Saltar al contenido

Ante los pactos de gobierno y el juego de poder para que todo siga igual, lucha obrera

Toda la actividad política a partir de las elecciones se centra en torno a los pactos entre los partidos. Mientras la derecha y la ultraderecha hacen piña allá donde tienen mayoría, el PSOE persigue la mayoría para el gobierno central y anda entre el voto catalán o nuevas elecciones. En este juego de poder institucional atrás quedaron los problemas de la población trabajadora que solo se podrán resolver mediante la lucha.

El PP y Vox avanzan juntos, como lo han hecho ahora para gobernar en Aragón. En este acuerdo el PP ha entregado a Vox una vicepresidencia y dos consejerías y en el mismo se recogen puntos como llevar adelante la derogación de la memoria histórica autonómica, fomentar la sanidad público-privada o aplicar cambios en la “ley trans”.

En general la derecha aunque no gobierne directamente en el gobierno del Estado ya está aplicando políticas contra los migrantes, la mujer o la memoria histórica. Mientras tanto Vox se dedica a favorecer a miembros de entre sus filas, ofreciendo cargos a allegados sacados de la madriguera franquista.

Esta situación la aprovecha el PSOE para de nuevo avisar que ambas formaciones, PP y Vox, son la misma cosa. Pero aparte de elementos ideológicos progresistas como la memoria histórica, el PSOE en sus gobiernos han preparado el camino a las derechas deteriorado la sanidad y educación pública, han abierto la puerta a la privatización de las pensiones… Y si no hubiera sido por la presión en la calle ya sabemos qué hubiera pasado.

Por su parte el Psoe sigue rechazando pactar con el PP para gobernar y sigue buscando el modo de hacerlo con Sumar y con el apoyo de los nacionalistas. De hecho, ha pedido el recuento de los votos nulos. Y el pasado recuento del voto extranjero en Madrid ya le ha hecho perder un escaño, que han recuperado los populares.

Si antes al PSOE para gobernar con Sumar le bastaba con la abstención de Junts, ahora con la nueva situación necesita el sí del partido de Carles Puigdemont. Los catalanes ya han puesto sus condiciones para ello: resolver el conflicto catalán con el referéndum en primer lugar, la amnistía, el déficit fiscal, más inversiones públicas…

Con las elecciones, el objetivo de las formaciones políticas burguesas es la gestión de las instituciones del Estado a cualquier precio, promesas mediante, para seguir favoreciendo sus propios intereses y los negocios de la burguesía que representan. Al final son las grandes empresas y los bancos quienes ganan debido a que los beneficios empresariales no paran de aumentar sobre todo a costa de los salarios y de las subidas de los precios.

De los problemas de la clase trabajadora nadie habla. Ya han desaparecido del discurso las promesas. Pero los problemas no se resuelven solos: el precio de los alimentos sigue subiendo, así como el de las hipotecas. De los bajos salarios y de la precaria situación laboral que está dejando la reforma laboral, nada de eso les sirve ya.

La lucha que han llevado adelante los trabajadores de la industria auxiliar de Navantia en Cádiz por mejorar sus condiciones laborales es un ejemplo. Una lucha que ha molestado a patronal, políticos, burócratas sindicales, medios de comunicación… porque demuestra que este sistema no funciona salvo para los mismos de siempre.

Está claro que de estos partidos de la burguesía, ni de la izquierda cuqui y reformista que se postula como alternativa, no puede salir futuro alguno para la clase trabajadora y que ésta si quiere resultados tendrá que organizarse y luchar. Un primer paso es empezar a hablar de ello en los centros de trabajo.