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La vivienda, un problema social para la clase trabajadora

El problema de la vivienda en España se ha hecho evidente con la actual turistificación de las ciudades: solo un ciego dejaría de verlo. Sin embargo, se lleva dando la voz de alarma desde hace mucho tiempo. Así cada día que pasa, trabajadores y jóvenes ven alejarse cada vez más el hecho de tener una vivienda digna, ya fuese en alquiler o propiedad.

Los intereses de las hipotecas para optar a una compra llevan subiendo años; por su parte, el precio del alquiler ha subido más que la inflación en los últimos 5 años y supone que el español medio dedicó el 43% del salario bruto en 2023 para alquiler de su vivienda y en muchos casos el 60% del salario más común (18.000 €). Remitiéndonos tan solo a cifras oficiales, como el último índice de precios del Ministerio de Vivienda, se constata que los precios del alquiler en una década se han disparado, dándose el caso que incluso las cifras oficiales reflejan subidas del 78 % y del 99 %. Teniendo en cuenta que la inflación se ha situado en un 27 %, la situación es simplemente insostenible.

Evidentemente, la turistificación a mansalva agrava el problema de la vivienda, al no existir un verdadero parque público de viviendas. Una de las comunidades autónomas que más está sufriendo los estragos del turismo es Baleares, donde existen año tras año, en verano sobre todo, autocaravanas aparcadas en descampados o en la propia calle, donde viven los trabajadores temporales, cuando no lo hacen en los propios coches. El problema no solo lo tiene Ibiza. En 13 años, los alquileres han crecido más de un 40 % en Madrid y Barcelona, cerca de un 60 % en Málaga y un 66 % en Valencia, por citar solo algunos ejemplos. ¿Dónde están –no se ven- los efectos de la Ley por el derecho a la vivienda aprobada por el “gobierno de progreso” en mayo de 2023?

No obstante, en el problema de la vivienda no solo incide el turismo: el acceso a los créditos -con la precariedad laboral instalada por doquier- hace más difícil el modelo de propiedad de la vivienda como antaño tenían nuestros padres. Ahora el acceso al crédito barato es imposible por la crisis económica capitalista, sencillamente no son baratos y los sueldos han perdido gran poder adquisitivo.

Por otra parte, los desahucios no cesan -80 al día-, a pesar de que el gobierno ha prorrogado hasta finales de año la suspensión para hogares vulnerables sin alternativa habitacional; junto a esta ampliación, se contempla también hasta principio de 2025, que los propietarios puedan solicitar una compensación económica. Estas ayudas forman parte del decreto llamado de escudo social para combatir los efectos de la inflación y de la crisis energética. Pero aún así los desahucios por impago del alquiler crecieron un 12 % en los tres primeros meses de 2024 según datos del diario “El País”, es decir, 7 de cada 10 desalojos entre enero y marzo de este año han sido a causa de no poder pagar el alquiler. En total, 5.443 casos.

Desahucios que no cesan, hipotecas imposibles, leyes de vivienda que no arreglan el problema e incluso ayudas a la vivienda que nunca llegan y un sistema capitalista que no ve en la vivienda un derecho universal, sino una mercancía más con la que se especula y se negocia para obtener beneficios, están convirtiendo a los barrios en espacios libres de vecinos. De hecho, gran parte de la vivienda en España está en manos de los grandes fondos y SOCIMI (sociedades de inversión inmobiliaria) concentrando 115.000 viviendas de alquiler en España, de las que la mayor parte la acaparan solo tres propietarios (Blackstone, Caixabank, Sareb). Así que con la propiedad privada hemos topado.

Por consiguiente, por muchas medidas que los gobiernos de turno quieran implantar no se va a poder solucionar el problema de la vivienda, puesto que es un mercado en manos de los capitalistas. Aun así, el “gobierno de progreso” podría tomar medidas más audaces para intentar paliar algo más este problema, como por ejemplo regular verdaderamente el precio del alquiler, ampliar el parque público de suelo, prohibir la especulación, la creación de una banca pública -expropiando la cueva de ladrones del sistema financiero- poniéndola en manos de los trabajadores, y por supuesto la expropiación de viviendas vacías… Pero un gobierno tan respetuoso del orden social actual nunca irá en contra de la ley estrella del capitalismo, el respeto a la propiedad privada y sobre todo, para hacer real y efectivas estas medidas habría que tomar los beneficios allí donde están: en los balances contables y paraísos fiscales de la burguesía.

El problema de la vivienda para las clases populares y los trabajadores es tan antiguo como la organización capitalista de la sociedad; las leyes para “solucionarlo” se suceden, ya sean de gobiernos de izquierda o de derechas, ya sea en España u otros países, pero el problema persiste y se agrava con cada crisis capitalista, dónde aumentan los desempleados así como los trabajos precarios.

Engels ya nos hablaba en 1873 del problema de la vivienda, analizando que tal problema “no podrá desaparecer más que cuando todo el orden social que lo ha hecho nacer sea transformado de raíz…”. Además, “…no es la solución de la cuestión de la vivienda lo que resuelve al mismo tiempo la cuestión social, sino que es la solución de la cuestión social, es decir, la abolición del modo de producción capitalista, lo que hace posible la solución del problema de la vivienda”. (Engels, “Contribución al problema de la vivienda” pag. 52 y 55).

Serán los trabajadores en su lucha por los salarios y condiciones de vida los que podrán ir cambiando la sociedad y solucionando los problemas.

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