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Marruecos: ¡Alto a la represión!

En el curso de las últimas semanas, los tribunales marroquíes han condenado a penas de prisión a militantes obreros y manifestantes que se oponen al poder.

El 6 de mayo, en Ourzazate, dos militantes del sindicato CDT (Confederación Democrática de Trabajadores) fueron condenados a seis meses o un año de prisión, uno de ellos, Hamid Majdi, había sido absuelto en febrero. Otros procesos están en curso contra militantes sindicalistas implicados en la defensa de los mineros de la región.

El 21 de marzo, era el turno de los jóvenes militantes del Movimiento 20 de febrero (M20), nacido durante la ola de la “primavera árabe”, que fueron detenidos por haberse manifestado en Casablanca, el pasado 6 de abril, respondiendo a la convocatoria de tres centrales sindicales. Miles de personas se concentraron ese día “por la defensa del poder adquisitivo, la dignidad, la libertad y la justicia social”, a pesar de la presión gubernamental que decretó que la manifestación era “política”, y por lo tanto sujeta a represión. En el curso de ésta, once militantes del M20 fueron detenidos y puestos en prisión preventiva. Nueve de ellos estuvieron encarcelados hasta el proceso y condenados a seis meses o a un año de prisión y a multas enormes. Los testimonios de los sindicatos organizadores y los alegatos de los abogados no fueron tomados en cuenta durante este proceso amañado. Una concentración de protesta tuvo lugar ante el tribunal.

En 2013, según un organismo oficial marroquí, el 9,2% de los 12 millones de trabajadores activos con que cuenta el país estaban desempleados, y de ellos, 980.000 solo tenían un “subempleo”. Dos parados de cada tres tenían menos de 30 años. No existe salario mínimo garantizado generalizado y el del sector industrial era en 2013 de 2.324 dírhams (208 euros). El gobierno recuerda de manera insistente la idea de no subvencionar más los precios de los productos básicos como el azúcar, la harina, o la bombona de gas, lo que sería catastrófico para una gran parte de la población.

Los sindicatos fueron recibidos por este asunto a finales de abril por el Primer ministro Benkirane sin que nada haya cambiado de momento, y sobre todo nada en los métodos de intimidación. El régimen no tiene intención todavía de dejar expresarse libremente a los militantes sindicalistas ni a los manifestantes que protestan contra la dictadura y las condiciones de vida de la población, y aprovecha todas las ocasiones para intentar someterles.

Sin embargo la contestación no cesa.