En 2024, el 13,6% de la población vivió en situación de carencia prolongada, según datos de “El País”, de la Agencia Estadística Europea. En esta situación estarían al menos 6,7 millones de personas y lo más preocupante es la tendencia al alza de la peor forma de pobreza: la que persiste y no es puntual o coyuntural.
Hoy tener empleo no significa siquiera tener las necesidades básicas cubiertas. Puede haber, de hecho es cierto, menor tasa de desempleo pero el salario no llega a fin de mes, con los precios alcistas de los alimentos y desorbitados de la vivienda; el empleo a menudo es parcial, de mala calidad, incluso en los contratos a jornada completa e indefinidos. Otro factor a tener en cuenta es que el llamado “colchón familiar” siempre ha funcionado en España, mejor o peor; y sigue funcionando aún. Pero este colchón ya tiene agujeros considerables porque la precariedad laboral lleva años instalada entre parte de la población y por el problema de la vivienda, por no mencionar otros. Cuando los salarios no cubren todas las necesidades, la familia no puede seguir ayudando. En la actualidad con los recortes en los servicios públicos y la situación en especial de la sanidad, los salarios seguirán menguando porque tienen que hacer frente a necesidades que antes estaban mejor cubiertas por el estado, caso, por ejemplo, de los seguros privados de salud.
En cambio, los datos que lanzan los medios casi a diario son halagüeños: el empleo ha mejorado, el paro ha disminuido y los sueldos más bajos han subido, porque ha subido el salario mínimo -todas ellas, cosas ciertas-. Sin embargo, la precariedad no solo permanece, sino que aumenta empobreciendo a parte de la población. ¿Cómo es posible?
Pues porque la riqueza que se produce en el país no repercute en la población en general, en los trabajadores, sino en los más ricos. En una economía en crisis, como ocurre en la actualidad, esto significa el empobrecimiento de la mayoría de la población. España crece y produce más, pero esa mejora no repercute en la clase trabajadora. En los medios de comunicación se afirma que el FMI eleva el crecimiento de España al 2,9%, el mayor entre las grandes economías avanzadas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado cuatro décimas, hasta el 2,9%, el crecimiento económico previsto para España a finales de 2025, gracias –dice- a la fortaleza de su economía. Llega a decir el FMI que España se situará el presente año como la gran economía desarrollada con mejor desempeño a nivel mundial. ¿Será una broma?
La lógica simple nos dice que si en un país la riqueza aumenta, su población mejora su suerte. Porque la riqueza de un país, lo que este produce –PIB- no crece solo. Necesita de hombres y mujeres que trabajen, produzcan y ofrezcan servicios. Pero la lógica humana no es la lógica de las leyes económicas del capital. Pero ¿qué trabajador en España, en los últimos tiempos, ha visto que su nómina se traduzca en mayor poder adquisitivo? ¡Pocos, por no decir ninguno! En el mejor de los casos los sueldos han estado congelados o han subido tan tímidamente que, por la inflación más alta, realmente es un sueldo menor.
La riqueza pues crece, pero los salarios están a la baja; y no solo en España. Mientras la economía mejora, los ricos, una minoría, acumulan casi el 60% de toda la riqueza del país; el resto de la población apenas llega al 7% de la riqueza total. Estos son datos aproximados de Oxfam Intermón. En contraste, la mitad más pobre de la población solo tiene el 7,8%. El patrimonio de los 30 más ricos en España en 2025, ha sido de unos 185.000 millones de euros, con un aumento del 20% respecto al año anterior, según antena3.com.
La riqueza crece, sí, en la misma proporción que el patrimonio de los ricos, porque la sociedad capitalista se rige por la ley del máximo beneficio, y hace parecer normal, lo que no lo es: que la riqueza se cree de forma colectiva, pero el beneficio continue privado. Esta gran contradicción del capitalismo es la que hay que resolver, tumbando un sistema que no solo no hace ya evolucionar la sociedad, sino que es una gran injusticia social. Entonces la sociedad mejorará, cuándo se ajusten verdaderamente las cuentas y se expropie, con intereses, a todos los que llevan años lucrándose del trabajo de los demás.

