Tras más de un año de negociaciones y 22 reuniones sin alcanzar acuerdo con la empresa para mejorar las condiciones del 4º convenio, los trabajadores de Acerinox decidieron ir a la huelga indefinida. Una huelga que ha durado 4 meses y ha sido ejemplar por su arrojo y motivación, a pesar del papel de “apaga fuegos” de los sindicatos mayoritarios y de la empresa no querer reconocer el comité de huelga elegido por los trabajadores en asamblea y haber sido estas el órgano democrático de lucha de los trabajadores.
Acerinox siempre ha tratado de romper la huelga, calificándola de ilegal. Denunciando a los trabajadores bajo varias acusaciones, denuncias que no ha retirado a día de hoy tras el fin de la huelga. No conforme, ya incluso amenazaba con realizar entre 500 y 700 despidos.
En su labor de desgaste Acerinox ha contado con la inacción del Gobierno “de progreso” cuya responsabilidad es escandalosa ya que mientras Acerinox habla de pérdidas, se calla que recibió 20 millones de euros en subvenciones el año pasado. Nadie del ejecutivo ha querido enfrentarse a la patronal; la pregunta de cuánto dinero de las subvenciones va a devolver Acerinox por parte del secretario provincial del PSOE es de risa. Por su parte la Junta de Andalucía se ha limitado a plegarse a los intereses de la patronal sirviendo de mediador.
Acerinox cerró el ejercicio 2021 con un beneficio neto de más de 500 millones de euros, es decir casi 11 veces lo obtenido en 2020.
Aunque hayan vuelto al trabajo, por el desgaste de una lucha tan dura topándose con los frenos a los que la cúpula de los sindicatos mayoritarios nos tienen acostumbrados, los trabajadores que hayan comprendido todo el proceso han salido ganando; porque han aumentado su conciencia de clase y su compañerismo y esto es vital para, cuándo se repongan fuerzas, continuar la lucha.