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El paraíso eléctrico: pobreza energética versus beneficios millonarios

Todas las mentiras del gobierno y todas las mentiras de las eléctricas forman el argumentario oficial del por qué es cara la electricidad en España.

Mientras sufrimos uno de los veranos más cálidos, las necesidades de adecuar la temperatura de nuestras viviendas suponen un desgaste de las economías familiares que muchas afrontan con dificultades. Mientras tanto, hay familias que apenas pueden pagar los servicios básicos eléctricos.

Según Red Eléctrica en junio de 2017 el déficit de tarifa alcanzó los 1321,7 millones de euros, que tendremos que pagar durante años entre todos los consumidores. Esta “deuda” no desaparecerá, sigue aumentando año tras año.  Desde que en el año 2000 un decreto de J M Aznar obligara a incluir determinadas primas en la factura, que en realidad son importes por subvenciones y ayudas a las empresas del petróleo, del gas, del carbón. Pero al mismo tiempo los usuarios no pagarían más del 2% de subida anual de electricidad. La energía eléctrica es barata de generar y sin embargo se paga más por primas que engordan la propia factura, por imposición del gobierno, que por el consumo efectivo.

El gobierno de Zapatero también encontró una vía para cargar en el recibo eléctrico partidas que no tenían nada que ver con el coste eléctrico, partidas como ‘moratoria nuclear, transición a la competencia, subvención a quema de carbón’, y así otras… como el perdonar a las compañías dinero cobrado de más a los usuarios.

Resultados millionarios

En sus resultados del 1er semestre 2017, Red Eléctrica alcanzó un beneficio neto de 340,1 millones, un 5,1% superior al mismo periodo del 2016. Los dividendos pagados a sus accionistas, del ejercicio pasado supusieron un 7% más que en 2015.
A su vez Endesa hasta marzo de 2017 consigue 253 millones de beneficios, un 7% más y repartió 1411 millones con cargo al ejercicio 2016.

Estos son sólo ejemplos de la farsa que vienen protagonizando las eléctricas, secundado por el gobierno de turno.

La energía eléctrica que pagamos en España es la tercera más cara de Europa, sin que pueda justificarse las razones para los consumidores finales.

El oligopolio español

Después de que el gobierno incentivara y fomentara las energías renovables, fue el gobierno el que  vio que podrían aprovechar el filón energético. Empezaba ya a delinearse el control de las energías limpias a la par que la obtención de pingües beneficios.

Gracias a los apoyos iniciados en los 90 crecían las empresas privadas, se generaban empleos y las viviendas podían instalar elementos energéticos para beneficiarse de energía limpia y barata. La investigación en torno a las energías limpias despegó. Diversas comunidades autónomas aprobaron leyes obligando a utilizar fuentes de energía renovables en viviendas y empresas.

El RD 436/2004 fija las tarifas y primas para las energías limpias, estimadas en porcentajes respecto a la media de la tarifa eléctrica. Pero en 2007 el RD 661/2007 sustituye al anterior, ahora las primas se expresan en euros/kVh. Las ayudas a las empresas suponen unos 7000 millones al año.

El gobierno lanzó el fantasma del excesivo coste en ayudas y subvenciones que suponía mantener las empresas de energías renovables, lo que no se menciona es que existen otras ayudas de dudosa utilidad que el gobierno concede al sector de energías fósiles, ayudas directas a empresas generadoras o consumidoras de electricidad sin que esto redunde en beneficios a la gente.

En 2012 se publicó el RD 1/2012 que de nuevo sustituye el anterior y paraliza la asignación de nuevas instalaciones de Régimen Especial, sin carácter retroactivo, ya no se da más dinero para el fomento de las renovables.

Todo lo que se había avanzado se destruyó, en favor de beneficios rápidos, altas comisiones y sueldos exorbitantes a directivos, a políticos de turno. Muchas empresas pequeñas y medianas cerraron, muchos puestos de trabajo se perdieron. Hubo de desmantelar las instalaciones de energía que las familias y negocios empleaban para abastecerse de energía limpia y barata, ante el desamparo legal y los prohibitivos impuestos.

Ahora se entiende que todo el montante de dinero que pagamos de más van a parar a manos de unas pocas empresas que controlan el producto, que mantienen a expolíticos que les habían permitido hacer de todo.

Si tuviéramos que equiparar lo ocurrido con las eléctricas y la similitud del rescate a la banca veríamos algunas conexiones, ya que a las clases trabajadoras y familias nos obligan a rescatar a las eléctricas de un déficit que no hemos creado y que ha generado, por la acción del gobierno de turno, desempleo y precariedad en beneficio de unos pocos. Además de un retroceso en la calidad de vida, pues la energía es un valor tan indispensable para la vida como la educación o la sanidad que estos mismos gobiernos se han encargado de desmantelar y privatizar.

En el déficit eléctrico, término urdido por el gobierno para estafar de por vida a las familias, se dan la mano dos elementos que tienen en común la permisividad e interés del gobierno; por un lado, en lugar de empresas en libre competencia existe un oligopolio eléctrico consentido que manipula los precios, aumentándolos y por otro las escandalosas ayudas y subvenciones millonarias que el propio gobierno concede de buen grado para sostener a estas mismas empresas, lugar preferido de su retiro al final de su etapa política.

Hay que dar un verdadero uso social de las energías, donde los recursos disponibles se aprovechen respetando el medio ambiente. Todo el proceso, desde su generación hasta el consumidor final debe ser transparente, abrir las cuentas de las empresas y eliminar los puestos de conveniencia y los cargos parásitos. Esto será posible poniendo en manos de las clases trabajadoras las fábricas y empresas energéticas, arrebatándoles el control que tienen sobre ella a los que sólo ven beneficios a costa de la salud de la gente.