Se cumple un año del inicio de masacre en la franja de Gaza por Israel, con miles de muertos, asesinados por el gobierno de Benjamín Netanyahu. El ejército israelí ha atacado a Siria, Yemen e Irán y ahora mata en el Líbano. Un ataque el pasado viernes ha alcanzado a instalaciones de la ONU en Beirut y ha causado 22 muertes y más de un centenar de heridos; no va a parar. En esta locura asesina Netanyahu no está solo, tiene el apoyo militar de EE.UU. Y en Europa países como Francia, Alemania, Reino Unido e Italia justifican los ataques llevados a cabo por el gobierno de Israel, incluida España, y lo apoyan activamente.
Tras el reconocimiento español del Estado palestino, Pedro Sánchez declaró que «Israel tiene el derecho de defenderse, pero siempre dentro del derecho internacional humanitario». Pedir moderación es cara a la galería, pues lo humano hubiese sido detener el envío de armas a Israel. El negocio de la guerra, está dando enormes beneficios a la burguesía estadounidense e israelí, así como a la industria subsidiaria en otros países, como España.
Cuando los líderes sionistas decidieron construir un estado judío sectario en tierras habitadas por los palestinos, condenaron a los israelíes a una guerra sin fin. De oprimido, el pueblo de Israel se convirtió en opresor y en el principal aliado del imperialismo sirviendo a EEUU de gendarme de la zona, de países a los que no ven con buenos ojos, como Irán.
No se puede esperar que los intereses capitalistas se vuelvan pacíficos y humanitarios de la noche a la mañana; no lo harán nunca pues de lo que se trata es de ver quién seguirá dominando esta región, quién controlará el petróleo y demás riquezas de la zona, quién controlará el Canal de Suez y todo el comercio marítimo de la zona. Por ello no hay solución definitiva para ningún pueblo mientras no se derroque el sistema que los enfrenta, el capitalismo en su búsqueda constante de beneficios. Construir un futuro para todos pasa por la unión de todos los trabajadores y oprimidos, de aquí y de allí.