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Contra el cierre de las fronteras, ¡trabajadores uníos!

     La polémica por las expulsiones de los gitanos rumanos en Francia, la expulsión de la niña Leonarda, o el drama de los ahogados en Lampedusa, han relanzado el debate sobre las fronteras de la inmigración. 

     La derecha europea trata de oponer una miseria a otra, de arrojar a unos pobres contra otros. Pero todos los demás políticos siguen este juego, de una manera u otra, diciendo que no se puede sumar miseria y miseria. ¡Como si la miseria de los parados y de los trabajadores viniese de la miseria de los más pobres!

     Los que quieren cerrar las fronteras lo hacen en nombre de la crisis, porque hay demasiados parados; pero ¿quién ha hundido la economía mundial en la crisis sino los financieros? ¿Quiénes son los responsables del desempleo sino los que despiden?

      Muchos jóvenes españoles se han visto forzados a salir de España. Nadie les contesta este derecho, como no hay ninguna razón para hacerlo con otros trabajadores, sea cual sea su nacionalidad, origen o estado de sus papeles.

     El movimiento obrero consciente siempre ha luchado contra aquellos que querían enfrentar unos trabajadores contra otros, intentando encauzar esa oposición en una lucha contra los explotadores. La solidaridad de clase y el internacionalismo deben seguir constituyendo valores firmes dentro de la clase obrera y de la población en general. El capitalismo ha realizado la soldadura de los trabajadores del mundo entero. Los ha soldado a una suerte común. ¡Es necesario ahora que su lucha por emanciparse también se vuelva común!