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EEUU: la victoria de Obama, cuatro años al servicio de los poderosos

     Barack Obama ha salido reelegido presidente de EEUU derrotando al candidato republicano Mitt Romney. Este había pensado poder ganar al electorado de Obama, decepcionado, que hubiesen podido dar alas a sus ideas reaccionarias. Romney, cuyas posiciones giran según sople el viento, hizo campaña –entre otras cosas-  contra el derecho al aborto. Lo hemos visto ironizar sobre los electores de Obama, llamándolos “víctimas”, “perdedores” y  “asistidos”,  o sea, intentando ridiculizar al 47% de los norteamericanos votantes de Obama.  Intentó luego reajustar su campaña electoral, pero en vano.

     Pero si ha habido un triunfador claro en estas elecciones ha sido el dinero; en conjunto, los dos candidatos han dispuesto de 2000 millones de dólares destinados a inundar a los electores con anuncios televisivos. Esta suma enorme, el doble que en 2008 a pesar de la crisis, proviene sobretodo de ayudas de grandes empresas que juegan un papel importante para elegir el color del poder en Washington. Si las grandes empresas abren tan fácilmente su chequera a los dos candidatos, es porque tanto uno como otro les viene bien a la burguesía norteamericana.

     Se sabe ahora que Romney ha contado con el apoyo del banco Goldman Sachs y Obama con el de Microsoft y Google, pero también de compañías de seguros que han salido muy favorecidas por su reforma sanitaria que obliga a contratar seguro médico, bajo pena de multa. Sin embargo, Obama no ha puesto en marcha una aseguradora médica pública, con lo que al menos 23 millones de norteamericanos quedan sin cobertura contra la enfermedad.

     Si Romney ha pasado las últimas semanas de campaña intentando moderar las declaraciones más reaccionarias de su electorado, Obama se ha guardado muy mucho de decir nada que pudiera ser interpretado como demasiado progresista, para no perder el apoyo de los más conservadores de entre los suyos.

     Por lo que respecta al mundo del trabajo, Obama solo ha dicho frases en el terreno del patriotismo económico, del proteccionismo y de la lucha contra las importaciones chinas, hasta tal punto que ha sido Romney el único que ha evocado el problema del paro.

     Obama, no hay que engañarse, es un hombre al servicio de los poseedores; lo ha mostrado durante cuatro años y seguirá haciéndolo. Los trabajadores de EEUU no pueden esperar gran cosa de él. No verán su suerte cambiar más que si ellos mismos imponen sus propias exigencias contra la dictadura del gran capital, que es el verdadero régimen ganador de la democracia norteamericana