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Ni Rey, ni Reina, ni república burguesa ¡República socialista de trabajadores!

La farsa de la ceremonia del juramento de Leonor al cumplir sus 18 años, impresionará a algunos por su pompa y boato. Leonor no solo ha cumplido años sino que, fiel a las tradiciones borbónicas, como no iba a ser de otra forma, asume ser la representante de las fuerzas armadas y de un Estado en el que nadie la ha votado, exhibiendo como único mérito “ser hija de…” pues su cargo es hereditario e instituido por el asesino dictador Franco. Así que, de alguna forma, también es la heredera del dictador. Su jura civil simboliza el carácter militarista y reaccionario del sistema político emanado de la dictadura, pues no hubo a su término un auténtico proceso constituyente en libertad. Recordemos que los partidos republicanos y a la izquierda del PCE – éste aceptó la monarquía- estaban prohibidos en las primeras elecciones y no hubo posibilidad siquiera de elegir si queríamos o no la monarquía.

Desde entonces, ya conocemos la historia de su familia, y remontándonos a la más cercana, solo cabe recordar la de su abuelo, “auto exiliado” de España, y con un largo historial de corruptelas, cobro de comisiones, fraudes y evasiones fiscales, que según la revista Forbes lo sitúan en cabeza de la lista de las mayores fortunas del mundo, con alrededor de 2000 millones de euros de fortuna. ¡Con razón su barco se llama “El bribón”!

Pero si su abuelo tenía un modo de vida nada “campechano”, sino de lujos, Leonor con su teatro y sus “roll-royces”, no ha querido distanciarse de tal modo de vida, aunque la presenten como lo más moderno de la monarquía… ¡y encima mujer! Pero de moderno y feminista ¡nada!, es más de lo mismo y Leonor se posiciona como la representante de una institución -la monarquía- arcaica y desfasada que siempre ha estado al servicio de los intereses y negocios de los capitalistas y en medio del torbellino de la corrupción, porque ha sido durante muchos años la garantía de abusos, negocios sucios y procedimientos delictivos que han mantenido, de hecho, el tráfico de influencias y el entramado corrupto que creó la dictadura franquista en España.

Y si hablamos del actual Rey con su supuesta renuncia a la herencia de su padre, esta está por ver, pues aún -que se sepa- no ha heredado; estas declaraciones vacías de contenido intentaban un lavado de cara de la institución, pues la opinión pública ya no les sigue cual corderitos amaestrados y muchos critican los negocios sucios y la riqueza que ostentan al igual que para pocos es creíble que desconociera el origen de la fortuna de su padre.

¿Terminará “reinando” Leonor? ¿La institución terminará por hundirse en su propio fango? ¿La población dirá ¡basta! más temprano que tarde? Esperamos esto último porque significaría tomar conciencia del funcionamiento y engranajes de la sociedad actual, del capitalismo. Porque la monarquía va unida indisolublemente a la burguesía y al sistema capitalista y por esto no bastaría con proclamar un nuevo rey o reina “más honesto”, tampoco una República burguesa, al estilo de la francesa o cualquier otra de las actuales existentes, dónde igual gobierna el ala derecha o el ala la izquierda de aquellos que sustentan realmente el poder: las grandes empresas y bancos que son los que verdaderamente manejan los países por encima de sus propios gobiernos.

Sin derribar realmente el sistema económico que sustenta la sociedad, el capitalismo, origen de todas las desigualdades y potenciador de la corrupción, sólo cambiaríamos la forma de estado, el papel al caramelo. Por ello ni rey, ni reina, pero sí república socialista de los trabajadores y trabajadoras y que sean estos los que organicen y controlen todos los resortes de la sociedad.

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