Cada vez son más personas en España sin poder decidir si alquilan o compran; si antes vivir de alquiler era una opción, ahora es una necesidad porque el bolsillo no llega. Ni hay grandes ahorros ni grandes nóminas; lo que sí es grande es la precariedad, que alcanza al 42,1% de los trabajadores en España, y esto con datos oficiales. Así pues, para muchas personas no hay siquiera la opción de hipotecarse pues son rechazadas por los bancos.
Según “El País” …” ocho de cada diez inquilinos tienen asumido que no abandonará nunca esta condición, puesto que no esperan heredar una vivienda, su única posibilidad para convertirse en propietarios, según un estudio recién publicado del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA)”… “cada vez más personas viven de alquiler y lo hacen en condiciones marcadas por la inseguridad residencial, la precariedad económica y la desigualdad patrimonial”. Entre un 30% y un 44% de quiénes se han mudado recientemente lo hicieron por no tener otra opción, principalmente por incrementos de los precios, de manera forzosa. Alquilar significa destinar una media del 42% de tu sueldo en la vivienda; en ciudades como Madrid o Barcelona el porcentaje se dispara al 70%.
La crisis de la vivienda es inseparable de la crisis social y laboral en la que se está inmerso desde 2008; es una de las caras visibles de la crisis del sistema capitalista, crisis que son cíclicas y que empujan al ser humano a la deriva. Según recoge el INE, en España viven 28.552 personas sin hogar. Estos son datos oficiales, casi siempre más bajos que la propia realidad. El 73,3% de las personas sin hogar tienen entre 30 y 64 años. Y el 23,3% son mujeres.
Llegados a este punto, sería honesto reconocer que el problema de la vivienda en España lejos de solucionarse, va a más. Las medidas del gobierno de Pedro Sánchez han sido, los hechos son los hechos, manifiestamente insuficiente y ello a pesar de las grandilocuentes declaraciones dónde quieren hacer ver a la población que tienen un “compromiso prioritario” en materia de vivienda y que han desarrollado una “intensa acción” en los últimos años. ¡Pues las cuentas no salen! ¡El problema se dispara año tras año!
Es cierto que el gobierno ha desarrollado ayudas al alquiler y ha aprobado la Ley de Vivienda de la democracia; también se ha establecido un Índice de Precios de Referencia y, allí donde se aplica, -no en las comunidades gobernadas por la derecha que tienen transferidas las competencias de vivienda- se ha conseguido una reducción de precios -dicen- del 5%, a todas luces insuficiente. El bono de alquiler joven, la plataforma antifraude, la declaración de zonas tensionadas, etc. no han logrado que el problema de la vivienda se atenúe. El gobierno asegura que la vivienda es un pilar básico del Estado de bienestar, al igual que la sanidad o la educación. ¡Con ello queda todo dicho, habida cuenta de los recortes en ambos “pilares”!
Diga lo que diga el gobierno, la vivienda asequible no existe en España, ni en régimen de alquiler ni en régimen de venta; los desahucios aumentaron en 2024, produciéndose 27.564. La especulación inmobiliaria en España, también ocurre en el resto de Europa, campa a sus anchas. Muchos grupos y empresas compran viviendas a modo de inversión, o con fines turísticos, que viene a ser otro de los problemas. La cifra que da una asociación de consumidores -Asufin- que los compradores de viviendas para inversión representan en la actualidad el 56% de las operaciones frente a los que se hipotecan para adquirir su propia vivienda que constituyen solo un 14%.
Como decía Engels en “Contribución al problema de la vivienda” (1872): …”La característica esencial del socialismo burgués es que pretende conservar la base de todos los males de la sociedad presente, queriendo al mismo tiempo poner fin a estos males”… Añadía, en la misma obra, que …” la penuria de la vivienda no es en modo alguno producto del azar; es una institución necesaria que no podrá desaparecer, con sus repercusiones sobre la salud, etc., más que cuando todo el orden social que la ha hecho nacer sea transformado de raíz…”
Los sindicatos de inquilinos y asociaciones vecinales surgidos para intentar paliar este problema desarrollan muchas actividades e intentan parar los desahucios, y muchos de estos colectivos están ayudando a crear mayor conciencia del problema, haciendo ver que el problema de la vivienda no es algo personal que vivir con vergüenza y que la solución es colectiva. Algunos de ellos proponen medidas de protección al inquilinato, con, por ejemplo contratos sin fecha de finalización predefinida, alertando acerca de la compra especulativa de vivienda para la inversión; gravando de forma progresiva la posesión en propiedad de activos y patrimonio inmobiliario; ampliando la oferta de vivienda pública en alquiler a perpetuidad; prohibiendo la concesión de licencias para alquiler turístico o imponiendo impuestos a las viviendas vacías, entre otras medidas.
Sumar, de Yolanda Díaz, en estos últimos días ha exigido transparencia, competencia leal y protección de los consumidores a dos de los gigantes del sector inmobiliario, Idealista y Fotocasa, y quiere que comparezcan en el Congreso para explicar cómo sus algoritmos hacen subir los precios de la vivienda. ¡De risa! Pero no, ninguna comparecencia, ninguna ley que no sea impuesta desde abajo va a mejorar las leyes del mercado y el precio de la vivienda porque para ello habría que acabar con la propiedad privada, por consiguiente, con el capitalismo y su sed de beneficios.

