución al problema social. Incluso en Cataluña la clase trabajadora en su mayoría no es independentista como ha atestiguado el profesor Vicenç Navarro y nutre parte importante del voto antiindependentista de Ciudadanos. En esta situación, cuando el “procés” está dirigido por los políticos burgueses catalanistas, no es de extrañar que cale el nacionalismo de Vox.

Pero este discurso ideológico, social y político que se extiende por las redes y ahora en las elecciones, ha estado siempre inmerso en la derecha del PP. Es ahora con la crisis económica y social y el descrédito del partido dominante de la derecha y el abandono de la lucha de clases de la izquierda, cuando ha salido a la luz. La expresión electoral es un síntoma de la aparición de una fuerza que quiere y se atreve a disputarle el terreno electoral y de la calle a las clases trabajadoras y populares. Si avanzan en el terreno de la movilización y obtienen cierta base social, es también porque la izquierda abandona el terreno de las ideas y de la lucha de clases.

Cuando estas organizaciones se integran y gestionan el capitalismo y no denuncian la explotación obrera que subyace      a todos los problemas sociales y de discriminación, e incluso gestiona las instituciones para no resolver nada y mantener las cosas como están, le están abriendo camino a la extrema derecha. Para mantener las luchas y la presencia en la clase trabajadora     y populares la militancia de clase y la lucha obrera es el único camino.

El crecimiento electoral puede traducirse en una base militante derechista real contra las clases populares. Ese crecimiento electoral puede dar lugar a que sectores menos conscientes y más atrasados del proletariado sea atraído a sus organizaciones. De momento la extrema derecha solo ha atraído, principalmente, a votantes del Partido Popular. Sólo una muy pequeña minoría de los sectores populares ha votado a Vox en Andalucía. Pero esto puede cambiar si la situación de desencanto de la izquierda, la crisis, y el vacío político que causa la ausencia de una organización de los trabajadores, con un programa de lucha de clases, se mantiene. Y este es el verdadero peligro para la clase trabajadora y sus organizaciones. Y de este peligro no se van a librar ni los socialistas. Esa es nuestra inquietud: la amenaza y el riesgo para las clases trabajadoras, que subyace a la aparición de Vox.

 

¿Cómo combatir a la extrema derecha? Con la lucha obrera, organizando un partido político de la clase tra- bajadora

 

La lucha de clases es ineludible en la sociedad capitalista y el enfrentamiento será inevitable entre el proletariado y la burguesía. Por ello es necesario estudiar y analizar la forma de combatir la extrema derecha en todas sus formas, que no puede ser otra que combatir el capitalismo y sus políticos. Al igual que en los años 30 el mantenimiento de la sociedad capitalista y las derrotas las pagaremos muy caras.

El abandono de la solidaridad y la lucha obrera, el abandono de la lucha política en las empresas y centros de trabajo para integrarse en la dinámica parlamentaria y en las instituciones burguesas solo trae desilusión y desmoralización y con ellas la pasividad y la desmovilización.

Las crisis del capitalismo se repiten de forma distinta, pero continúan con la misma intensidad, porque en su esencia el capitalismo no puede solucionar sus contradicciones   y tarde o temprano nos llevan a la barbarie.  Históricamente vivimos la agonía de un sistema que impide desarrollar toda la energía y la potencialidad humana que lleva dentro y abre la puerta a la barbarie. Después de la gran crisis de 1929 las políticas de la burguesía y la socialdemocracia no solucionaron nada y las derrotas del proletariado en España, Francia y Alemania abonaron el campo a las dictaduras y guerras más sangrientas del siglo XX.

En esa época León Trotsky planteaba, ante el triunfo del fascismo, que la única solución a la crisis del capitalismo era el socialismo, es decir, la expropiación de los medios de producción de la burguesía a manos de los trabajadores. En su último artículo fechado en 1940 escribió que “la socialización de los medios de producción es la única solución al problema económico en una etapa determinada del desarrollo de la humanidad. La demora en solucionar este problema conduce a la barbarie fascista. Todas las soluciones intermedias emprendidas por la burguesía con ayuda de la pequeña burguesía sufrieron un fracaso miserable y vergonzoso.” La crisis terminal y agónica del capitalismo se repite otra vez y debemos plantearnos nuestra lucha en estos términos: socialismo o barbarie.

Los partidos que gozan de la representación del voto de las clases populares, PSOE, Podemos e IU han planteado después de la debacle andaluza, cada uno a su forma, un cordón sanitario que aísle a Vox.

La estrategia del PSOE está determinada por la recuperación de sus votantes y Pedro Sánchez aguantará todo lo que pueda en la Moncloa. Ahora utilizará el miedo a la extrema derecha para ello. Podemos e IU desde la perspectiva de presencia en la calle y en las movilizaciones lleva los mismos objetivos para pactar con los socialistas. La izquierda revolucionaria es débil y sus propuestas van desde la creación de frentes o coordinadoras antifascistas, a frentes unitarios de trabajadores. En la práctica plantean realizar una respuesta y boicot directo contra Vox.

Y finalmente lo que pueden ser maniobras electorales para ganar votos no lo son más que en ese terreno. En última instancia, la lucha política entre burguesía y proletariado, es decir entre las clases trabajadoras y los banqueros y grandes empresarios dueños de la economía por el control de la sociedad no se decide en las instituciones capitalistas, ni en las elecciones. Se decide en la vida real donde se produce y se trabaja y allí donde se concentra la clase trabajadora, los asalariados, empresas, centros de trabajo, factorías y tajos, es donde está la fuerza social por el número y el papel en la producción donde se puede invertir la correlación de fuerzas a favor del mundo del trabajo.

Naturalmente los parlamentos, las elecciones, son herramientas para difundir nuestras ideas y ayudar a organizar a la clase trabajadora, pero hay que repetir incansablemente la verdad: no pueden cambiar la vida ni la sociedad porque son órganos de gestión y poder del capitalismo. No son el terreno donde verdaderamente se libra el conflicto y esto sólo puede hacerse en las empresas y centros de trabajo.

 

¿Cómo actuar en la práctica?

Si planteamos el combate a la extrema derecha como lo hacen los socialistas o Podemos-IU, a lo máximo retrasaremos su crecimiento y la eventualidad de convertirse en un movimiento de extrema derecha con peso real y no sólo electoral. Realizar un cordón sanitario contra Vox como plantean Podemos y las confluencias o constitucional, como lo hacen los socialistas, no podría siquiera cerrar la puerta de un eventual gobierno de la derecha con Vox.  El miedo a la extrema derecha o al fascismo puede movilizar electoralmente a los que se abstienen de la izquierda para darle el gobierno a los socialistas con apoyo de Podemos, IU y otros. Pero ya sabemos que este gobierno no hace más que gestionar la crisis de los capitalistas. No hay más que ver las gestiones municipales de los ayuntamientos progresistas.

Sin solucionar los problemas reales de las clases populares como el paro, los bajos salarios, los despidos, la precariedad, los desahucios etc., sin denunciar el sistema capitalista y sus instituciones y, sobre todo, hacer pagar a la burguesía y a los ricos el coste de la crisis, el desencanto será mayor y la extrema derecha podría crecer -y no sólo electoralmente- y atraerse a las capas más empobrecidas de la sociedad y crearse una base social.

En primer lugar, hay que ser consciente de la necesidad de la lucha de la militancia por el socialismo revolucionario y   el comunismo. Si no militamos, ni luchamos, la burguesía lo va    a hacer a su interés y la extrema derecha en todas sus formas se desarrollará en un mundo y una sociedad en crisis.

Hay que explicar lo que verdaderamente es Vox y el peligro de sus ideas reaccionarias. Denunciar la xenofobia, el racismo, los prejuicios contra los inmigrantes y esto significa señalar los culpables: el capitalismo como sistema, la patronal y los banqueros como propietarios del capital.

El internacionalismo es una herramienta vital, que significa la solidaridad de los trabajadores del mundo, una sola clase social, contra el nacionalismo y la xenofobia. Esto hay que hacerlo día    a día en las conversaciones diarias, no hay que dejar pasar las expresiones y prejuicios que los reaccionarios difunden y el engaño contra los pobres y trabajadores. Colectivamente la única salida es la lucha y la movilización a todos los niveles. Cualquier movilización, desde los derechos de las mujeres a los pensionistas hay que apoyarlos y participar con estos presupuestos.

Pero sobre todo hay que intervenir como prioridad en las empresas porque es allí donde se decidirá en última instancia la lucha. Para ello sólo hay un camino: crear núcleos de trabajadores en los centros de trabajo alrededor de los problemas de la empresa y con un programa de lucha para toda la sociedad que no es otro que el Programa de Transición, de Trotsky. Esta tiene que ser la prioridad. Este programa hay que aplicarlo como una guía para la lucha. No son recetas que se aplican a troche y moche. Hay que ver en cada ocasión qué reivindicación se necesita ante el problema que acucia a la población trabajadora. El reparto del trabajo contra el paro, la subida automática de los salarios por el IPC, el control de la contabilidad empresarial por los trabajadores etc. etc. son objetivos y soluciones que sólo con la movilización y la lucha pueden ser útiles.

Para preparar esos combates inevitables, tanto en las huelgas como en la calle, es imprescindible apoyar codo con codo a todos los militantes y activistas que en las empresas y en los barrios quieren defender los intereses del mundo del trabajo y responder a los ataques de la patronal y del gobierno. Pero la unidad en esta lucha no quiere decir apoyo a aquellos que quieren llegar al gobierno para de nuevo servir a los capitalistas, sean cuales sean sus palabras bonitas.

El único programa que puede dar una perspectiva para toda la sociedad desde las luchas parciales hasta llegar a generalizarlas, es aquel que una a todas las clases trabajadoras y populares y podría ser resumido en el lema de las marchas de la dignidad, Por el pan, el Trabajo y el Techo. Salarios dignos, puestos de trabajo y viviendas para todas y todos. Así pues, se podría plantear y debatir el problema de cómo cambiar la sociedad y qué sociedad queremos. En el 15M y en las Marchas de la Dignidad se realizó en pequeña escala en los barrios y en algunas empresas y demostró que era posible.

En definitiva, esta es la perspectiva de Voz Obrera y hacemos una llamada a la responsabilidad militante, a luchar contra el capitalismo por el comunismo revolucionario y ayudar a construir un partido de la clase trabajadora.

 

ANEXO

 

COMPARATIVA ENTRE LAS ELECCIONES DE 2015 Y 2018

 Como apreciamos en los datos, el PSOE ha perdido más de 400.00 votos.  Adelante Andalucía que es la coalición entre fundamentalmente Podemos e IU ha perdido cerca de 280.000 votos. Es decir, han perdido unos 680.000 votos del electorado de la izquierda que es voto de las clases populares. Las abstenciones y el voto nulo han jugado en contra de los socialistas y Adelante Andalucía – Podemos e IU-.

Respecto a la derecha, el PP pierde más de 326.000 votos. Ciudadanos gana uno 290.000 votos y Vox gana 378.000. Parte de la pérdida del PSOE va a Ciudadanos y Vox gana fundamentalmente del PP con un arrastre de votos populares.

En los estudios de los barrios obreros se desarrolla la misma dinámica. Podemos decir que la derecha se reordena con el riesgo de que Vox obtenga y crezca en los barrios populares.

 

ELECCIONES ANDALUZAS 2018

 

Escrutado: 99,92%
Escaños totales: 109
Votos contabilizados: 3.691.859 / 58,65%
Abstenciones: 2.602.546 / 41,35%
Votos nulos: 81.133 / 2,2%
Votos en blanco: 56.916 / 1,58%

 

VOTOS POR PARTIDOS EN ANDALUCÍA

 

PSOE-A : 1.009.243 / 27,95%
PP : 749.275 / 20,75%
Cs : 659.631 / 18,27%
ADELANTE ANDALUCÍA : 584.040 / 16,18 %
VOX : 395.978 / 10,97%

 

ELECCIONES ANDALUZAS 2015

 

Escrutado: 99,95%
Escaños totales: 109
Votos contabilizados: 4.017.912 / 63,94%
Abstenciones: 2.266.104 / 36,06%
Votos nulos: 40.939 / 1,02%
Votos en blanco: 54.807 / 1,38%

 

VOTOS POR PARTIDOS EN ANDALUCÍA

  

PSOE-A : 1.409.042 /35,43%
PP : 1.064.168 / 26,76%
PODEMOS : 590.011 / 14,84%
CIUDADANOS : 368.988 / 9,28%
IULV-CA : 273.927 / 6,89 %
VOX : 18.017/ 0,45%

 

Encuesta de Sigma Dos para El Mundo, 8 de diciembre

 

“Vox, en definitiva, ha robado 178.000 votantes al PP;58.000 a Ciudadanos; 28.000 a Podemos; 26.000 al PSOE y5.000 a Izquierda Unida.  Otros 33.000 han procedido de otras fuerzas y de la antigua bolsa de votos en blanco; 39.000 de electo- res que en 2015 se abstuvieron y, además, ha atraído a un total de11.000 nuevos votantes. Estas cifras llaman la atención si se tiene en cuenta que hace tres años el partido de extrema derecha solo obtuvo 18.000 votos que ahora ha conservado íntegramente.”

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