La última cumbre del clima en Bakú, Azerbaiyán, cerró las negociaciones con un rotundo fracaso.
La principal cuestión era cuánto dinero darían los países imperialistas (Europa y EEUU principalmente), principales contaminantes, a los países más pobres, quienes también son los que más sufren el cambio climático, para afrontar los ciclones, sequías, inundaciones…
El resultado ha sido decepcionante: con una diferencia abismal entre la cifra que pedían los países pobres (1,3 billones anuales) y la cifra final: 300.000 millones. Países como India o Nigeria hablan de “broma”.
La realidad es que no basta con “dar dinero” para arreglar el clima. Primero, nadie establece ni quién ni cómo se van a emitir esos fondos. Segundo: el capitalismo solo invierte donde obtiene beneficios. Esta es la verdadera cara de los “mercados de carbono” donde se compran y venden los derechos a contaminar.
Por ahora, contaminar sale más rentable. Pero el Planeta no puede esperar. Solamente una sociedad planificada, que ponga las necesidades sociales por encima del afán de lucro, puede destinar los recursos donde sean necesarios y alejarlos de la producción inútil o contaminante. Esto y no otra cosa es el Socialismo.
