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Turismo: el empleo sigue siendo temporal, precario y a tiempo parcial.

Siempre nos dicen que el turismo en España es un motor de la economía, cosa que es una media verdad, o una mentira, según desde qué prisma se vea. Pero lo que es una verdad rotunda es que es uno de los sectores donde la precariedad, los bajos salarios y la explotación laboral son enormes.

Un ejemplo claro lo tenemos en la turística provincia de Sevilla. Según datos del informe Mercado de Trabajo del Sector Turístico del Observatorio Argos, mientras que el turismo crecía en el mes de noviembre de 2016 un 10%, el empleo en este sector apenas mejoraba un 2,5%. A lo que hay que aclarar que este empleo sigue siendo precario por su elevada temporalidad y parcialidad, práctica especialmente extendida en pequeños y medianos empresarios.

La mayoría de los contratos que se firman en el sector son de un solo día, por lo que cuando se anuncia un incremento en las contrataciones, esto no se corresponde con la realidad: sólo un 5% de los empleos son indefinidos, mientras que se dan casos de que una sola persona acumule hasta 10 contratos en un mes, de un día cada uno.

Además, la parcialidad reina en el empleo relacionado con el turismo y la norma general es contratar por cuatro o cinco horas, pero trabajar a jornada completa. De esta forma, el empresario sólo «paga en blanco» una media de 400 euros, mientras que bajo cuerda pagan el resto, ¡si es que lo paga!

Camareros de restaurantes y camareras de piso son los perfiles que más precariedad presentan. Por ejemplo, hay camareras de piso externalizadas que tienen que arreglar 30 habitaciones diarias a dos euros la estancia. Ante esta situación, nacen “las Kellys”, camareras de piso que se han autoorganizado, se han constituido en Asociación, de ámbito nacional y organización territorial, con reivindicaciones adaptadas a la realidad de cada territorio y que abarcan desde el derecho a la jubilación anticipada hasta la vinculación de la categoría de los hoteles a la calidad del trabajo que generan, pasando por el fin de las externalizaciones o el aumento de las inspecciones de trabajo.

En resumen, hay que seguir exigiendo la derogación de las reformas laborales que amparan este estado de cosas, incrementar las inspecciones de trabajo de oficio, porque el miedo instaurado entre los trabajadores a la hora de denunciar esta relación laboral de semi esclavitud, impide la denuncia en la mayoría de los casos, y que hubiera una implicación real de los sindicatos en este tema y no quedarse en una simple constatación de una realidad.