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El deterioro y expolio de los servicios públicos: el caso de los cribados de mama en Andalucía

Resumen de una charla que Voz Obrera dió en el local del sindicato CGT en Sevilla, sobre el deterioro de la sanidad pública y teniendo de fondo el escándalo por la gestión de los cribados del cáncer de mama en Andalucía.

Si en los últimos años hemos asistido a una precarización constante de la sanidad en el Estado Español a todos los niveles, falta de medios y personal, con listas de espera largas para poder acudir a los especialistas, tardanza para la realización de pruebas… hoy tenemos que fijarnos en un caso paradigmático de esta barbarie sanitaria: el colapso  del  programa  de cribado de cáncer de mama en Andalucía   y su conexión directa con la máquina de privatización de la Junta.

Recientemente, hemos conocido a través de la asociación AMAMA una realidad escalofriante. En Andalucía, miles de mujeres han sufrido retrasos de hasta dos años en la realización de sus mamografías de cribado. Estas no son simples listas de espera; son retrasos que, en la lucha contra el cáncer, se miden en vidas. Se han documentado casos de mujeres a las que, tras ese retraso insólito, se les diagnosticó un tumor en una fase mucho más avanzada, con todo el dolor y la disminución de probabilidades de supervivencia que eso conlleva.

La Junta de Andalucía, gobernada por Juanma Moreno, intenta vender esto como un “error de gestión” o un “problema logístico” puntual. Negaron el desastre hasta el último momento, aminoraron su magnitud, dijeron que no iban a dimitir y llamaron exageradas   a las mujeres que denunciaban este desastre. Fueron cambiando las cifras a cada momento y provocaron una explosión y descontento social creciente, pues nadie se fiaba de unas explicaciones insuficientes y malas. Finalmente se saldó con la dimisión de la consejera de Sanidad, cuyas explicaciones y falta de respeto fueron especialmente vergonzosas, hablando de que eran 3 casos contados y que se estaba creando una polémica artificial por objetivos políticos. El esperpento llegó al punto de que, según el presidente, no se les avisó “para no causarles ansiedad”.

Para nosotros, nada de esto son errores, sino que persiguen una lógica. Es  decir,  este  es  un fallo sistémico y no casual. ¿Pero por qué ocurre esto?:

  1. Falta crónica de personal público: Los servicios de radiología y las unidades de diagnóstico están infradotadas. No hay suficientes radiólogos  ni  técnicos  porque   las plazas no se convocan, se precarizan o se externalizan. Es la misma lógica de recorte que vemos desde hace años: España gasta menos en sanidad que la media europea, y Andalucía, a su vez, está por debajo de la media española. La sangre del sistema público se corta para justificar su

  1. La externalización como trampa: Ante el colapso generado por la falta de inversión

pública, la solución que propone la Junta no es reforzar lo público, sino desviar a estas pacientes a clínicas privadas mediante conciertos. Este es el círculo perfecto del capital: primero, se estrangula el servicio público hasta quebrarlo. Segundo, se genera una necesidad urgente y un drama social. Tercero, con el dinero público que se le negó al sistema público, se rescata     a la sanidad privada, garantizándole un flujo constante de pacientes y beneficios.

La privatización es el objetivo, no la solución

Este modelo de conciertos con privados para “aliviar” las listas de espera es un negocio redondo para unos pocos.

Por un lado, están los sobrecostes: la gestión privada de  servicios  sanitarios  incrementa los costes entre 10 y 11 veces respecto a la gestión pública eficiente. Ese dinero, que sale de los impuestos de todos, no se invierte en más personal o equipos públicos, sino que se convierte en beneficio para los accionistas de las grandes corporaciones sanitarias.

Por otro lado, aumenta la fragmentación y descoordinación: cuando una mujer es derivada a un centro privado, su historial se fragmenta. La comunicación entre primaria, el hospital público y la clínica privada es frecuentemente deficiente y se pierde la continuidad asistencial.

En los útimos días se está diciendo que el problema en los cribados del cáncer de mama en Andalucía, ha radicado en la subcontratación a una empresa japonesa, para la notificación de los resultados de las mamografías.

Sea -o no- este el origen del problema, todas las instancias cada una a su nivel, tienen una responsabilidad criminal, pues no ha habido seguimiento de todo el proceso.

Esto podemos verlo también en el caso del fallo conocido recientemente del sistema de pulseras antimaltrato, ocurrido entre 2023 y 2024. En España, más de 4.500 hombres llevan actualmente estas pulseras. Este octubre se denunció que cuando la adjudicación del servicio cambió de empresa ―de Telefónica, que subcontrataba con Securitas Direct, a Vodafone y Securitas―, en esa transición hubo un problema en el volcado de datos de un proveedor a otro que provocó que durante unos meses no se pudiera conocer los movimientos de esos hombres.

Hay que hablar del negocio de la enfermedad

Al capital no le interesa la medicina preventiva. Le interesa la enfermedad tratable y rentable. Un cribado eficaz, que detecta un tumor a tiempo y evita tratamientos costosos, es un “mal negocio” a largo plazo para el complejo médico-industrial. El caso en los cribados, aunque no sea una conspiración consciente, sirve a esta lógica perversa.

Mientras, los seguros privados de salud, como ya avanzábamos, siguen batiendo récords de facturación. La patronal del sector ya no habla de “colapso” del sistema privado low cost, sino que ha perfeccionado su modelo: ofrecen seguros premium para una élite y dejan que el “colapso” lo sufran las pólizas baratas que no cubren casi nada. Han segmentado el mercado para maximizar beneficios, abandonando a su suerte a quienes no pueden pagar más.

En definitiva el capitalismo es una amenaza para la salud pública

Lo que ocurre con los cribados de mama en Andalucía no es una anécdota. Es la expresión concreta de una ley económica del capitalismo: la necesidad de crear nuevos mercados donde no los hay. Los servicios públicos, construidos con luchas colectivas, son el último gran botín. La sanidad, la educación, el agua, son “nichos de mercado” que el capital necesita mercantilizar para mantener su tasa de beneficio.

Este expolio tiene nombres y apellidos. Recientemente,  gracias  a   una   resolución del  Consejo  de   Transparencia   que   obligó al Ministerio de Sanidad a desclasificar los datos, hemos sabido que un puñado de multinacionales farmacéuticas se reparte el

pastel de nuestra financiación pública. Janssen, Novartis, Roche, Sanofi y Pfizer acapararon por sí solas 4.117 millones de euros de dinero público en 2022, lo que supone el 21% de todo el gasto farmacéutico del Sistema Nacional de Salud. Solo en 2022, la belga Janssen facturó

1.315 millones a la sanidad pública española. Este dato revela la auténtica naturaleza del “negocio de la enfermedad”: un sistema donde la salud es un mercado cautivo, donde los grandes capitales fagocitan los recursos públicos para convertirlos en beneficios privados. Mientras se recorta en cribados que salvan vidas, el Estado capitalista canaliza miles de millones directamente a las arcas de estas corporaciones.

La burguesía andaluza, representada por la Junta de Moreno, no es más “mala” que la del resto del Estado. El otro día en la prensa leí, por ejemplo, que el 70% de los hospitales en Cataluña tenían ya titularidad privada. ¡Un dato tremendo! Todas son lacayas fieles de su clase. Su función es gestionar el expolio, convertir lo común –nuestra salud– en una mercancía de la que grandes empresas se lleven el botín.

Nuestra conclusión: nuestra lucha es por la vida, la suya por el beneficio

Frente a esta barbarie, no basta con pedir “mejoras en la gestión” o la dimisión de la Consejera de Sanidad o de Juanma Moreno, aunque estén plenamente justificadas y sean merecidas, cuando el sistema está podrido en su base.

La lucha de las mujeres andaluzas por un cribado digno y a tiempo es la lucha de la clase trabajadora, que depende de la sanidad pública y no puede irse a una clínica privada.

Por eso, desde una perspectiva revolucionaria, decimos:

  1. Fin inmediato de los conciertos con Todo el dinero público debe revertirse en reforzar el sistema público: contratación de radiólogos y técnicos, compra de mamógrafos.

  1. Plan de emergencia público y transparente para rescatar a todas las mujeres afectadas por los retrasos, con todas las pruebas y tratamientos necesarios garantizados en la red pública.

  1. Expropiación de los grandes grupos sanitarios privados y de sus fondos buitre financieros. La salud no puede ser un negocio en manos de accionistas que solo persiguen el dividendo.

  1. Socialización de los grandes medios de producción. Solo acabando con la propiedad privada de los pilares de la economía (banca, energía, grandes industrias) podremos planificar la producción social de forma racional. Los enormes beneficios que hoy se embolsan unos pocos deben ponerse al servicio de la sociedad: para una sanidad pública, universal y de calidad, para educación, para vivienda digna.

Este horizonte socialista no es una utopía. Es una necesidad histórica. La movilización de las mujeres, que nos ha permitido conocer este desastre contra un gobierno que lo silenciaba y protege a las empresas, es el primer paso. Nuestros derechos se defienden con la lucha.

Solo acabando con el sistema capitalista podremos organizar la  sociedad  de  acuerdo a las necesidades  humanas,  y  no  a  la  sed  de beneficios de una minoría parasitaria. Porque, en definitiva, se trata de elegir entre el socialismo o la barbarie que hoy sufren miles de mujeres en Andalucía. Nosotras, nosotros, elegimos luchar.

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