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¡Basta de muertes en el Mediterráneo!

78 migrantes han muerto y cientos continúan desaparecidos en el naufragio de un pesquero frente a las costas de Grecia. Hasta el momento solo se han rescatado con vida a 104 de sus ocupantes.

El navío, en pésimas condiciones, podía llevar entre 700 a 750 personas bordo, incluyendo mujeres y al menos 40 niños y se considera el segundo naufragio más grave del Mediterráneo. Tuvo lugar sobre la Fosa de Calipso en el Mar Jónico, con más de 4.000 metros de profundidad, lo que hace muy difícil recuperar el navío y los cadáveres.

La primera llamada de socorro la hicieron los propios migrantes a la red de activistas voluntarios Alarm Phone, después de ver como el capitán tomaba un pequeño bote y huía del barco; pedían comida y agua tras varios días de navegación desde Libia. Más tarde otra llamada proporcionaba la posición GPS del barco y Alarm Phone alertó a las autoridades de Grecia, Malta e Italia.

La guardia costera griega, que se trasladó al lugar, asegura que no socorrió a los migrantes a bordo del barco porque ellos mismos rechazaron la ayuda. Pero… ¿quién se cree esto? El barco zozobró y se hundió en minutos frente a ellos y solo entonces la guardia inició una operación de rescate. El viceministro de Protección Civil, Evangelos Tournas, asegura que “los guardacostas no están autorizados a intervenir en aguas internacionales en una situación así, ante una embarcación que no lo autoriza y que va sobrecargada.” Para el gobierno griego la vida no tiene valor alguno.

Al día siguiente se produjeron manifestaciones de repulsa en varias ciudades griegas contra la política antiinmigración.

No es la primera vez que un país rechaza auxiliar a los migrantes en el mar. Uno de los peores ejemplos lo vemos en la primera ministra de Italia Giorgia Meloni, que  endureció la ley de migración, penalizando además con hasta 50.000 euros determinadas actuaciones de auxilio de las ONG,  en tierra y en mar.

Los inmigrantes mueren por cientos cada año en el mar o en las concertinas, explotados laboralmente por un sistema capitalista que protege los intereses de los ricos y su cómoda vida de lujos.