Semanas atrás nos comunicaban los compañeros de la empresa CASAL, el despido de un conductor. La Dirección aplicó “despido disciplinario”, es decir, sin derecho a finiquito ni a indemnización económica alguna.
El delito del trabajador fue el siguiente; el autobús que iba por delante se quedó atrasado y dejó de tomar pasaje, el compañero que venía detrás empezó a ayudarlo, pero en una de las paradas los usuarios no levantaron la mano y este no paró. El final de la triste historia es un acuerdo de indemnización de 14.600 euros.
¡Si el apoyo de toda la plantilla hubiese sido masivo, el resultado seguro que hubiera sido diferente! Esto nos demuestra que sólo somos fuertes si permanecemos unidos!