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Racismo, antiinmigrantes y xenofobia: justificaciones para la explotación obrera

Las migraciones han sido una constante en la historia de la humanidad y en nuestro país, la clase trabajadora ha tenido que emigrar desde tiempos inmemoriales. Emigrar significa buscarse un trabajo y tener una vida digna en otro lugar. Los andaluces o los gallegos lo sabemos muy bien. Hoy vemos como miles de personas de Latinoamérica y África llegan a nuestras ciudades para trabajar y poder subsistir. Según las estadísticas en diciembre de 2023 eran un 12,76 %. Este mismo porcentaje (12,66%) de emigrantes hay con respecto a la población total española de más 48 millones de habitantes. Esto significa que la migración es, fundamentalmente, clase trabajadora, asalariados que trabajan a las órdenes de un empresario. Ni son ricos ni explotan a nadie.

Sin embargo, para la extrema derecha y derecha, Vox y PP por poner a los partidos parlamentarios, la inmigración es una fuente de problemas que hay que erradicar eliminando a la “emigración ilegal”. La extrema derecha mundial, Trump, Meloni, Orban…, utilizan el mismo argumento uniendo “emigración” con delincuencia o culpando de “quitarnos el trabajo” con sus sueldos más bajos. Atacan por su nacionalidad, o por el color de la piel. Es la xenofobia y el racismo al servicio de la gran patronal. No se acuerdan de aquellos que campan en el extranjero, como el borbón ladrón, o aquellos capitalistas ricachones como los dueños de Mercadona y Zara que han hecho sus fortunas explotando a sus trabajadores y se llevan el dinero a paraísos fiscales.

Plantear que las migraciones regulares o irregulares son un problema es un error que beneficia a la patronal. El problema es el sistema económico capitalista que provoca que millones de personas tengan que salir de su país para tener un futuro digno. La clase trabajadora no puede caer en la trampa de la extrema derecha que, financiada por los grandes capitales, quieren que nos peleemos entre trabajadores. ¡Nativa o extranjera es la misma clase obrera!