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Recordemos también la traición del “gobierno de progreso” al Sáhara

La traición al pueblo saharaui que el aparato del PSOE llevó a cabo hace ya más de tres años, es otra muestra más de cuán poderosas son las relaciones comerciales con Marruecos -poderoso caballero es don dinero- y lo agradecido que está por la labor de gendarme que Marruecos realiza para España y Europa controlando la inmigración y los negocios de las grandes empresas. El 18 de marzo de 2022, se conoció una carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI, rey de Marruecos, comunicándole que accedía a sus pretensiones sobre el Sáhara y que aceptaba la propuesta marroquí de una autonomía para el Sáhara Occidental por ser la “más seria” para resolver el conflicto, dando así un giro de 180 grados sobre las propias posiciones históricas socialistas con respecto a los territorios del Sáhara, que no ha sido otra que la firme defensa del derecho de los saharauis a un referéndum de autodeterminación.

Si bien es cierto que este giro político de la dirección socialista afligió a muchos militantes socialistas de base, -la carta fue publicada por los medios marroquíes- no es menos cierto que los distintos gobiernos en España siempre habían respetado -de boquilla- las resoluciones internacionales que reconocen el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, aunque nunca moviesen un dedo para hacer efectivo tal derecho. La carta fue un bombazo más para el pueblo saharaui, de nuevo abandonado por España a su suerte. El Frente Polisario calificó de “traición histórica” tal postura, pero no solo ellos; numerosas asociaciones y partidos políticos recalcaban que accediendo a las pretensiones del gobierno marroquí , España abandonaba sus responsabilidades como potencia administradora del territorio y vulneraba el derecho internacional, pues con la descolonización debía velar por el proceso: aun la ONU sigue reconociendo el Sáhara como un territorio pendiente de descolonizar por parte de España y sigue reconociendo el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, aunque, claro está, su posición es ambigua pues sus resoluciones son papel mojado.

Hay que recordar la lucha del pueblo saharaui contra el colonialismo; los saharauis eran ciudadanos españoles merced a la colonización de 1884 que declaró el territorio como Protectorado español; todavía muchos de ellos conservan su DNI español. En 1975 ante las presiones de Marruecos y su Marcha Verde, España -en virtud del Acuerdo de Madrid- se retira del Sáhara y Marruecos y Mauritania se reparten los territorios, estallando un conflicto armado entre Marruecos y el Frente Polisario. En 1991, después de quince años de lucha que habían costado la vida a diez mil hombres, Hassan II tuvo que decidir a un alto el fuego pero nunca ha aceptado acuerdo alguno que permita hacer un referéndum donde los saharauis elijan su independencia. Lo más que acepta es una autonomía limitada bajo soberanía marroquí, algo a lo que lógicamente el pueblo saharaui se opone. A principios de la década de 2000, a los 200.000 soldados presentes en el Sáhara se añadieron 200.000 colonos marroquíes. Su instalación había sido fomentada por Marruecos al igual que hace Israel con los territorios gazatíes: ofrecimiento de vivienda, productos de primera necesidad a bajo coste, transporte gratuito, aumento de los salarios para los funcionarios. Se trataba de hacer irreversible la anexión y disminuir el peso numérico de los saharauis.

Con el paso del tiempo Marruecos se ha apropiado de la casi totalidad de las tierras del Sáhara pudiéndose decir que controlan el 80% del territorio frente al 20% que controla el Polisario, al que llaman “territorio liberado”, fronterizo con Argelia, que tiene en campamentos a una parte importante de la población saharaui que resiste y sobrevive como puede. La lucha contra la ocupación marroquí del Sahara occidental nos concierne a todos los pueblos, a todos los trabajadores, desde el saharaui, al marroquí y a todo el Magreb unido contra los dictadores, sean de la nacionalidad que sean bajo la bandera de un socialismo fraterno, respetuoso y solidario que para nada tiene que ver con los dictados y la ideología de un tal Pedro Sánchez.

El pueblo trabajador saharaui y el marroquí están oprimidos por el mismo sistema político-económico vigente que enriquece a la burguesía marroquí, española e internacional a costa de la explotación de la clase trabajadora. La emancipación de la clase trabajadora solo podrá llegar a partir de la lucha y solidaridad internacionalista del mundo del trabajo contra sus opresores.

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