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Calais: Hipocresía «humanitaria» al servicio de los estados capitalistas

El desmantelamiento de la “jungla” de Calais ha sido presentado al mundo como una “operación humanitaria”. Ciertamente la vida de estos miles de inmigrantes en tales condiciones, en el frío, con el barro y las ratas… es inhumana. Y pudiera ser que una parte de los refugiados repartidos en diferentes centros a través de Francia encontrasen un poco de respiro y de la esperanza que buscaban huyendo de su país, a menudo haciendo peligrar su vida. Puede ser incluso que haya quien se haya ido voluntariamente. Afortunadamente, a pesar de la agitación xenófoba de numerosos políticos, en numerosos municipios, asociaciones y los habitantes mismos acogen a los refugiados con esta humanidad que falta a los partidos de gobierno.

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Porque, en este asunto, la primera preocupación del gobierno no es ayudar a los emigrantes, sino alejarles del Canal de la Mancha. Desde hace cerca de 20 años, los emigrantes se apresuran hacia este litoral, para llegar a Gran Bretaña, dónde tienen la familia o hablan la lengua. En virtud de uno de estos acuerdos sórdidos de los que las grandes potencias saben el secreto, Francia administra la frontera británica, a cambio de dinero. Dispuso de cientos de gendarmes, levantó decenas de kilómetros de concertinas y construye un nuevo muro. Y cómo es evidente que nuevas “junglas” van a formarse de nuevo en las próximas semanas, policía y gendarmería se preparan para desmantelarlas inmediatamente. ¡Habrase visto operación «más «humanitaria»!

La existencia misma de la « jungla » es resultado de la política gubernamental que no ha querido acoger a los inmigrantes dignamente. Cuándo Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, se encontró con un barrio de chabolas, el alcalde construyó un campo de acogida con la ayuda de Médicos sin fronteras; el gobierno, opuesto al proyecto, no pagó un céntimo. Esto subraya la hipocresía que consiste en bautizar de «humanitario» el alejamiento forzado de emigrantes por la policía.

La actitud de la derecha y del FN, que se oponen a la llegada de inmigrantes en los municipios o regiones que dirigen, son aún peores, si esto es posible. En campaña electoral multiplican las promesas demagógicas contra el reagrupamiento familiar o la ayuda médica a los sin papeles, llevan a cabo una política siempre más dura hacia los emigrantes. Esta gente, ¿querrían que fueran arrojados al mar los refugiados que atraviesan el Mediterráneo? ¿Qué reenviemos a los sudaneses o los eritreos bajo la férula de su dictador, a los sirios o los iraquíes bajo las bombas? ¿Qué levantemos otro muro alrededor del Hexágono o alrededor del espacio Schengen?

Izquierda y derecha explican que Francia no puede seguir acogiendo inmigrantes. Un millón trescientos mil de ellos han llegado a Europa en 2015. Pero la Unión Europea cuenta con 510 millones de habitantes. Y es mentira que Francia, uno de los países más ricos del mundo, no pueda acoger algunas decenas de miles de refugiados. En el pasado, el millón de franco-argelinos -los pies negros- después de la guerra de Argelia o los 120 000 boat-people vietnamitas y camboyanos en 1979, que fueron grandes llegadas, no plantearon problemas reales.

Los políticos explican que no hay suficientes empleos y alojamientos para acoger a los refugiados. Quieren enfrentar a los pobres de aquí, con los de allá. Pero esto es un falso enfrentamiento, que quiere ocultar la división de la sociedad entre los trabajadores y los capitalistas. Los inmigrantes no son los responsables del desempleo, claro que no. Además la derecha, ¿tiene prevista la creación de empleos? ¡No! ¡Tiene prevista su supresión, los recortes en los servicios públicos! Si la derecha vuelve al poder, la vida de los inmigrantes será más dura, como la de todos los trabajadores que serán atacados. La clase obrera francesa está constituida por inmigrantes italianos, polacos, españoles o portugueses, magrebíes y africanos, desde hace generaciones. Y los inmigrantes de Calais serán mañana los trabajadores de Europa.

Por supuesto en todas las épocas los demagogos han intentado oponer a los trabajadores nacionales con los extranjeros, para mejor gloria de los capitalistas que saben aplicar bien el «divide y vencerás». Pero el movimiento obrero socialista, luego comunista, supo en cada etapa acoger, integrar en sus filas a los nuevos trabajadores venidos de fuera, y hacerlos aliados, compañeros de lucha. ¡A nosotros nos toca hacerlo hoy día!

(Traducción de un artículo de los compañeros de Lutte Ouvrière en Francia con motivo del desmantelamiento de la “Jungla” de Calais)